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“Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco”, Marcos 6:31.

En este pasaje podemos ver la realidad, no solo del ritmo del ministerio, sino también del ritmo de la vida misma. Así como nos pasa en esta sociedad contemporánea, los discípulos estaban tan ocupados que no tenían tiempo ni de comer.

En esa situación, está la invitación del Señor Jesús a ser intencionales y apartarse de la gente y sus necesidades en ciertos momentos. Sin embargo, el propósito de esto no solo es el de desconectarse de este vaivén, de recargar baterías y energía emocional, de comer algo y tomar un respiro al aire libre para luego regresar al trabajo. La invitación del Señor es a estar con Él.

Muchas veces nuestro error es buscar descansar del estrés diario distrayéndonos con algún entretenimiento, o haciendo ejercicio u otro tipo de actividad. Esto no es necesariamente malo, y lo podemos hacer para la gloria de Dios. Sin embargo, aquí estamos hablando de otro tiempo, un tiempo intencional para estar con Él, para dejar los quehaceres y las preocupaciones como Marta, y más bien descansar a sus pies como María.

Entonces, al estar con Él por la obra de su Espíritu, reconocemos que necesitamos también venir a Él. Así entendemos que Él no solo nos entiende, pues Jesús experimentó también pruebas y tentaciones como nosotros, sino también que Él mismo es la solución para nuestros problemas y nuestras preocupaciones.

Nuestro problema mayor todavía es el pecado (al querer ser autónomos y autosuficientes) y la única solución para este es la fe en Jesús y su obra a nuestro favor. Su Palabra, su Espíritu, y sus promesas son sí “en Él” (2 Cor. 1:20). Estamos completos en Él (Col. 2:10). Abrazando esto, llegamos a tener con el salmista la convicción de que con Él nada nos faltará (Sal. 23:1).

“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar” (Mt. 11:28).

Las buenas noticias para ti y para mí son que esta realidad es una evidencia de su gracia y provisión solo para sus hijos, pues podemos venir a Él porque Él ha venido a nosotros primero.

“Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que Me envió” (Jn. 6:44).

Cuando nos apartemos para venir con Él y para venir a Él, experimentaremos una vez más no solo la comunión con el Padre, sino también su provisión para nuestra alma cansada.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


Imagen: Lightstock.
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