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Siete razones por las que (algunos) hombres no pueden ser pastores

El otro día, por fin tuve la oportunidad de reunirme con uno de mis pastores, tomarnos un café y charlar. Al hablar sobre libros, ministerio y las cosas que suceden en nuestras vidas, mencionó, “Oye, ¿has visto este vídeo?” Un conocido pastor canadiense había compartido un vídeo satírico acerca de por qué los hombres no podían ser pastores. La idea detrás de esto era para redirigir las razones que las mujeres oyen acerca de por qué ellas no pueden ser pastoras, para mostrar la ridiculez de cada una: por lo que hablaba mucho acerca de los ciclos reproductivos, mal humor, emocionalismo, y ese tipo de cosas.

Fui a casa y vi el video. Y fue…un poco tonto, la verdad. Y no me refiero al tipo de tonterías graciosas. Fue triste. Triste porque si realmente se les dice a las mujeres que no pueden ser pastoras debido a los efectos del ciclo reproductivo entonces la persona diciendo tales cosas necesita ser corregida, y con bastante firmeza. Esas no son razones bíblicas y cada vez que los cristianos dicen que creemos que algo es o no es aceptable, debe ser debido a lo que dice la Biblia, no porque estemos inventando cosas.

Pero no solo era triste debido a esta razón. Fue triste porque, en su redireccionamiento, la organización haciendo este video cometió el mismo error, fallaron en tratar con lo que la Biblia dice acerca de quién puede y no puede ser pastor. De hecho, hay un montón de buenas razones por las que un hombre no puede ser pastor o supervisor de acuerdo a la Escritura. Aquí hay siete razones, se encuentran en 1 Timoteo 3, aunque todas ellas podrían resumirse en el primer punto:

Su carácter sea fácilmente reprochable (1 Timoteo 3:2). “Un obispo debe ser, pues, irreprochable”, escribió Pablo. Esto significa, sencillamente, que eres el tipo de hombre de quien “nadie sospecharia de irregularidades ni de inmoralidad”. Deberíamos sorprendernos cuando oímos hablar de inmoralidad entre los pastores y los ancianos cristianos, porque entre ellos ni siquiera debería ser mencionado. No debemos tener momentos de cinismo, porque no debería haber nada en ellos que nos haga ser cínicos. Ser irreprochable no significa ser perfecto, pero sí significa ser un hombre íntegro. Si un hombre no es eso, entonces probablemente no debería ser un pastor.

Él no puede enseñar (1 Timoteo 3:2). Si un pastor o anciano no pueden enseñar, ya sea en predicación, o alguna otra forma de enseñar (que incluye explicaciones uno a uno, y la Escritura) entonces no puede ser un pastor. La enseñanza es un componente esencial de este ministerio, que se basa en la idea de equipar a los santos para hacer el trabajo del ministerio (Efesios 4:12).

Es un brabucón (1 Timoteo 3:3). Si un hombre trata de intimidar a la gente para que haga lo que quiera, grita y reprende a los demás, y llama a los que no están de acuerdo con él con sobrenombres, no puede realmente ser llamado gentil o respetable, y lo más probable es que no debería ser a un pastor tampoco.

Está dominado por algo distinto de Cristo (1 Timoteo 3: 2-3). Jesús dijo que nadie puede servir a dos señores, siempre tienes que elegir uno u otro. La gente codiciosa, por ejemplo, ve el ministerio como una oportunidad para enriquecerse personalmente. Ellos prometen la luna y las estrellas, si siembras una semilla. Del mismo modo, aquellos que carecen de autocontrol son dominados por sus indulgencias, ya sean la pornografía o el sexo (violando de esta manera toda eso de “marido de una sola mujer”), el alcohol, o incluso alimentos. Si algo que no sea Cristo reina como supremo en su corazón, un hombre no puede ser un pastor.

Su situación familiar es un desastre (1 Timoteo 3:4-5). No estoy hablando de las cosas típicas de la vida, donde los niños ponen a prueba los límites periódicamente o tenemos desacuerdos ocasionales con nuestras esposas. Estoy hablando del hombre que no es respetado por sus hijos o su esposa porque él no es respetable, que trata de obligar a la sumisión en vez de ser un siervo. Si las palabras “tú tienes que someterte” salen de labios de un hombre, probablemente no debería ser un pastor.

Es un nuevo convertido (1 Timoteo 3:6). Esta no es una advertencia contra la edad, sino contra el carácter. Un creyente maduro podría tener 27 años, y uno  inmaduro podría tener 57. El principio aquí es que un pastor debe ser alguien que no se vuelva presuntuoso por estar en una posición en particular. Tiene carácter suficiente para aceptar responsabilidad y autoridad con humildad.

Tiene una mala reputación entre los incrédulos (1 Timoteo 3:7). Los pastores deben tener buena reputación entre los de afuera, es decir, aquellos fuera de la fe. Ellos pueden no agradarle, pero su disgusto debe ser a causa de Aquel a quien representan y el evangelio que predican, no porque sea una persona ofensiva. Si un hombre es conocido por ser molestoso entre sus vecinos, lo más probable es que probablemente no es hospitalario. También probablemente no debería ser un pastor.

Podemos discutir sobre si las mujeres pueden ocupar dicho puesto o no hasta que tengamos la cara azul. Pero lo que creo es lo más trágico de este vídeo tonto que ha estado haciendo de las suyas y ha sido visto cientos de miles de veces es que en “voltear el guión”, se pierden el cuadro más grande. Si es que vamos a tener una conversación real sobre este tema, tenemos que hacer frente a lo que dice la Biblia. Y si bien no veo un caso convincente egalitario en las Escrituras, yo creo que todos podemos estar de acuerdo en que la Biblia hace un caso muy convincente acerca de qué clase de hombre nunca debería ser un pastor.


Publicado originalmente en Blogging Theologically. Traducido por Cristian Fernández.
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