En Marcos 7:27 encontramos una de esas cosas en la Biblia que no son tan fáciles de entender. Una mujer sirofenicia con una hija endemoniada se acerca a Jesús para que Él la ayude, y Jesús le contesta: “Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”. ¡Qué extraño! El creador de esta mujer le llama perrilla. Un hombre sin pecado, conocido por su compasión hacia los necesitados, refiriéndose a esta mujer en necesidad de una manera que parece despectiva.
Es importante tomar en cuenta que en aquella época los perros no eran tenidos como mascotas. Está documentado que en los tiempos de Jesús, los Judíos llamaban perros a los gentiles. En 2 Reyes 8:13, cuando Eliseo le profetiza a Hazael que sería rey de Siria y realizaría atrocidades contra Israel, la respuesta de Hazael fue “¿qué es tu siervo, sino un perro, para que haga tan enorme cosa?”. En Deuteronomio 23:18 encontramos: “No traerás la paga de una ramera ni el sueldo de un perro a la casa del Señor tu Dios para cualquier ofrenda votiva, porque los dos son abominación para el Señor tu Dios”. Aquí a lo que se está refiriendo el término perro es a un homosexual.
En otra ocasión, hablándoles a judíos, Él dice: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen” (Mt. 7:6). El término incluía a todos éstos, y aun se usaba para Judíos que no estaban siguiendo la ley Judaica.
Dios no tiene favoritos
Pudiéramos pensar que Dios tiene favoritos, pero esto no es lo que la Palabra nos enseña. En un momento dado, Pedro se encontraba orando en una azotea, y tuvo una visión donde una voz le dijo que comiera de alimentos que hasta el momento estaban prohibidos. Luego de Pedro rehusarse, él volvió a escuchar una voz que le dijo que aquello que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro (Hch. 10:15). Justamente después de esta visión, a través de circunstancias que solamente Dios puede hacer, Cornelio, un gentil justo y temeroso de Dios, acepta al Señor, y entonces Pedro entiende que la visión estaba diciendo que el Señor vino a salvar, no solamente a los Judíos sino a toda nación que le teme y hace lo justo (Hch. 10:34-35).
En Marcos 7, la sirofenicia le demuestra a Jesús que ella tenia una fe en Él mucho mayor que lo usual, y según Mateo 15:22-23 ”Él no le respondió palabra. Y acercándose sus discípulos, le rogaban, diciendo: Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros”. Cuando Jesús decide contestarle Mateo 15:24, su respuesta es sorprendente: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Debido a que esta mujer era sirofenicia, no israelita, lo que Él le está diciendo es en esencia “mi trabajo en este tiempo no te incluye”. Ahora, su fe fue tan grande que ella siguió rogándole a Jesús que la socorriera. Su respuesta en Marcos 7:28, después de ser ignorada, y luego de ser llamada una perilla, demuestra la fe total que ella tenia en Él: “es cierto, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos”.
El Salvador de los perros
Es importante recordar que todo esto pasó después de que el Señor había reprendido a los fariseos como hipócritas en Marcos 7:6-8. En comparación, la respuesta de Jesús a esta mujer gentil fue: “Por esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija” (Mc. 7:29). El porqué el Señor actuó es evidente. Isaías 66:1-2 nos dice: “Así dice el Señor: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies…Todo esto lo hizo mi mano, y así todas estas cosas llegaron a ser —declara el Señor. Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra”. Esta mujer fue humilde y contrita de corazón, y ¡Él fue fiel a su Palabra! Él ha dado a conocer su corazón en otros pasajes, incluyendo Proverbios 3:34: “Ciertamente Él se burla de los burladores, pero da gracia a los afligidos”, y Santiago 4:6: “…Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes”. La razón por la que el Señor fue movido a compasión es obvia; la razón por la que la llamó una perra, no tanto.
En Filipenses 2:3 podemos entender un poquito más todo esto: “Cuidaos de los perros, cuidaos de los malos obreros, cuidaos de la falsa circuncisión; porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús…”. Los fariseos, en vez de ser agradecidos y estar humillados porque el Dios del universo los miraba con favor, estaban orgullosos de ser los elegidos de Dios. Yo me pregunto si Jesús usó este termino para demostrarle a ellos lo que Él había dicho anteriormente en Marcos 7:6-8, que sus labios le honraban, pero su corazón estaba muy lejos de Él. 1 Corintios 1:27 nos enseña que “Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte”. Creo que lo que Cristo está haciendo es demostrarle a los Judíos lo que el futuro iba a manifestar, que Dios no hace acepción de personas; que los gentiles iban a comer de la misma mesa de los Judíos. Jesús esta demostrándole a los Judíos cómo se comporta un corazón humilde y contrito, usando precisamente lo que ellos mismos despreciaban. Al mismo tiempo, Él está demostrando que la salvación vendría también a los gentiles.
Efesios 2:11-13 nos enseña: “Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, llamados incircuncisión por la tal llamada circuncisión, hecha por manos en la carne, recordad que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo”. Esta “perrilla” que estaba lejos sería acercada y adoptada como hija porque Jesús logró lo inconcebible: los perros que comían de las migajas ahora son coherederos con los judíos.
