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“Y se regocijará su corazón en el SEÑOR”, Zacarías 10:7.

Hay muchas cosas en este mundo que traen cierto regocijo a nuestro corazón. Desde cosas materiales hasta sentimientos de satisfacción y reconocimiento. Por ejemplo, es un regocijo especial el disfrutar de la vida familiar cuando hay relaciones óptimas. Es también de mucho regocijo el poder disfrutar de Su maravillosa creación en los colores, olores y temporadas del año.  Son momentos especiales cuando nuestros sentidos abrazan estas experiencias con deleite.

Muchos de estos regocijos no son malos y hay que inclusive aprender a disfrutarlos para la gloria de Dios. Es reconocerlos como dados por Dios en una gracia común que podemos ver y sentir a nuestro alrededor, y que apuntan a Su gloria y belleza.

Sin embargo, muchas veces estos regocijos, o nuestra búsqueda de ellos, se convierten en una pesadilla ya que queremos alcanzarlos a toda costa. Además una vez que hemos alcanzado cierto nivel de satisfacción pensamos que van a ser permanentes y la idea de que los podamos perder nos aterra. Es entonces que estos regocijos terrenales y temporales llegan a convertirse en ídolos que también atan nuestro corazón.

Las buenas noticias para ti y para mí son que solo Dios y nuestro descanso en Él, Su persona y Su obra de gracia en nuestro favor traerán verdadera paz y regocijo a nuestra vida en medio de la realidad de vivir en un mundo caído. Es un verdadero regalo de gracia el poder encontrar a Dios suficiente y gozarnos solamente en la realidad de que somos Suyos y amados por Él.

Es un regocijo que es tan solo una prueba del eterno, verdadero y perfecto regocijo que nuestra alma anhela y que disfrutaremos en Su presencia en el cumplimiento de nuestra redención.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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