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En el libro de los Hechos, queda claro el patrón bíblico de plantar nuevas iglesias. Cuando los apóstoles llegaban a nuevos lugares, siempre compartían el evangelio, reunían a los creyentes, y los capacitaban para hacer la misión de Cristo en su ciudad.

Muchos quieren trabajar en el ministerio pastoral. Pocos consideran levantar una nueva comunidad de creyentes para pastorearla. Creo que más personas deben plantar iglesias. Pero no quiero dar a entender que cualquiera puede o debe plantar una iglesia. Antes de hacerlo, se debe evaluar si la persona está calificada y es capaz de plantar una nueva congregación.

¿Quién debe plantar?

El que planta una iglesia debe ser un hombre llamado, calificado, capaz, y afirmado por otros.

1. Un hombre llamado

Aquí debe iniciarse la evaluación.

  • ¿Qué motivación tiene este plantador?
  • ¿Lo hace por obligación?
  • ¿Por dinero?
  • ¿Por renombre?
  • ¿Por poder?
  • ¿Porque no le gusta su iglesia?

La única motivación que resultará en una iglesia plantada de manera exitosa y saludable es cuando dicho hombre ha sido llamado por Dios para la labor de plantar. Como bien dice aquella frase: “Si eres feliz haciendo cualquier otra cosa que no sea predicar [o plantar una iglesia], ¡hazlo!”.

2. Un hombre calificado

Quien quiera plantar una iglesia debe cumplir los requisitos puestos por Pablo en 1 Timoteo 3 y Tito 2, ya que el que planta una iglesia será el anciano de ella. Si una persona no cumple con esta lista no debe plantar una iglesia. Dicha lista puede ser dividida en tres grupos: moralidad, habilidad, y misión.

Moralidad. Los textos nos hablan de ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, no dado a la bebida, no pendenciero sino amable, no contencioso, no avaricioso, no un recién convertido.

Este listado inicia con “irreprochable”, que resume todo lo demás. En cuanto a la moral del hombre, el punto es que tenga una vida que refleje santidad y fidelidad hacia Dios. Debe ser fiel a Dios en su matrimonio, en su carácter, y en su dominio propio. Todo esto demuestra una madurez en su caminar espiritual.

Habilidad. Nos dicen que el pastor (y plantador) debe ser apto para enseñar, que gobierne bien su hogar.

El anciano plantador debe poder enseñar. No solo poder comunicar la Palabra, sino escudriñarla junto con otros y ayudarlos a aplicarla a su vida. También debe gobernar bien su hogar. Pablo mismo nos dice que la forma en que gobierna el hogar refleja cómo gobernará la iglesia.

  • Si no sabe manejar las finanzas de su hogar, no debe manejar las finanzas de la iglesia.
  • Si no sabe enseñar la Biblia a sus niños, no debe enseñar en la iglesia.
  • Si no sabe resolver conflictos en su hogar, no debe hacerlo en la iglesia.
  • Si no es paciente con su familia en su propio hogar, no lo será con la iglesia.
  • Si es egocéntrico y domina el hogar para su propia ventaja, así lo hará en la iglesia.

Misión. Al decirnos que sea hospitalario, que goce de una buena reputación con los de afuera.

Para calificar como anciano, el candidato debe haber demostrado cierto patrón misional. Esto no significa explícitamente que debe abrir su hogar a gente que no es de la iglesia, pero creo que es algo que implícitamente sucede si alguien es hospitalario. Aquí caben muchas preguntas: ¿Conoce a sus vecinos? ¿Ha compartido comida con sus vecinos? ¿Qué tan seguido tiene gente en su casa? ¿Cómo aprovecha su vida cotidiana para mostrar el evangelio de Jesucristo a sus vecinos, amigos, y familia?

También Pablo dice que el anciano debe tener una buena reputación con los de afuera. El apóstol da por sentado que el anciano tendrá relaciones profundas y transparentes con gente fuera de la iglesia. Solo así se podrá aprobar el carácter del anciano. Esto implica que el anciano debe tener relaciones con “los de afuera” suficientemente profundas. De esa manera, dichas relaciones son prueba de su reputación.

3. Un hombre capaz

Además de las cualidades de 1 Timoteo 3 y Tito 2, es muy importante entender que plantar una nueva iglesia es algo distinto a ser anciano en una iglesia ya establecida. El plantar una nueva iglesia requiere un nivel especial de emprendimiento y estrategia. En la red de iglesias a la que yo pertenezco (Acts 29) hablamos de las cualidades que demuestran una actitud emprendedora. Estas fueron desarrolladas por Scott Thomas,1 quien las describe de esta manera:

  • Ha demostrado éxito en lanzar nuevas iniciativas.
  • Es un innovador visionario y estratégico.
  • Es energético cuando lanza nuevos trabajos.
  • Involucra a otros en sus nuevas iniciativas.
  • Puede comenzar cosas por sí mismo.
  • Está dispuesto a trabajar con intensidad por largo tiempo.

En realidad, el punto es que el anciano plantador debe tener una forma de pensar que le ayude no solo a predicar, evangelizar, y discipular; sino también a organizar y estructurar la iglesia según ella va creciendo. Debe ser el emprendedor principal y el guardián de la visión. Debe ser el líder que va delante de la iglesia, siendo el primero en hacer y demostrar todo lo que la Biblia exige de la iglesia.

Para explicar mejor este último punto, hay que pensar en estas capacidades de tres diferentes maneras.  

Innovador. Al evaluar plantadores, les decimos que cada plantación es una innovación, ya que nadie en la historia del mundo ha plantado esa iglesia en particular. Jamás se han dado las  circunstancias precisas que resultarán en esa plantación; las personas y los recursos en ese lugar específico son totalmente nuevos. El contexto y las dimensiones de cada plantación son totalmente distintas, y por eso se requiere un innovador que tenga la habilidad de emprender y desarrollar un buen plan.

Arquitecto. La palabra arquitecto viene de una mezcla de dos palabras en griego que significan: “constructor principal”. El anciano plantador tiene que ser el constructor principal de la plantación. Tiene que ver el presente y también el futuro, y saber cómo llevar la plantación de la A a la Z. Todo con cuidado de no sobrecargar la nueva iglesia en el punto A, pero tampoco sacrificar la eficacia y los recursos en el punto Z. Esto requiere una mayordomía alta, ya que no está trabajando con recursos humanos, sino con la novia de Cristo.

Líder-siervo. El liderazgo está de moda en América Latina. No me refiero a tener un puesto alto ni a ser una persona con una plataforma amplia. Me refiero a la dignidad, lealtad, y humildad de un líder-siervo. Alguien que esté dispuesto a sangrar y sudar por el bien de la misión, y que pueda llamar a otros a hacerlo también. El líder-siervo no es alguien quien grita órdenes desde su oficina. Más bien está en la primera fila de la batalla, apoyando y ayudando a otros a llevar a cabo la misión.

4. Un hombre afirmado por otros

Aunque hay mucho más que se podría decir, estas cualidades resumen lo que una persona debe ser y tener para plantar una iglesia. Y aquí la importancia de un último punto. La decisión de plantar una iglesia no se debe tomar en el vacío. En el Nuevo Testamento vemos que los que son enviados para emprender nuevas obras siempre son afirmados por otros. Si crees que cumples con estos parámetros, te recomiendo buscar a otros pastores o ancianos quienes puedan afirmar que te estás evaluando bien. Aquí es donde las redes de plantación pueden ser de gran ayuda.  

Dios quiere que la iglesia siga avanzando. ¿Qué mejor manera que plantando iglesias? Sin embargo, nunca debemos hacer la labor de plantación a nuestra manera. Dios ha dejado requisitos claros acerca de qué tipo de hombre está calificado para hacer esta preciosa labor.


[1] http://www.acts29.com/introduction-to-entrepreneurial-aptitude/

Imagen: Lightstock.

 

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