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Esta es una pregunta difícil de responder sin conocer detalles específicos. Desde el principio debo afirmar que no siempre es lo más sabio que la pareja se case. No todos los casos ameritan un matrimonio. Puede que el consejo de casarse lleve a un matrimonio sin una base firme en las Escrituras, sin arrepentimiento y sin una comprensión del propósito del matrimonio.

El sexo fuera del matrimonio es pecado. La Biblia lo llama fornicación (sexo ilícito). Que la cultura lo acepte no cambia lo que Dios ha dicho. 1 Corintios 6:18 dice, “Huyan de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo”.

Dios diseñó la relación sexual para ser disfrutado solo en una relación de pacto. El matrimonio es un pacto primeramente con Dios y después con el futuro cónyuge. Es en este contexto que el sexo es maravilloso.

Si la pareja profesa ser cristiana

Para una pareja como esta, entiendo que es necesario presentarles esto que acabamos de ver en la Biblia y llamarles, en amor, al arrepentimiento, a un cambio de la forma de pensar que resulte en un cambio en la forma de actuar. Hay perdón y lavamiento total de mi pecado por la sangre de Jesús cuando me arrepiento y lo confieso (1 Jn. 1:9).

Si la pareja venía teniendo relaciones sexuales, les diría que se abstengan hasta una fecha de casarse, y me aseguraría de que haya alguien cerca de cada uno para estar orando y ayudándolos en este tiempo con su pureza.

A veces las parejas postergan la fecha de casamiento por razones económicas, pero lo importante en este caso es casarse en un tiempo prudente, idealmente antes del nacimiento del bebé. En este caso sería prudente una boda simple y económica. Igual es necesario un tiempo suficiente para repasar un material (en lo posible) de consejería prematrimomial, o estudiar directamente lo que la Biblia dice del matrimonio para estar preparados con bases firmes arraigadas en las Escrituras.

Si la pareja estaba cohabitando

En el caso de que la pareja estuviera cohabitando, hay un concepto errado de casar rápidamente esta pareja. El pensamiento es que hay que rectificar la situación, por lo tanto hay que casarlos y así no están más en pecado. Hay poca sabiduría bíblica en esta manera de pensar.

Para poder edificar sobre un fundamento firme es esencial que haya un tiempo para manifestar un arrepentimiento genuino, una restauración genuina y una oportunidad para edificar sobre un fundamento sólido. Si el fundamento de la casa está mal, la solución no es seguir construyendo, sino corregir o empezar un fundamento nuevo para edificar una casa que va a durar.

Si solo hay un cristiano en la pareja

Como regla general, si una sola persona en la pareja es cristiana, entonces no alentaría el casamiento de los novios, por lo menos hasta que no haya una conversión.

Si son realmente novios y uno es creyente, es evidente que la persona no está caminando en plena comunión con Dios al caer en fornicación y en yugo desigual. También es posible que la persona simplemente profesa ser un cristiano, pero quizás no lo sea en verdad.

Esta es una oportunidad para hablar del evangelio y llamar en amor al que profesa ser cristiano al arrepentimiento. Por supuesto que también lo animaría a separarse de su novio o novia y alentar a la pureza sexual.

Esto no quita la responsabilidad y la necesidad del padre de visitar y criar a su hijo/a en un futuro. Si hablara con los dos a la vez, hablaría del evangelio, el pecado, de nuestra necesidad de un salvador, la importancia de edificar una familia sobre los fundamentos de la Biblia.

Si el no creyente está dispuesto a escuchar, le diría que el cristianismo presenta un cuadro muy pesimista de nuestro condición pero muy optimista en cuanto a la esperanza que tenemos si reconocemos nuestro pecado y nuestra necesidad. Nos da esperanza también para un matrimonio y una familia sólida si la edificamos sobre la Biblia, pero para ello primero tenemos que responder a la invitación que la Biblia nos hace de creer en Jesús como el Dios hombre que murió en nuestro lugar para darnos vida abundante y vida eterna.

Por supuesto que habría que saber más del caso en particular, y de ninguna forma podemos tratarlo solo como un ejercicio teológico, sino que tenemos que estar ahí en el proceso de consejería, encarnando la gracia del evangelio en que creemos.

No podemos negociar el entendimiento de lo que Dios ha dicho del sexo, el matrimonio, el evangelio y nuestra necesidad de experimentar el arrepentimiento y la restauración que solo ocurre cuando reconocemos la seriedad y profundidad de nuestro pecado y el perdón absoluto que Cristo nos ofrece cuando venimos a Él. Dios es un Dios de resurrección, y puede restaurar y proveer en medio del lío que causó mi pecado.

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