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Cuando Dios creó a los seremos humanos, fue muy intencional al señalar que no era bueno para el hombre estar solo (Génesis 2:18). Aunque este versículo habla de la relación matrimonial, expone una verdad acerca de la condición relacional del hombre al momento de ser creado que aplica perfectamente a la necesidad de tener amigas.

Dios nos creó como seres relacionales, no para andar solos en este mundo, sino para tener personas a nuestro alrededor que caminen con nosotros. Fuimos hechos para sostenernos, amarnos, y cuidarnos unos a otros. De manera intencional debemos buscar relacionarnos con otros como nos enseña Eclesiastés 4:9-10: “Más valen dos que uno solo, Pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; Pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!”.

Para algunas de nosotras, es muy fácil identificar a aquellas mujeres que forman parte de nuestro día a día de manera especial. Quizá cuando alguien pregunta, sin duda alguna puedes reconocer a tus mejores amigas. Pero para otras es un poco más complejo. Empezar y mantener relaciones íntimas de amistad se les hace más difícil.

Como vimos en Eclesiastés 4:9-10, las amigas son diseñadas para levantarnos cuando hemos caído o estamos a punto de caer, y para nosotras hacer lo mismo por ellas. Dentro de su plan perfecto, Dios diseñó esta carrera para ser corrida con amigas.

Amistades bíblicas

En la Biblia vemos que un verdadero amigo ama en todo tiempo, y que el hermano nace para tiempo de angustia (Pr. 17:17). También aprendemos que el amigo que ama de verdad confronta en amor y en búsqueda del bien del otro, mientras que el enemigo busca alegrarnos aún cuando no es tiempo para esto (Pr. 27:6).

Meditando en solo estos dos versículos podemos ver que ser amiga y tener amigas no es fácil. Somos llamadas a amar de manera sacrificial y estar dispuestas a sufrir con nuestras amigas. Los verdaderos amigos no solo disfrutan de los momentos buenos, sino que también lloran juntos en los tiempos oscuros.

Dios es fiel en proveer

Si dentro de su plan perfecto Dios nos indica que hemos de tener amigas para correr la carrera de la fe, es evidente que esta es su voluntad para nosotras. En 1 Juan 5:14-15 aprendemos que si pedimos conforme a su voluntad Él nos escucha y nuestras peticiones serán respondidas.

Entonces, si no tienes amigas, o si te parece difícil conseguir amistades especiales y duraderas, ¡ora por ellas! Ve delante del Señor y exprésale tu deseo de una buena amistad que te lleve a ser más como Cristo. Pídele que abra tus ojos para ver con cuál de las personas que Él ha puesto a tu alrededor podrías tener una relación de amistad.

En la práctica

Mientras oras por amigas, sé intencional en establecer relaciones desinteresadas con tus hermanas en la fe. Procura conocer sus necesidades, ora por ellas, pregúntales cómo están, y dale seguimiento a las peticiones de oración que ellas te confíen. Maneja tu horario de manera que tengas tiempo libre en la semana para tener comunión con ellas.

Por otro lado, sé honesta y transparente al momento de que Dios te dé oportunidades de conocer a nuevas amigas. En la medida que confesamos nuestras luchas y abrimos nuestros corazones dos cosas pasan: abrimos la puerta a que la otra persona se sienta cómoda exponiendo sus luchas por igual, y se empieza a crear una confianza especial en la cual una sostiene a la otra en oración y verdad. También sé discreta; una amiga íntima maneja información confidencial de la otra que debe ser cuidada y atesorada como si fuese nuestra propia información.

Recuerda a Jesús, el amigo por excelencia y nuestro ejemplo máximo de un amor sacrificial. No hay un mayor amigo que Él, quien puso su vida por sus amigos (Juan 15: 12-15).

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