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¿Por qué prestar atención a la cultura popular?

La cultura popular ha emergido en los últimos cien años, aproximadamente, como uno de los vehículos más significativos (quizás el vehículo más significativo) de la cosmovisión y los valores de Occidente. La influencia de la cultura popular también viaja mucho más allá de Occidente, ahora que las fuerzas de la globalización llevan la MTV, los vídeos virales, los videojuegos y series como las de Los vigilantes de la playa y 24, a los extremos más lejanos del planeta. Solo por esta razón, la cultura popular merece atención y una reflexión seria. Es todo menos trivial. Ejerce una influencia considerable en nuestras sociedades y lo ha hecho así durante un largo tiempo.

Aunque pensemos que la cultura popular es un fenómeno reciente (y el de los medios de comunicación de masas es relativamente reciente) la cultura popular ha estado dejando su huella durante un larguísimo tiempo –desde que nuestros antepasados se sentaban alrededor de fogatas y contaban historias de amor y heroísmo–. Y estas canciones e historias han influido en el modo en la que la gente ha concebido su mundo. Además, si verdaderamente leemos a los antiguos poetas griegos, descubriremos que el sexo y la violencia en la cultura popular tampoco son precisamente fenómenos nuevos. La cultura popular ha estado ahí tanto tiempo como la civilización. 

Los cambios culturales producidos por la cultura popular pueden ser profundos a veces. En Estados Unidos, hay una brecha generacional entre quienes eran demasiado mayores como para disfrutar de La guerra de las galaxias, cuando por primera vez fue estrenada en 1977 (correspondiente al Episodio IV para vosotros, jovencitos) y los que se han criado con la saga y la han visto diez veces o más (es decir, los que nacieron en la pasada década de los sesenta o después). Para algunos estadounidenses, La guerra de las galaxias se convirtió en casi una religión, y para muchos otros, cristalizó una tendencia que se apartaba de la religión organizada hacia una especie de “espiritualidad” más abierta o comoquiera que se la definiese. La cultura popular tiene un impacto inmenso en nosotros y en nuestras cosmovisiones, lindando en lo religioso.

La cultura popular, a menudo, afecta nuestra cosmovisión –los supuestos que cada día vamos formando acerca de la realidad– y la de los que están a nuestro alrededor, sin que nos demos cuenta de ello. Este efecto en la cosmovisión es al mismo tiempo obvio y elusivo: sabemos que sucede, pero, en ocasiones, no nos paramos a pensar en lo que significa. ¿Cómo deberíamos responder cuando nuestra cosmovisión es desafiada? Aunque pueda ser tentador trasladarse a un monte alto y sublime para evitar totalmente la cultura popular, tal táctica normalmente no funciona: solo terminas originando otro tipo de cultura popular. Al contrario, creo que la respuesta adecuada de un cristiano a un desafío en el nivel de las cosmovisiones por parte de la cultura popular es el de hacer preguntas, comprender desde una perspectiva bíblica qué es la cultura popular y cómo funciona. Una cosmovisión bíblica nos ayuda a separar lo bueno de lo malo.

Nuestra tarea como cristianos, es la de responder a una cultura popular formada por una mezcolanza desordenada y profundamente significativa. Y creo que la única respuesta adecuada a algo tan desordenado y tan significativo es la apologética.

Consideremos la conexión entre la cultura popular y la apologética. Los cristianos que se involucran con la cultura popular desprovistos de fe necesitan desesperadamente las herramientas que provee la apologética. Pero lo contrario también es cierto: para seguir siendo relevante, la apologética necesita desesperadamente el contacto con los mensajes y cosmovisiones dadas por la cultura popular. La cultura popular y la apologética se necesitan mutuamente. Piense en lo que sucede cuando están aisladas la una de la otra. Por un lado, gran parte de la bibliografía cristiana existente trata de la cultura popular (de cómo proteger a tus niños, alfabetismo digital, etcétera); pero solo una pequeña y valiosa proporción, de hecho, elabora una conexión con la cultura popular entendida como un fenómeno enmarañado, significativo y, en definitiva, religioso. Para ello, es necesario un acercamiento desde el paradigma de las cosmovisiones, es decir, desde la apologética.

Por otro lado, gran parte de los libros de apologética existentes tratan la apologética como si fuera una ciencia dura (la evidencia de la resurrección, la evidencia de que hay un diseñador inteligente, los argumentos filosóficos del teísmo, etc.). Sin embargo, solo una pequeña y valiosa proporción de esta bibliografía apologética elabora la relación con la cultura popular. Me temo que los apologetas cristianos contribuyen, involuntariamente, a la propia percepción de irrelevancia al presentar argumentos que sencillamente no se acercan a las personas en el punto en el que están. Y las personas viven en una atmósfera repleta de cultura popular. Los cristianos que desean alcanzar a sus amigos no cristianos y vecinos necesitan un acercamiento orientado por el paradigma de las cosmovisiones, un acercamiento que elabore esa relación con la cultura popular con toda su complicada y caótica gloria.


Fragmento adaptado de “Pop-ologética: Cómo acercarnos a la cultura pop desde la fe cristiana”. Ted Turnau. Publicaciones Andamio.
Imagen: Lightstock
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