¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

​Cuando el teólogo suizo Karl Barth murió a los 82 años en 1968, el predicador galés Martyn Lloyd-Jones escribió un obituario para el Evangelical Times.

A pesar de reconocer la grandeza de Barth como un intelectual de primer rango y de elogiarle por su resistencia ante el régimen nazista de Hitler, Lloyd-Jones opinó que los escritos de Barth no habían hecho “prácticamente nada” para avanzar la causa del evangelio.[1]

Después de esta crítica inicial, el ministro de la capilla de Westminster ofreció siete razones por las que Barth nunca llegó a gozar de popularidad entre el pueblo evangélico conservador. Aquí presento estas siete críticas del obituario, junto con otras dos que se encuentran en sermones del galés. Es mi deseo que puedan servir para un mayor conocimiento sobre lo que pensaban estos autores, y aun para avanzar la conversación sobre personajes tan fascinantes.

1.- Barth acepta la alta crítica

Lloyd-Jones ataca a Barth por dedicar demasiado espacio en su pensamiento a la alta crítica, el método histórico-crítico que procura comprobar quién escribió un determinado libro de la Biblia y cómo llegó a componerse. Según Lloyd-Jones, la alta crítica convierte las Escrituras en un simple libro humano como cualquier otro y niega su autoridad divina. En vez de seguir la corriente moderna, Lloyd-Jones aceptó la Biblia como Palabra de Dios y la única fuente de fe y conducta cristiana. Barth propuso que la Biblia no es la Palabra en el sentido literal, sino más bien ‘contiene’ la Palabra o ‘se convierte en’ la Palabra a través de un encuentro existencial con Dios, abriendo así la puerta para el liberalismo.

2.- Barth niega la revelación proposicional

La revelación proposicional, defendida por los reformadores y Lloyd-Jones, enseña que Dios ha querido darse a conocer directamente a través de proposiciones o verdades escritas para que la humanidad lo conozca. Por lo tanto, las palabras registradas en las Escrituras son literalmente la revelación de Dios. No obstante, dado que Barth no quiso atar a Dios a una simple oración lingüística, aseveró que las palabras de las Escrituras son una especie de ‘testigo proposicional’ de la revelación de Dios. Es decir, la revelación que Dios da a través de la Biblia es siempre indirecta.

3.- Barth distingue entre historie y geschichte

Lloyd-Jones critica a Barth por dividir la historia en dos bloques: lo sagrado y lo secular. En vez de ser fiel al legado de la teología reformada recalcando que Dios se revela a sí mismo a través de la historia literal, Barth hace hincapié en que esta revelación se da únicamente en el evento transcendental de Cristo, el cual no puede ser controlado por la historia. Barth recibió esta cosmovisión de historie (historia objetiva, literal) por un lado y geschichte (historia subjetiva, existencial) por el otro de parte de sus profesores liberales (Wilhelm Herrmann, Adolfo von Harnack) cuando era estudiante universitario.

4.- El pensamiento de Barth no tocó a las masas

Otra crítica que Lloyd-Jones lanza contra Barth es que su teología no produjo un avivamiento en la Iglesia del siglo XX. “Aunque sus obras y su influencia hayan estado con nosotros durante los últimos cincuenta años, no han producido ningún avivamiento”. En esta línea, el galés negó que Barth pudiese ser considerado como uno de los gigantes de la reforma porque tanto Lutero como Calvino eran algo más que teólogos académicos. Fueron usados para avivar y reformar la Iglesia del Señor de una manera poderosa en su generación.

5.- Barth es más filósofo que teólogo o predicador

Lloyd-Jones explica que la falta de avivamiento se debe al estilo filosófico de Barth. Aunque Barth no habría querido ser tachado de un simple filósofo, Lloyd-Jones argumentó que su enfoque “era esencialmente filosófico”. Barth no aspiraba a la sencillez que caracteriza a un ministro de la Palabra y por lo tanto sus libros son, muchas veces, difíciles de leer y entender. Un predicador —en la estimación de Lloyd-Jones— tiene que combinar profundidad con simplicidad. Barth cayó en la trampa de querer doblar las Escrituras con el fin de que cuadrasen bien con su proyecto filosófico.

6.- Los seguidores de Barth no predican la Palabra

En cuanto a los discípulos de Barth, Lloyd-Jones lamenta que pasasen tanto tiempo predicando acerca de la Palabra sin llegar a predicar la Palabra en sí. Los consideraba como predicadores intelectuales que no llegaban al corazón de sus oyentes mediante la aplicación de las Escrituras. Esta triste realidad se debió, en gran parte, a la orientación filosófica de Barth.

7.-  Barth es ecuménico

Lloyd-Jones creyó que la teología de Barth llegaría a ser el puente de conexión entre el protestantismo y el catolicismo. Comentó que muchos católicos liberales, influenciados por la alta crítica, estaban estudiando los escritores de Barth con gran entusiasmo y querían interpretar los cánones del Concilio de Trento de una forma más favorable hacia la fe protestante. Dada la preocupación ecuménica de Barth y su presencia en el Concilio Vaticano II, no es sorprendente que Lloyd-Jones pensara así.

8.- Barth es universalista

Más allá del obituario que Lloyd-Jones redactó para conmemorar el legado de Barth, están sus predicaciones expositivas sobre la epístola a los romanos. En sus sermones ataca a Barth por su universalismo, ya que el suizo creía que todos serían salvos. Barth justificó esta manera de pensar basándose en su reformulación de la doctrina tradicional de la elección. Donde la teología reformada tradicional había seguido a Calvino confesando fe en la doble predestinación, Barth opinó que Jesucristo era a la vez el Dios elector y el hombre elegido y reprobado. Puesto que Cristo había sido reprobado por amor a la humanidad, nadie más puede ser rechazado.

9.- Barth creía que la naturaleza humana de Cristo era pecaminosa

En otro sermón sobre Romanos 8:3-4, Lloyd-Jones criticó a Barth por enseñar que “la naturaleza humana del Señor fue pecaminosa”.[2] Lloyd-Jones argumentó que Pablo refutó esta idea expresamente cuando escribió que Dios envió a su Hijo “en semejanza de carne de pecado” (Romanos 8:3). Es decir, la naturaleza humana del Señor no fue pecaminosa sino santa.


[1] LLOYD-JONES, Martyn, The Significance of Karl Barth
http://www.metropolitantabernacle.org/Christian-Article/The-significance-of-Karl-Barth-Swiss-Theologian/Sword-and-Trowel-Magazine

[2] LLOYD-JONES, Martyn, Romans: An Exposition of Chapters 7:1-8:4 (Banner of Truth: Edinburgh, 2010), p. 321.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando