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Nueve de cada diez iglesias en Estados Unidos están ya sea disminuyendo o creciendo tan lentamente que no se mantienen al día con la taza de crecimiento de la comunidad en la que se encuentran.

Es una oración larga. Léelo nuevamente con cuidado. Piensa en lo estas leyendo. En todo Estados Unidos, el 90 por ciento de las iglesias están perdiendo terreno en sus respectivas comunidades. La mayoría de ellos están disminuyendo en numero. Muchos de ellos cerraran sus puertas.

Como he trabajado con miles de iglesias en las últimas tres décadas, he notado algo fascinante, pero inquietante a la vez, sobre muchas de estas iglesias. Actúan como si estuvieran todavía en la década de los 80. El mundo les ha pasado de largo. Son consideradas irrelevantes por los miembros de sus mismas comunidades. Están congeladas en un túnel del tiempo.

¿Por qué esta tragedia viene sucediendo en tantas iglesias? Aunque mi intención no es simplificar demasiado el problema, veo al menos ocho razones que puedo rescatar de esta crisis.

1 Están tratando de refugiarse a sí mismos de la cultura. En la década de los 80, las congregaciones eran típicamente parte de la cultura popular dominante. Eran aceptados en la mayoría de los lugares, y muy queridos en otros. Esa no es la cultura de hoy. Muchos miembros usan sus propias iglesias como una escapatoria a las realidades que no quieren enfrentar.

2 Los programas eran las soluciones fáciles. La gran mayoría de las iglesias en la década de los 80 eran impulsados por programas. Si se percibía una necesidad, ellos ordenaban el mejor recurso que pudiera resolver aquella necesidad. Muchas iglesias hoy en día todavía piensan que pueden conseguir soluciones rápidas de los programas.

3 En la década de los 80, las iglesias atendían en gran medida las necesidades de los miembros. Nosotros, como consecuencia, hemos creado una cultura de membresía impulsada en el “yo”. Muchos miembros en las iglesias no quieren hacer los sacrificios necesarios para alcanzar a nuestras comunidades y a la cultura de hoy. Ellos exigen que sus propias necesidades y preferencias sean la prioridad de sus iglesias.

4 El cambio era más gradual. Si tu iglesia estaba estancada en los 80, no tenía por que preocuparse por el ritmo de cambio tan rápido que vemos el día de hoy. Los miembros pueden pretender que su iglesia no tiene que cambiar a pesar de las olas masivas de cambios que suceden en el mundo.

5 El crecimiento de la iglesia era más fácil. En la década de los 80, un número de personas visitaría nuestras iglesias sin mucho esfuerzo por parte de los miembros. Un miembro de una iglesia me dijo recientemente: “Si la gente perdida quiere venir a nuestra iglesia, ellos saben dónde encontrarnos”. Esto es lamentable.

6 Las denominaciones proporcionaban soluciones. No todas las iglesias en la década de los 80 pertenecían a una denominación, pero habían muchas que sí. Y muchos miembros esperaban que las organizaciones de estas denominaciones los guiaran y equiparan. Las denominaciones funcionan mucho mejor hoy en día cuando se asocian con las iglesias, pero existen muchos miembros en las iglesias que quieren volver al paradigma de la década de 1980.

7 Otros se encargaban de evangelizar en lugar de los miembros en la década de los 80. El evangelismo era la responsabilidad del pastor o de la denominación o unas pocas personas en un programa. Miembros de las iglesias pagaban a otras personas para hacer el trabajo que se suponía que ellos debían de hacer. Algunos miembros hoy en día están más preocupados por su preferencia en su estilo de adoración que de aquellos perdidos que necesitan escuchar del evangelio.

8 Algunas iglesias prefieren morir antes que salir de la comodidad de su paradigma de los 80. Estoy seguro de que ellos dejarán que suceda precisamente eso.


Publicado originalmente en thomrainer.com. Traducido por Jhon Chavez.
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