“¡Qué hermosos son sobre los montes Los pies del que trae buenas nuevas, Del que anuncia la paz, Del que trae las buenas nuevas de gozo, Del que anuncia la salvación, Y dice a Sion: ‘Tu Dios reina!’” (Isaías 52:7).
Al leer este pasaje, recordaba otro lugar en las Escrituras donde se nos habla de las “buenas nuevas” en referencia al cumplimiento del nacimiento del Mesías prometido, quien vendría a rescatar a su pueblo. Era el mensaje del ángel, quien al dirigirse a los pastores les dijo, “No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo” (Luc. 2:10).
Vivimos en días donde recibimos constantemente notificaciones casi instantáneas de lo que puede estar ocurriendo al otro lado del mundo. Lamentablemente, uno se despierta casi anticipando a enterarse de la siguiente mala noticia.
Sin embargo, Dios ha puesto en el corazón del hombre un sentido de que las cosas no son como deberían ser y, a la vez, un anhelo por buenas noticias. Por tanto, es importante recordar que ser las “personas de las buenas noticias” es parte de nuestra nueva identidad como hijos de Dios en este mundo de malas noticias. Somos portadores del mejor mensaje en la historia de la humanidad.
El contexto de este pasaje de Isaías es precisamente la restauración del pueblo de Dios. Ellos anticipaban liberación de la opresión de naciones enemigas, pero no reconocían su necesidad de liberación de la cautividad espiritual que vino del abandono y rechazo de su Dios, al no valorarlo sobre todo.
La obra de Dios por nosotros es de reconciliación con nuestro Creador, pero también es de restauración (santificación) a su intención original para nosotros. Al rendirnos a la realidad de que Él reina, encontramos la verdadera libertad y vamos siendo transformados a la semejanza del Hijo de Dios.
Este par de pasajes también nos dicen que estas noticias son de “gran gozo”, como también los ángeles anunciaron en el nacimiento de Jesús. Tales noticias representan el “año favorable” de la intervención de Dios en la historia de la humanidad y en la obra de justificación de Cristo por nosotros.
Este reconocimiento debe empezar a producir en nosotros un gran sentido de gozo al sabernos bienvenidos a la presencia del Juez Supremo sin tener que hacerlo en base a nuestra propia justicia. Es un gozo que apaga en nosotros el temor ante la realidad de este mundo, impulsándonos a seguir cruzando fronteras para ser pregoneros de la buena intención de Dios.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.
