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“Sin embargo, no se regocijen en esto, de que los espíritus se les sometan, sino regocíjense de que sus nombres están escritos en los cielos.” Lucas 10:20

El contexto de este pasaje es Jesús enviando a Sus 70 discípulos, como lo hizo antes con los 12, “a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos” (9:2). Esto sucede, interesantemente, en medio de la realidad de el Señor, sanar, enfrentar una tormenta, transfigurarse, y aún lidiar con la frustración de las dinámicas interpersonales de envidia y conflicto entre Sus discípulos.

Como una evidencia de Su gracia, los 70 discípulos a su regreso reportan gran éxito y es cuando Jesús les dice las palabras del versículo de hoy.

Y es que muchas veces nos puede pasar algo peor de que nos vaya mal …que nos vaya bien! Cuando nos va bien que nuestro corazón lucha más con nuestro propio sentido de justicia propia. En este mismo capítulo y unos versículos más adelante vemos a Jesús interactuar con un maestro de la ley quien, “queriendo él justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: '¿Y quién es mi prójimo?'” (Vs. 29).

Jesús al dirigirse a sus discípulos les hace ver que el sabernos suyos debe ser el fundamento de nuestra vida. Cualquier otra cosa no sólo nos defraudará pero exclavizará nuestro corazón.

“En aquella misma hora”, dice el siguiente versículo, “Jesús se regocijó mucho en el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra…” (Vs. 21).

Las Buenas Noticias para ti y para mí son que, como a Jesús, estas buenas noticias del favor de Dios para con nosotros, tienen que ser más que una información intelectual, pero tienen que capturar nuestro corazón hasta que el gozo de sabernos suyos y amados por Él también nos impulse en cada área de nuestra vida de fe.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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