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“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”, Juan 13:35

La verdad es gloriosa. Jesús es esa verdad (Juan 14:6). Pero nosotros somos pecadores a los que falta mucho en su crecimiento, hasta llegar a la imagen de Cristo (Efesios 4:13). Es por eso que “en nombre de la verdad” podemos pecar y traicionar lo que significa esa verdad.

Eso es algo sobre lo que he estado pensando. Específicamente, en relación a la división entre personas que aman a Cristo.

Es fácil rechazar a alguien, aun si realmente confía en Cristo y lo ama, porque tiene algunas fallas doctrinales y carece de mayor madurez espiritual. Pero es más triste porque un hermano en la fe (sea maduro o no) es alguien que no fue rechazado por Cristo, y por tanto rechazarlo es una forma de rechazar a Cristo. Es como decir “mírame Dios, soy mejor que tú a la hora de escoger a quien recibir como hermano y a quien no”.

Recordemos que Jesús dice: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, yo no le echo fuera” (Juan 6:37).

Ni ecumenismo ni relativismo.

Las afirmaciones anteriores pueden lucir ecuménicas a primera vista. Como si dijera que todas las denominaciones que dicen ser cristianas o mencionan a Jesús están bien y debemos considerar a sus miembros como nuestros hermanos. Sin embargo, fui específico al referirme a los que realmente confían en Cristo y lo aman.

Aquí no hay relativismo. Alguien que no confía en el Jesucristo de la Biblia como su Señor y Salvador es nuestro prójimo, pero no es nuestro hermano en la fe. Y ciertamente hay muchas personas (e “iglesias”, organizaciones, denominaciones y sectas) que dicen ser cristianas pero en verdad no aman ni creen en el Jesús de la Biblia.

Por ejemplo, los Testigos de Jehová niegan la suficiencia de Cristo y la salvación solo por fe. Pablo llama a los que así proceden “anatemas” (Gálatas 1:9). Por su parte, en el movimiento del evangelio de la prosperidad, aunque varios líderes dicen creer en una salvación solo por fe y amar a Jesús, en realidad aman el dinero y ven a Jesús como un medio para algo más y no como el hijo de Dios, más valioso que todas las cosas (Filipenses 3:8, Apocalipsis 5:13). No aman a Cristo, lo ven como insuficiente para sus vidas y Pablo los llama también anatemas (1 Corintios 16:22).

El ecumenismo, como lo conocemos hoy, es pretender que están bien las discrepancias en puntos esenciales de nuestra fe. No apoyo eso. Hay doctrinas no negociables, como son las Cinco Solas. Lo que planteo en este artículo es algo distinto y que no debe ser confundido con el relativismo: invitarte a que seamos más como Pablo.

Debería llamar nuestra atención que el apóstol Pablo en casi todas sus cartas daba gracias a Dios por los hermanos a los que él escribía. Entre ellos:

  • La iglesia en Corintios, que tenía un serio problema con el uso de los dones espirituales, caían en disputas ridículas y aún tenían muy poco amor entre ellos.
  • La iglesia en tesalonicenses, que aunque eran cristianos tenían un entendimiento del fin del mundo alejado de la verdad.
  • Los hermanos en Roma, que necesitaban ser confirmados y aprender mucho más sobre lo esencial de nuestra fe (Romanos 1:11).

A todos ellos, Pablo los llamó cristianos.

Se trata del evangelio

Lo que aquí escribo no tiene que ver con ecumenismo, sino con entender realmente el evangelio.

Si para ser salvos necesitamos mucha madurez espiritual y tener una teología 100% perfecta, entonces seguramente todos nos perderíamos. Sí, es cierto que necesitamos adentrarnos en la Palabra de Dios y crecer en nuestra fe, pero no para ser más salvos, sino porque por fe lo somos.

Digo esto porque muchas personas parecen no creer en una salvación solo por fe, sino en una por “fe + mayor conocimiento del necesario para ser salvo” o “fe + madurez espiritual”. Se evidencia eso en la forma en que tratan a otros cristianos como si no lo fuesen. Según lo que creen estas personas, ¡Me pregunto como hacían para ser salvos muchos cristianos cuando no tenían la Biblia completa y no podían entender mejor muchas verdades!

Pero gracias a Dios, somos justificados por la fe y nada más (Romanos 1:5).

Agradecimiento, humildad y paciencia

Es por eso que quiero tres cosas:

  • Que seamos más agradecidos: Pablo sabía que habían cosas que estaban mal en esas iglesias a las que Él escribía, y les exhortó al respecto, pero siempre buscaba algo por lo cual agradecer.
  • Que seamos más humildes: El apóstol Pablo no solo esperaba ir a Roma para confirmar en la fe a los cristianos de allí, sino también para aprender de ellos (Rom 1:12). En la iglesia no hay persona tan carente de dones que no pueda contribuir a tu progreso espiritual.
  • Que seamos pacientes: Pablo nunca perdió la esperanza con respecto a personas que, aunque eran cristianos de verdad, necesitaban mucho por aprender y crecer. Y es que Pablo reconocía que Dios había sido paciente con Él.

No rechacemos a nuestros hermanos en Cristo. Recordemos que tenemos al mismo Padre.


Una versión de este escrito fue publicada originalmente en el blog de Josué Barrios.
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