En “Lo que estoy leyendo…” podremos conocer un poco más sobre los hábitos de lectura y libros favoritos de miembros del Consejo Pastoral de Coalición por el Evangelio y otros pastores y líderes del pueblo de Dios. En esta ocasión, conversamos con Samuel Masters, quien es rector del Seminario Bíblico William Carey en Córdoba, Argentina.
Otras entradas en la serie: Sugel Michelén, José Mercado, Patricia Saladín, Rafael Alcántara, David Sills.
¿Qué está leyendo ahora mismo (dentro y fuera de la Biblia)?
Mi esposa y yo estamos siguiendo un plan para leer la Biblia completa en un año que ofrece YouVersion. Nos gusta porque se puede escuchar la grabación, y así la Palabra de Dios entra por los ojos y los oídos simultáneamente. Siempre luchamos por no atrasarnos; hasta ahora vamos al día.
Fuera de la Biblia siempre estoy leyendo varios libros en paralelo. En este momento estoy escalando un monte Everest de libros relacionados con el doctorado que estoy terminando. Muchos son libros relacionados con la historia de los bautistas y, en particular, el ministerio misionero de William Carey.
También estoy leyendo varias cosas del puritano John Flavel. Lo mencioné en unos mensajes en nuestra iglesia y un querido hermano me regaló sus obras completas, las cuales son, sin duda, un tesoro. Mi plan es donar estos libros a la biblioteca del Seminario Carey, pero por ahora se ven muy bien en mi oficina.
Además, siempre tengo a mano algún libro de ficción. No siempre es ficción de alto nivel literario. Mucho de lo que se estila como ficción literaria me aburre. La buena ficción atrae con la narrativa y le permite al lector experimentar una vida paralela. Lo mejor que he leído últimamente es “Un día en la vida de Iván Denisovich” de Alexander Solzhenitsyn.
¿Cómo es que leer nos ayuda a cumplir la Gran Comisión de manera más efectiva?
La extensión en la lectura nos permite conocer mejor el mundo que debemos alcanzar. Conocer un poco de muchas cosas permite asomarnos al mundo mental y espiritual de otras personas. Creo que es bueno profundizar en la teología, y también es bueno extenderse en una gran variedad de otros temas como la ciencia, la filosofía, las artes y, sobre todo, la historia.
¿Qué consejo tiene para alguien que tiene muchas responsabilidades familiares y ministeriales, y siente que no tiene tiempo de leer?
Apagar el televisor. Cerrar Facebook. Leer en la noche antes de dormirse. Siempre llevar un libro durante el día para leer en el transporte público o en una fila para pagar una cuenta. Lo que más hace falta es el deseo. Si hay curiosidad intelectual y hambre espiritual, uno encuentra momentos para leer.
¿Podría recomendarnos algunas biografías de misioneros que puedan exhortarnos en nuestro servicio al Señor?
Hay una biografía de William Carey dando vueltas en PDF por el internet. El libro original de James Culross es muy bueno. La traducción al castellano no tanto. Juan Leyton, director del Seminario Carey está haciendo una nueva traducción. Estimamos que va a estar terminada en un mes. Si nos escriben a [email protected], les mandaremos el libro electrónico gratis.
¿Cómo podemos formar hábitos de lectura de la Biblia y de otros libros?
A largo plazo, ningún hábito es sostenible si no corresponde con las motivaciones genuinas del corazón. Establecer un legalismo personal en la lectura solo produce frustración. Si la realidad es que no me interesa la lectura, debo empezar por pedirle al Señor que me cambie el corazón.
Segundo, debo entender el valor que el Señor le da a la palabra escrita y la lectura. El Dios que envió su Hijo a hacerse ser humano, dejó su inerrante Palabra plasmada en las páginas de la Biblia.
Hay muchas cosas prácticas que podríamos decir en cuanto a cómo ser mejor lector, pero podemos comenzar con el refrán que dice “la práctica hace al maestro”. En otras palabras, se aprende haciendo. En este sentido quizás no haya mejor consejo que el de aquella voz que escuchó Agustín de Hipona: Tolle, lege (“Toma, lee”).
