Escuché el nombre del pastor John Piper por primera vez en 2005, durante un sermón de Francis Chan. Ese mismo día fui a Google a buscar quién era ese hombre. Desde ese día hasta hoy, Dios ha usado al pastor John para ayudarme a ver más Su gloria y Su belleza en Cristo y por medio del Espíritu Santo.
Antes de graduarme de la universidad, ya pensaba en continuar mis estudios teológicos. Hablé con mi esposa y comenzamos a orar por el lugar a donde Dios nos enviaría. Por unos meses estábamos seguros que sería en Louisville, pero no fue así. En la providencia de Dios conocí al pastor Luis Méndez, quien me animó a aplicar al seminario de Bethlehem, donde John Piper es canciller. Así que apliqué y para la gloria de Dios me aceptaron. Mi esposa y yo salimos a Minneapolis el verano de 2012.
Durante cuatro años estuve aprendiendo, no solo la teología del seminario y de Piper, sino la cultura y el carácter detrás de su teología. Estas son cinco cosas que Dios me enseñó a través de John Piper y mis otros profesores.
1) El fin de los propósitos de Dios: la gloria de Dios
“Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro”. (Is. 48:11)
La gloria de Dios es el fundamento de todo lo que hacemos, por lo tanto, debemos hacer todo para la gloria de Dios. Pero, ¿qué significa glorificar o amar a Dios? El pastor Piper lo explica de esta manera: “Amar a Dios no significa satisfacer sus necesidades. Al contrario, es deleitarse en Él y ser cautivado por su poder y gracia gloriosa, y valorarlo sobre todas las cosas en esta tierra… el fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre”.
Nosotros —en Cristo y por la gracia de Dios a través del Espíritu— podemos ver Su gloria preciosa, deleitarnos en ella, y contemplarla todos los días de nuestra vida. Jesucristo es el conocimiento de la gloria de Dios (2 Cor. 3:14-18 y 4:1-6). Este es el propósito por el que Dios creó el mundo: que tú y yo nos deleitemos en darle gloria en Cristo y a través de su Espíritu.
2) El medio para glorificar a Dios: las misiones en Cristo
No hay duda alguna de que Dios está en una misión. Por lo tanto, nosotros también estamos en una misión. Como lo explica el pastor John, el “propósito [de Dios] en la creación es que Él sea conocido, y adorado, y disfrutado, y reverenciado por todos los grupos étnicos de la tierra”. Esa misión fue consumada por Jesús y continúa sus efectos salvíficos por medio de la Iglesia en el poder del Espíritu Santo.
Así que el medio para glorificar a Dios es la misma misión: Enviar a Cristo para salvar a su pueblo y que le glorifiquen. No solo aprendí que el fin de la creación es la gloria de Dios, sino que “misiones existen porque la adoración no existe”. El fundamento para la salvación, el fundamento para las misiones, y el fundamento para la plantación de iglesias es que Jesús vino a vindicar la gloria de Dios y justificar a su pueblo por medio de su obra en la cruz.
3) La ventana para ver y proclamar la gloria de Dios: su Palabra
Recuerdo la primera vez que llegué al servicio de la iglesia de Bethlehem. Rápidamente noté el “famoso” púlpito donde por años predicó el pastor Piper. Lo primero que llamó mi atención era lo grande que es y su ubicación en el centro del auditorio. Ambas características tienen un propósito: la centralidad de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia.
Tanto en los servicios como en las clases del seminario, lo que más se enfatizaba era el ser diligentes en el estudio de la Palabra de Dios. Solo a través de ella podemos ver más y más la gloria de Dios en Cristo y por medio del Espíritu. Cada lunes teníamos mesa redonda con el pastor John, y recuerdo una ocasión en que nos dijo, “Ustedes tienen que primero venir a la Biblia, ser estudiosos del texto primero antes que ir a un comentario”. Por supuesto, no es que esté mal estudiar los comentarios, pero lo que aprendí es que la prioridad es ver lo que dice la Biblia, y luego confirmar lo aprendido con los comentarios.
Debemos vivir día a día siendo estudiantes de la Palabra, no meramente para encontrar relaciones gramaticales o la idea principal de un versículo, sino beber de ella para contemplar la belleza de la gloria de Dios en Cristo.
4) Un fruto de ser cautivado por la gloria de Dios: la humildad
En la vida de cada profesor pude ver Jeremías 9:23-24 y 1 Pedro 5:6-7 hechos carne. Fue sorprendente para mí ver que estos profesores conocidos y con tantos reconocimientos académicos prefirieran que se les llamara por su nombre en lugar de por sus títulos. Ellos eran mis pastores antes de ser mis profesores.
El pastor John Piper, como la mayoría de los maestros, vive sin muchos lujos, y ha enseñado tanto a la congregación como a sus estudiantes que todos somos iguales, que todos necesitamos del mismo Salvador y del uno al otro. Con el simple hecho de que conocieran el nombre de cada estudiante, es evidente el tiempo que han pasado orando por ellos. La humildad de estos hermanos se debe a su gran dependencia de Dios por medio de la oración.
5) La gloria de Dios apreciada y expresada: el intelecto y los afectos
En Bethlehem se enseña que el intelecto no está divorciado de los afectos. No puedes expresar la adoración correcta sin que tu teología sea correcta, ni puedes tener la información correcta si no te lleva a adorar a Dios. Esto es lo que pastor John escribe en su libro “Piense: La vida intelectual y el amor de Dios”. Una de las bendiciones de estar en Bethlehem fue que pude ver cómo el pastor John prepara un banquete espiritual semana tras semana, y junto con esto estaba el deseo de que Dios fuera atesorado más y más.
Dios ha sido muy bueno conmigo y con cada estudiante de Bethlehem. Afortunadamente, no necesitas ir a este seminario para ser bendecido por la vida y la enseñanza del pastor John. Muchas de sus predicaciones, conferencias, y libros están disponibles en el internet sin costo alguno. Y el Libro del que él no deja de hablar está disponible para ti. Invierte tu tiempo en la Escritura, para que así Dios se muestre más y más a tu vida en Cristo y por su Espíritu.
