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Las mujeres solteras no deben temer la sumisión

Pocas cosas pueden intimidar a una mujer soltera como el llamado a someterse a un hombre que no conoce todavía.

¿Significa ser rechazada constantemente en la toma de decisiones? ¿Que se nos ordene todo el tiempo? ¿Perder nuestra libertad e identidad real?

La indignación se alimenta del miedo

Algunas mujeres solteras pueden protestar ante la idea de que un día seremos llamadas a someternos a un marido. ¿Está él calificado para liderar? ¿Por qué debería renunciar a mi independencia? Si los hombres y las mujeres son iguales en valor, ¿por qué nuestros roles deberían ser distintos?

En el corazón de nuestras objeciones —al menos para aquellas de nosotras que todavía no hacemos frente a estos problemas en una relación seria— hay, simplemente, miedo. Tememos que en el matrimonio nos veamos obligadas a sacrificar nuestras opiniones, sueños, metas, y personalidades. Una cosa es tomar estos temores en serio y hacerles frente, pero a menudo es más fácil simplemente desechar completamente la idea de la sumisión. De esa manera ya no sentimos tanto miedo, y no tenemos que admitir que el problema está en nosotros.

Pero cuando ignoramos nuestros temores de esta manera, nos demos cuenta o no, estamos también aceptando una mentira. A Satanás le encanta distorsionar el amor y nuestra visión de Cristo, y por lo tanto, quiere deformar nuestra visión del matrimonio. Cuando creemos que nuestra futura sumisión a la autoridad de nuestro esposo es arbitraria, cruel, u opresiva, inadvertidamente nos tragamos la mentira de que la autoridad de Dios sobre nuestras vidas es arbitraria, cruel, y opresiva. Pero eso no podría estar más lejos de la verdad.

Si nos casamos con un hombre no creyente o no piadoso, no debemos esperar que él nos ame como Cristo ama a la Iglesia. Pero si nos casamos con un hombre con un corazón sometido a Dios, no necesitamos tener miedo de someternos a él. Si tememos lo que la sumisión a una autoridad piadosa podría quitarnos, nuestra respuesta no debe ser desafiar esa autoridad, sino examinar nuestros miedos. Cuando Pablo dice que los esposos deben amar a sus esposas como Cristo ama a la Iglesia (Efesios 5:25), nos da un retrato de la clase de hombre con el que algún día debemos casarnos, y someternos, y así ser parte en imaginar la relación entre Cristo y su Iglesia (Efesios 5: 22-23).

El llamado de la sumisión: recibir amor

Nuestra sumisión a Dios debe formar nuestra visión de la sumisión a un esposo. La mayor fuente de poder es mantener una perspectiva correcta del amor de Dios. Nos da una idea clara de lo que la sumisión significa para nosotras como futuras esposas.

El mandato a los esposos a amar como Cristo no es pequeño ni insignificante. El amor de Cristo no tiene la intención de degradar, devaluar, o detenernos. Nos da libertad, protección, dirección, y provisión. Es para nuestro bien, no nuestro mal (Jeremías 29:11). Este es el tipo de amor que estamos llamadas a abrazar con gracia en el liderazgo de un esposo.

El amor de Cristo es bondadoso

El amor de Cristo es dócil y bondadoso, y esto es lo que Él manda a los esposos (Colosenses 3:19; 1 Pedro 3:7). Cristo convence a su Iglesia a través de la bondad y la exhortación, y no a través de la vergüenza o juicio (Romanos 2:4), ya que Él ha eliminado la maldición del juicio de la ley (Gálatas 3:13). Nos habla con dulzura para atraernos a Él. El amor basado en Cristo es bondadoso cuando ejerce autoridad, pues busca nutrir y fortalecer la relación.

El amor de Cristo es lleno de gracia

El mandato de Pablo es claro, ya que compara el amor de un esposo con el amor de Cristo. El fundamento del amor de Dios y el sacrificio de Cristo es la gracia (Romanos 3:24), la cual no nos podemos ganar y no merecemos. Cuando no estamos a la altura de lo que se supone que debemos ser —y sucede a diario— el amor de Cristo nos atrae de nuevo a la verdad y nos da la bienvenida con brazos abiertos. No lleva un registro de nuestros defectos, y se alegra rápido cuando nos volvemos del pecado (1 Corintios 13:5-6).

El amor de Cristo es semejante al corazón de un un siervo

Cristo vino a este mundo para servir (Mateo 20:28).

Cuando nos sometemos a un esposo con un liderazgo como el de Cristo, estamos siguiendo a alguien que desea lo que es mejor para los demás, colocándolos por encima de lo que puede ser más cómodo para él. Un liderazgo así sigue la voluntad de Dios por encima de su propia voluntad (Lucas 22:42).

El amor de Cristo trae libertad

Como seguidores de Cristo, tenemos libertad a través de Cristo ya que, de acuerdo a su Palabra, vivimos en la voluntad de Dios para nuestras vidas (Gálatas 5:1). Cuando amo como Cristo, estoy reforzando la libertad que Cristo ganó para mí. El deseo de un esposo debe ser que vivamos de acuerdo al mandato de Dios, siguiendo su llamado en nuestra vida, y comprometiéndonos a utilizar el tiempo y habilidades que Dios nos ha dado; no como esclavos, sino como hijos de Dios que han sido libertados.

La sumisión a la autoridad divina no es esclavitud. De hecho, el matrimonio más libre es aquel que es guiado por la ley de Cristo (1 Corintios 9:21) y es capaz de caminar obedientemente en la libertad que hay en Él (Gálatas 5:1).

Libre para someterse sin temor

Todo lo que Dios ha mandado está diseñado para darle honor a Él y para darnos gozo. Seguir sus mandatos y recibir su amor, incluyendo el amor que da a través de un esposo, no siempre será fácil. Nuestro pecado continuamente se interpone en el camino. Pero Dios nos ha mostrado que es bueno, y que es para nuestro bien.

Si la visión complementaria del matrimonio que enseña la Biblia te da temor, ataca tus miedos al descansar en la bondad, la gracia, y la seguridad de Cristo. Estas cosas nunca cambiarán, y con la ayuda de Dios, tu futuro esposo puede reflejar más y más estas virtudes mientras te lidera. Cuando aceptamos nuestro rol ordenado por Dios al nutrir y afirmar el liderazgo piadoso, contribuimos a un hermoso y único despliegue del amor de Dios. Llamamos la atención del mundo y escogemos hacer un impacto eterno a través de algo temporal.

Si te casas con un hombre comprometido con este Cristo, y este evangelio, y esta visión dada por Dios para el matrimonio, no tienes que temer. Este tipo de amor sacrificial y sumisión amorosa es algo para celebrar.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Addis Álvarez.
Imagen: Lightstock
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