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En los pasados días se publicó la noticia del juicio contra el Dr. Kermit Gosnell en el área de Filadelfia. El Dr. Gosnell fue arrestado en enero del 2011, acusado por ocho cargos de asesinato y por la práctica negligente de la medicina. Los cargos de asesinatos son en relación a la muerte de una paciente y de niños que nacieron vivos y que fueron asesinados tras el parto. Durante la investigación del caso se recuperó evidencia de que en la clínica del Dr. Gosnell cientos de niños fueron asesinados luego de nacer. El Dr. Gosnell practicaba abortos después de las 24 semanas de gestación, práctica que es catalogada como ilegal en ese estado de Pensilvania. El Dr. Gosnell provocaba el parto de los niños, y tras su nacimiento les cortaba la columna con una tijera. Pocos casos en la nación americana muestran tanta maldad e influencia satánica en la sociedad. El asesinato de niños es el gran holocausto de estos tiempos. Lo que ha causado gran controversia en los Estados Unidos es que estos acontecimientos, hasta hace una semana, no ha sido publicada por los medios de noticias. Una historia de esta naturaleza debe ser anunciada para mostrar la horrenda verdad de los abortos de gestación avanzada. Pero los medios liberales, que promueven la agenda pro aborto, decidieron obviar esta historia porque es contraria a los argumentos que ellos defienden. Los medios están abiertos a mostrar el lado radical de las personas pro vida, pero no el lado radical del lado pro aborto. Quisiera reflexionar en varios aspectos de esta desgarradora historia.

Lo horrendo de los abortos 

Desde mi perspectiva, no hay atrocidad mayor que se esté cometiendo en el mundo que el genocidio de niños inocentes. Las estadísticas muestran que más de un millón de abortos se practican anualmente en los Estados Unidos. Para poner esta cifra en perspectiva, en los últimos seis años se ha matado la misma cantidad de personas que las que murieron en el holocausto nazi, y el número continua en aumento. Los cristianos creemos que la vida comienza en la concepción y que cada aborto, sin importar la etapa en que se realice, constituye el asesinato de una vida. En este artículo no entraremos en las polémicas sobre los abortos en los que la vida de la madre está en peligro, o cuando el embarazo es producto de una violación. La realidad es que la gran mayoría de los abortos son realizados decisivamente por conveniencia; ya sea porque el niño es producto de un embarazo no deseado o porque el niño ha sido diagnosticado con alguna enfermedad. El Salmo 139:13-15 afirma que Dios es el que forma a las criaturas en el vientre y condena el abuso contra los inocentes. No quisiera sonar arrogante, pero si la definición bíblica de la vida es la concepción, entonces cualquier aborto es asesinato. 

Es la responsabilidad de la iglesia

La iglesia tiene la responsabilidad de luchar por la vida de los inocentes e indefensos. Como vemos, ni los medios de comunicación ni el gobierno van a defender a estos niños. Estamos solos en esta lucha, y puede parecer una lucha perdida. Uno de los problemas que enfrentan las iglesias locales es saber distinguir en qué situaciones involucrarse. Hay tantas cosas por hacer, evangelizar, defender la integridad del matrimonio en la sociedad, hacer obra social, etc., que en el proceso tendemos a dar prioridad a algunas cosas y a descuidar otras. Es mi convicción que el tema de luchar contra el aborto debe estar entre las prioridades principales de la iglesia de este tiempo. No queremos fallar en este tiempo crucial que Dios nos ha puesto para defender la santidad de la vida del inocente. No queremos callar y hacernos de la vista larga a la realidad de los miles que mueren diariamente. Dios es un Dios de justicia, y la iglesia es el instrumento de Dios en la tierra para reflejar y defender lo que es justo en momentos como estos. Déjame aclarar algo: no estoy hablando solamente de ir a protestar o hacer cabildeo político. Estoy hablando también de tener estructuras para apoyar, amar y cuidar a las mujeres que se encuentren en el momento crucial de tener la tentación de abortar. Nuestro compromiso debe comenzar por tener una postura de amor y misericordia, de tal forma que estas mujeres puedan sentirse cuidadas y apoyadas para recibir la ayuda de la iglesia en estos momentos. La iglesia debe ser firme en su retórica, pero amorosa en su actitud ante este tema.

Cristo valoró más la vida de otros que su propia vida 

Si tienes dudas sobre la importancia de luchar contra el aborto, mira a la cruz de Cristo. Al final, nuestra motivación en todo lo que hacemos debe nacer del evangelio, de la obra de Cristo en la cruz por su iglesia. Lo que nos mueve a defender vidas inocentes es que Cristo valoró más la vida de otros que su propia vida. La cruz es un escándalo donde el inocente se da por el culpable, para que el culpable tenga una rectitud que lo hace inocente ante los ojos de Dios. La respuesta de todo aquel que ha experimentado la misericordia redentora de Dios es la de valorar la vida. Los culpables en este caso queremos defender las vidas de los inocentes. En cierto sentido, la obra de Cristo de encarnación y sacrificio es apoderada por la iglesia en defensa de aquellos que no pueden defenderse. Concluyendo, defendamos las vidas de aquellos que no pueden defenderse poniendo en práctica el amor y la misericordia, pero también la firmeza y la valentía. Nosotros, como iglesia, no debemos mirar atrás y ver que desperdiciamos la oportunidad dada por Dios de mostrar la obra de su Reino en nosotros al defender, de forma sacrificada, a estos niños que necesitan de nuestra defensa.

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