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Nota del editor: Esta es una serie en dos partes donde se considera la pregunta: “¿Deben obligadamente diezmar los cristianos hoy en día?”. Lee la primera parte aquí, donde se argumentó en contra.

¿Ordena la Biblia que los cristianos diezmen, y si es así, es el 10% lo requerido, como lo expresa el Antiguo Testamento? Creo que la respuesta es sí. El diezmo es esencial para la santidad, vital para el trabajo constante de la Iglesia de Cristo, y requerido para recibir la bendición de Dios.

Mi argumento, en pocas palabras, es este: el requisito del diezmo precedió a la ley mosaica, fue codificado en ella con aspectos ceremoniales añadidos, y fue afirmado por Jesús como obligación para sus seguidores.

El diezmo antes de Moisés

Las primeras referencias explícitas al diezmo aparecen en Génesis 14, donde Abraham diezmó a Melquisedec, y en Génesis 28, donde Jacob promete dar a Dios “una décima parte”. ¿Pero de dónde vino la idea de diezmar? Muchos argumentan que Abraham y Jacob simplemente estaban siguiendo las costumbres de las naciones a su alrededor, pero las Escrituras apuntan en una dirección diferente. En Génesis 26:5, Dios dice: “Abraham Me obedeció, y guardó Mi ordenanza, Mis mandamientos, Mis estatutos y Mis leyes”. Este lenguaje es casi idéntico a las instrucciones posteriores sobre la ley mosaica. Este pasaje implica que Dios dio a su pueblo más leyes de las que están escritas en Génesis.

Está claro en Génesis 4 que la primera familia sabía que tenían la responsabilidad de dar a Dios una porción de lo que Dios les había dado. Incluso se les hizo responsables por el tipo de ofrenda que dieron. Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín. Además, puesto que el Antiguo Testamento vincula más tarde la ofrenda del “primogénito” y las “primicias” al diezmo, es posible que la ofrenda de Abel fuera aceptada precisamente porque era un diezmo. El Antiguo Testamento es claro en que el pueblo de Dios tenía que devolverle a Él, y que Él les había dado instrucciones de lo que eso implicaba.

Algunos han sugerido que solo fue en una ocasión donde Jacob tuvo que diezmar, en Génesis 28. Pero como observó John Currid, el verbo “diezmar” describe acciones frecuentes y múltiples. Jacob parece estar “haciendo un compromiso de toda la vida con Yahweh en cuanto al diezmo”.

¿Por qué Moisés registra estos acontecimientos? Puesto que más tarde registra el mandato de Dios a diezmar, no pudo haber sido para mostrar la adaptación de Abraham y Jacob a las costumbres de las naciones, sino para mostrar su piedad.

Además, el escritor de Hebreos muestra lo apropiado del diezmo de Abraham dado que fue dado al “sacerdote del Dios Altísimo” (He. 7:1). Hay un sentido inherente de continuidad en Hebreos 7 que conecta el diezmo de Abraham con los diezmos que los levitas recibieron (y dieron) bajo el pacto mosaico. Esto es sorprendente ya que esta era una carta cuya intención era mostrar aspectos del antiguo pacto que ya no se aplican a los creyentes del nuevo pacto. Sin embargo, lejos de revelar la discontinuidad, Hebreos deja la impresión de que los cristianos también diezmarán a su eterno sumo sacerdote.

En estos pasajes, el aparente requisito del diezmo viene antes de la entrega de la ley mosaica, y no está ligado a ella. Así, mientras que el diezmo se codifica en el antiguo pacto (mosaico), no puede ser descartado como parte del antiguo pacto que se ha cumplido en Cristo, ni tampoco creer que ya no se aplica a los creyentes del nuevo pacto. Estos pasajes muestran la piedad de los patriarcas, y establecen lo que Dios espera de su pueblo.

Todo es de Él

Cuando llegamos a la ley, queda claro que el diezmo es el estándar de Dios para dar. El diezmo ni siquiera pertenece al dador, sino al Señor (Lev. 27:30). El pueblo de Dios ni siquiera pensaba que el diezmo era suyo y que podían hacer con él lo que quisieran. Era del Señor, y se lo devolvían automáticamente.

Bajo la ley mosaica, parece haber tres diezmos: un diezmo regular dado para apoyar a los sacerdotes y la obra del templo; un “diezmo del festival” para la celebración de las fiestas requeridas (cf. Dt. 12: 17-19); y un “diezmo de caridad”, dado cada tres años al levita, al extranjero, al huérfano, y la viuda (Dt. 11:28). Si esto es cierto, los israelitas fueron en realidad obligados a dar 23.3% de sus ingresos, no el 10%.

Muchos eruditos del Antiguo Testamento no los ven como tres diezmos separados, sino como tres usos del diezmo. Sin embargo, aunque hubiera tres diezmos, como es probable, no es de extrañar que la cantidad aumentara al casarse con la ley ceremonial, especialmente con los festivales requeridos, todos los cuales se han cumplido en Cristo.

Vemos que esto sucede con el día de reposo, el cual es una ley moral eterna enraizada en la creación, que asume diversos aspectos ceremoniales bajo la ley mosaica. De esto es de lo que Pablo está hablando en Colosenses 2:16, cuando prohibe dejar que cualquier persona juzgue en cuestiones del día de reposo. Bajo el nuevo pacto, los aspectos ceremoniales desaparecen, mientras la ley moral del día de reposo permanece.

Lo mismo sucede con el diezmo. El diezmo básico, que apoya el trabajo del ministerio, permanece aun cuando los aspectos ceremoniales desaparecen. Sin embargo, el diezmo es un mínimo; los cristianos siempre deben dar a los pobres y apoyar otras obras que extienden el reino de Dios (cf. 2 Co. 8-9). El diezmo básico debe ser dado a la Iglesia, para apoyar su trabajo y misión, como se ve en Malaquías 3.

Sin duda la reprensión de Dios hacia su pueblo en Malaquías 3: 6-12 es notable en al menos tres maneras.

  1. Dios acusa a su pueblo de “robarle” al no dar el diezmo (3:8). Esto refleja la enseñanza bíblica de que el diezmo le pertenece a Dios.
  2. De manera casi sin precedentes, Dios desafía a su pueblo a probarlo. El diezmo es siempre una prueba de fe. Es lo suficientemente grande como para causar dolor, y nos obliga a confiar en que Dios proveerá. Pero no es lo suficientemente grande como para angustiar al pueblo de Dios que está viviendo dentro de su provisión y aprovechando sus recursos para su gloria.
  3. Dios promete derramar bendiciones abundantes sobre su pueblo cuando diezman (cf. 2 Co. 9:6). Ningún otro aspecto ceremonial de la ley mosaica atrae condenación de esta manera, excepto ofrecer sacrificios corruptos. Dios desprecia la falta del diezmo.

Jesús enseña el diezmo

Jesús sostiene la obligación del diezmo en Mateo 23:23 (cf. Lc. 22:44). Él condena a los fariseos por su tedioso compromiso con una parte de la ley de Dios —el diezmo— mientras descuidaban “los asuntos más importantes de justicia, misericordia y fidelidad”. Entonces Él declara: “Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquéllas”.

La palabra griega traducida “debían” (dei) es fuerte e indica una necesidad. Podemos traducirlo así: “Debes hacer estas cosas, y sin descuidar estas otras”.

Todo Mateo 23 está dedicado a las prácticas equivocadas y a la enseñanza de los escribas y fariseos. El capítulo comienza aclarando que Jesús está enseñando “a las multitudes y a sus discípulos”. Aquellos que no creen que el diezmo es obligatorio hoy argumentan que Jesús solo se dirige a los escribas y a los fariseos que todavía están bajo el antiguo pacto. Sin embargo, esto pasa por alto el contexto. Estas palabras son para los seguidores de Jesús. En otras partes Jesús no se opone a dejar de lado las partes de la ley que ya no aplican a sus discípulos (cf. Mr. 7:19). Pero al enseñar a sus discípulos, Jesús sostiene la ordenanza del diezmo.

Dios ha sido fiel

Mi esposa y yo hemos estado comprometidos con el diezmo durante nuestro matrimonio. Esto se convirtió en un desafío cuando criaba a seis niños y enseñaba en una escuela cristiana, y después en el seminario. Fue especialmente difícil cuando vivíamos en la costa norte de Boston, una de las zonas más caras de América. No solo diezmamos, sino que también dimos más allá de nuestro diezmo cada año para apoyar las misiones.

Creemos que el diezmo debe venir de nuestro ingreso total, para que Dios reciba su diezmo antes de que el gobierno reciba su parte. El Señor ha provisto constantemente todas nuestras necesidades y nos ha dado mucho más de lo que pudiéramos esperar.

En una época en la que los estudios nos dicen que los cristianos evangélicos dan menos del 3% de sus ingresos a la iglesia, o a cualquier ministerio, exhorto a todos a aceptar el desafío de Dios. Comprométete con el diezmo bíblico. Dios no promete hacerte rico, pero Él proveerá tus necesidades y derramará bendiciones sobre ti.

Como he oído decir, no puedes dar más de lo que Dios da.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Yajaira Marmolejo.
Imagen: Lightstock.
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