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“Así hablen ustedes y así procedan, como los que han de ser juzgados por la ley de la libertad.” Santiago 2:12.

La ley de Dios es perfecta en su propósito de revelarnos el carácter santo y justo de Dios, así como nuestra inhabilidad para cumplir perfectamente la esencia de los requerimientos de ella: amar a Dios con todo el corazón, toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas.

También se nos recuerda que Jesús dijo que el segundo mandamiento más grande era amar al prójimo como a uno mismo, y que esto es ahora la ley del reino, como dice el vs 8. 

Este mandamiento, de amar al prójimo y mostrar misericordia, así como también nosotros hemos recibido misericordia, es ahora una expectativa para nosotros como hijos de Dios. El actuar con favoritismo, por ejemplo, y como vemos en este pasaje, es actuar sin consistencia con nuestra fe y desobedeciéndolo. 

Por eso, el versículo dice que, en lo que se refiere a vivir nuestra fe, vivamos como si fuéramos a ser juzgados también por esta otra ley.

Sin embargo, “La misericordia triunfa sobre el juicio” (vs. 13) y esas son las Buenas Noticias para ti y para mí. 

Esta ley de amor es una ley de libertad, no de esclavitud. 

Se trata de vivir en la realidad de saber que Otro fue juzgado y castigado en nuestro lugar. Santiago, entonces, nos invita en su epístola a considerar las implicaciones de vivir justificados ante Dios por la obra de Su Hijo en nuestro favor al cumplir la ley de Dios a la perfección. 

Vivimos bajo el favor de Dios con la libertad y el gozo, para expresar nuestra gratitud en amor a Él y a los demás. Por eso Rom. 13:10 dice que “el amor es el cumplimiento de la ley.”

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

Foto: Lightstock
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