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La intimidad marital es mucho más que la sexualidad. 

El tipo de intimidad que normalmente ayuda a las mujeres a sentirse más conectadas a su esposo es la intimidad emocional. Cuando combinas las palabras “emocional” e “intimidad”, normalmente los hombres tienen ideas sobre lo que significa cada palabra por separado, pero se les dificulta ponerlas juntas.

La intimidad emocional se trata de compartirnos. Es la sensación de ser conocido. La idea de ser conocido es uno de los eufemismos más comunes para la intimidad física en la Escritura (por ejemplo, Génesis 4:1), en parte, porque los conceptos están muy interconectados. Y sin embargo, “conocer” a alguien no es simplemente un eufemismo, porque Dios dice a su pueblo a través de su profeta: “Sólo a ustedes he escogido (he conocido) de todas las familias de la tierra” (Amós 3:2). Obviamente, esto no puede significar la intimidad física. En cambio, significa un conocimiento experiencial de una persona en su totalidad: corazón, mente, y alma.

Algunas veces conocer a alguien a este nivel significa simplemente estar allí con ellas en un momento importante. Significa reírse juntos de las rarezas de la vida, y llorar juntos por las crueldades de la vida, y juntos estar ansiosos en los misterios de la vida. Este tipo de intimidad sucede libre y fácilmente cuando una relación se inicia por primera vez. Pero a medida que pasa el tiempo, y la familiaridad se establece, el deseo que una vez casi nos consumía comienza a declinar. Simplemente, ya no pasa más. El ser verdadera y profundamente conocido requiere de mucho trabajo.

La intimidad emocional pasa por una transición; de esas experiencias intensas y constantes de descubrir todo tipo de cosas nuevas acerca de tu cónyuge, a los altibajos más sutiles de la vida normal en el día a día. ¿Cómo se mantiene y enciende la intimidad emocional? Con buena comunicación. Y más importante aún, con escuchar bien. Escuchar con calidad lleva a un conocimiento de calidad. La intimidad en el matrimonio se encuentra en versos conocidos como Santiago 1:19 y Proverbios 18:13.

¿Qué significa escuchar?

Entonces, ¿qué significa “escuchar con calidad”? En primer lugar, significa escuchar sin distracciones. A menudo “escuchamos” con los teléfonos en nuestras manos, o con la televisión encendida, o mientras tratamos de deshacernos de otra tarea en nuestra lista de quehaceres. Podemos ser los mejores en “multitarea”, pero para quien nos habla le estamos comunicando: “Estas otras actividades son más importantes que tú”. Deja el teléfono, apágalo o ponlo aparte por un minuto. Y si no puedes porque algo requiere tu atención inmediata, pregunta a tu esposa si está bien hablar después, cuando puedas prestar mayor atención.

En segundo lugar, escuchar bien significa escuchar con el fin de comprender, y no de solucionar. Los hombres en particular se tropiezan en este punto. La principal tarea de escuchar es entender a alguien, saber lo que se siente ser ese alguien, y experimentar lo que ha experimentado. A menudo, cuando escuchamos a alguien hablar, simplemente estamos esperando para responder. A veces, solo tratamos de ayudar. En otras ocasiones, buscamos una solución rápida para que sigan adelante. Frecuentemente solo intentamos defendernos. En cualquier caso, nos preocupa más encontrar una solución que comprender a nuestras esposas.

Ser un buen oyente significa escuchar teniendo en mente los intereses de alguien más, no los nuestros.

Dos oportunidades para escuchar bien

Aunque no siempre se requiere escuchar bien (a veces respuestas sencillas o corteses son todo lo que necesita el amor), hay dos contextos específicos en los que es especialmente valioso. El primero viene cuando tu esposa quiere contarte sobre algo que le interesa. Cada conversación como esta es una oportunidad para conectarse. ¡Ellas quieren ser conocidas! Eso es intimidad emocional.

Tu esposa podría estar hablando sobre una molestia en el trabajo, o una dificultad con una amiga, o diferentes tipos de cosas que son importantes para ella. Escucharla adecuadamente cuando habla esos temas, ya sean positivos o negativos, genera confianza en tu relación. Tu esposa sabrá al terminar de hablar que realmente te preocupas por lo que es importante para ella. Esa confianza cultiva conexión e intimidad.

La segunda gran oportunidad para escuchar bien viene en alguna forma de conflicto personal. Escuchar bien en este contexto es doblemente difícil porque no solo tienes que resistir la tentación de solucionar el problema, también tienes que resistir la tentación de defenderte a ti mismo. No eres un tapete. La verdad debe manifestarse. Si hay alguna acusación contra la cual se requiere defensa, habrá tiempo para eso. Pero primero, tiene que existir un escuchar activo y de calidad. Escuchar bien en medio de un conflicto disminuye la cantidad de desconfianza en la relación.

La mayoría de las personas creen que la confianza y la desconfianza son polos opuestos del mismo espectro, pero en realidad son dos espectros completamente separados. Tanto la confianza como la desconfianza pueden ser grandes (típico en una nueva relación), o pequeñas (típico en la familiaridad), o en algún punto intermedio. Queremos gran confianza con poca desconfianza; este es el mejor escenario para una intimidad emocional intensa. 

Una prueba para escuchar bien

¿Cómo sabes cuando has sido un buen oyente? Cuando tu esposa puede decir sí a la siguiente pregunta: ¿Te sientes recibida, comprendida, y valorada?

Sentirse recibida significa que no estamos distraídos o a la defensiva, sino que realmente nos involucramos en el proceso de escuchar. Sentirse comprendida significa que no estamos añadiendo o interpretando con exageración, sino que realmente entendemos lo importante de lo que tratan de decirnos. Sentirse valorada significa que no somos despectivos o humillantes, sino que realmente nos interesamos por cualquiera que sea su preocupación en particular.

Compartir experiencias juntos y ser un oyente de calidad toma tiempo y dedicación. Sin embargo, los dividendos que esto paga a nuestras relaciones hace que sea una de las inversiones más gratificantes que se pueden hacer en un matrimonio, que lleva a una mayor sensación de gozo, satisfacción, y seguridad para ambos cónyuges. Más importante, sin embargo, es algo a lo que Dios nos llama como testimonio de cómo Él nos escucha amorosamente.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Wilmer Rodríguez.
Imagen: Lightstock
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