¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

A menudo hemos amado lo que aprendemos acerca de Dios más que a Dios mismo.

La Biblia nos advierte de los peligros que vienen con nuestro conocimiento de Dios, especialmente para los teológicamente refinados y convencidos. “No se puede servir a Dios y la teología”. La buena teología es un medio para disfrutar y adorar a Dios, si no, es inútil.

¿Se ha convertido tu teología en idolatría? ¿Tu conocimiento de Dios irónica y trágicamente te ha alejado de Él, en lugar de traerte más cerca de Él? Aquí hay nueve preguntas que pueden ayudar a diagnosticar la idolatría teológica en tu propio corazón y mente.

1. ¿Tu teología te acerca a Dios?

¿Tener un mayor conocimiento de Dios te lleva a una oración más profunda? Tal vez la prueba más segura de nuestra teología es si produce una mayor intimidad con Dios. Nadie tenía que decirle a Jesús nada acerca de Dios, pero eso de ningún modo disminuyó su necesidad de orar. En vez de eso, profundizó y avivó su compromiso a encontrarse con su Padre celestial en oración (Mar. 1:35).

Tim Keller dice,

“La prueba infalible de integridad espiritual, Jesús dice, es tu vida de oración privada. Mucha gente ora cuando es requerido por las expectativas culturales o sociales, o tal vez por la ansiedad causada por circunstancias preocupantes. Aquellos que tienen una relación auténtica y viva con Dios como Padre, sin embargo, tienen el deseo interior de orar, y por lo tanto van a orar a pesar de que nada en el exterior les presione a hacerlo” (La oración).

2. ¿Tu teología te moviliza?

¿Tener un mayor conocimiento de Dios te moviliza más al mundo? Conocer más de Dios y su Palabra debe agudizar nuestra carga por el mundo que nos rodea. Que vean y conozcan y amen la verdad que hemos visto y conocido y amado. En cada capítulo estudiado, cada capítulo memorizado, y cada doctrina entendida debería haber un impulso de ir y decírselo a alguien.

Jesús ora esta comisión sobre nosotros,

“Ahora han conocido que todo lo que Me has dado viene de Ti; porque Yo les he dado las palabras que Me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de Ti, y creyeron que Tú Me enviaste. Como Tú Me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo…. para que el mundo sepa que Tú Me enviaste, y que los amaste tal como Me has amado a Mí”, Juan 17:7-8, 18, 23.

El propósito de nuestro saber acerca de Dios es que el mundo también pueda conocerlo. ¿Te mueva tu teología hacia la misión, con mira a hacer mucho de Jesús con atractivo valor donde quiera que te ha colocado?

3. ¿Tu teología te libera para sacrificarte en amor por los demás?

¿Un mayor conocimiento de Dios te libera a amar y servir a los demás? La buena teología rompe barreras entre los cristianos (1 Co. 1:10), no las construye. La hostilidad entre nosotros ha sido borrada (Ef. 2:14), y en su lugar hay un amor comprado con sangre, un amor que declara que pertenecemos a Jesús (Jn. 13:35).

Juan escribe: “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn. 4:7-8).

4. ¿Tu teología te mantiene con ganas de aprender?

¿Tener un mayor conocimiento de Dios hace crecer tu deseo de conocerle más? Una marca de teología defectuosa es que está firmemente convencida de que no puede estar equivocada. No, una teología profunda, sana, robusta, y enraizada, ora: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Sal. 119:18).

Un hombre o mujer que conoce verdaderamente a Dios nunca ha aprendido lo suficiente. Después de todo, la teología es el estudio de una persona infinita, un Dios que nunca termina y nunca se agota. La teología, entonces, no es solo un viaje de búsqueda de por vida, sino algo que haremos por el resto de la eternidad.

¿Atesoras suficientemente la verdad para alegremente abrazar la corrección? ¿Estás ansioso por corregir tus ideas equivocadas en tu teología? Si conoces al único y verdadero Dios vivo, siempre querrás aprender más acerca de Él. La buena teología siempre tiene espacio para crecer.

5.  ¿Tu teología te hace humilde?

¿Tener un mayor conocimiento de Dios aumenta tu dependencia de su gracia? Pablo probablemente conocía a nuestro Dios tan profundamente, cabalmente, y personalmente como nadie lo ha hecho. En lugar de permitir que este conocimiento lo enalteciera, se convirtió en un humilde pero violento enemigo del orgullo. Con audacia declara: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y Su gracia para conmigo no resultó vana. Antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí” (1 Co. 15:10).

Todo lo que soy y sé, lo soy y sé por la gracia de Dios. Y todo lo que puedo lograr en mi vida y ministerio es simplemente otra demostración de su poder, y no el mío. Una vez más, Pablo, el teólogo de teólogos, escribe: “Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero” (1 Ti. 1:15).

6. ¿Tu teología define lo que atesoras y a lo que le das prioridad?

¿Tener un mayor conocimiento de Dios se vierte en alabanza a Él como tu mayor tesoro? Jesús describió la transformación que se produce cuando un corazón verdaderamente conoce a Dios con esta breve historia: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo” (Mt. 13:44).

¿Coloca tu teología en el cielo tu tesoro, en lugar de en casa o en el trabajo o en línea, donde una vez vivió? ¿Darías gustosamente cualquier cosa por tener a Dios para siempre? Mientras más conocemos a este Dios, más nos separamos de las cosas de este mundo, y centramos nuestros corazones, nuestras ambiciones, y nuestros anhelos en Él.

7. ¿Produce tu teología compasión en ti?

¿Tener un mayor conocimiento de Dios te quiebra el corazón por los perdidos y necesitados? A un corazón rescatado por el evangelio le encanta ser un medio de rescate. Jesús, “siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos” (2 Co. 8:9). Por lo tanto, con alegría damos abundantemente de lo que se nos ha dado, siempre que haya necesidad (2 Co. 8:2-4).

Cuando los apóstoles escucharon el evangelio de Pablo, ellos no trataron de corregir nada en su doctrina de la justificación, sino que simplemente le pidieron que recordara a los pobres (Gál. 2:10). Esto sugiere que el ministerio a los pobres y necesitados —física, espiritual, o de otra manera— es cercano al corazón de Dios y crítico para la propagación del evangelio. Aquellos que conocen a Dios verdaderamente, dan a los necesitados liberalmente.

8. ¿Tiene tu teología a Jesús en su centro?

El Dios que encontramos en la Biblia, y en toda nuestra teología, “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). Todo lo que Dios habló antes de Jesús por los profetas, lo dijo acerca de Jesús (Lc. 24:27; Jn. 5:39-40) para preparar al mundo para conocer y amar a su Hijo. Y todo lo que Dios dijo antes de Jesús, lo dijo con más claridad, con más detalle, y con mayor énfasis en Jesús (He. 1:2-4). Jesús es “la imagen del Dios invisible”, y “agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud” (Co 1:15, 19). Conocer a Dios es lo mismo que conocer a Jesús.

Toda teología buena, verdadera, y duradera, se puede reducir a Jesucristo y su cruz (1 Co. 2:1-2). Si el Hijo crucificado de Dios no está en el centro de todo lo que creemos acerca de Dios, tu teología ha perdido su equilibrio, su ancla, y su significado. No; decimos con Pablo: “Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gál. 6:14).

8. ¿Aumenta tu teología tu deseo de ser santo?

¿El conocer más a Dios crea en ti un deseo a ser más como Él? Es un suicidio desconectar el conocimiento de Dios de el buscar ser más a la imagen de Dios. Jesús habló duramente a los hipócritas: “Este pueblo con los labios Me honra, pero su corazón está muy lejos de Mí” (Mar. 7:6). El amor por el pecado expone la mala teología (1 Tes. 4:5).

La buena teología ejerce esa teología contra el pecado. “En mi corazón he atesorado Tu palabra, para no pecar contra ti” (Sal. 119: 11). Dios se da a sí mismo, revelado a través de su Palabra, con el fin de recrear en nosotros su imagen. Y a medida que crecemos en santidad, nuestra luz se incrementa en la oscuridad, revelando más de su gloria a todos los que tienen ojos para ver (Mt. 5:16).

Pedro escribe:

“Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia. Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos”, 2 Pe. 1:3-4.

La oración humilde y llena de esperanza de aquellos que conocen a Dios realmente, verdaderamente, y con alegría, declara: “Dame entendimiento para que guarde Tu ley y la cumpla de todo corazón. Hazme andar por la senda de Tus mandamientos, porque en ella me deleito” (Sal. 119:34-35).


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Hugo Ochoa.
Imagen: Lightstock
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando