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Albert Mohler presentó en un reciente artículo el grave problema del analfabetismo bíblico en las iglesias. Uno de los factores que ha contribuido al problema es que animamos a las personas a leer la Biblia en un año y memorizar versos de una forma que no les ayuda a entender la historia que la Biblia nos comparte. ¿Has conocido a alguien que te puede recitar una gran cantidad de versos bíblicos pero tiene dificultad en poder comunicar el evangelio? Eso pudiera ser un síntoma de haber acumulado versos bíblicos sin entendimiento de los mismos.

Diferencia entre leer y estudiar

Hay una gran diferencia entre leer y estudiar. Podemos leer gran cantidad de páginas de un libro sin comprender nada. Para poder obtener el mayor provecho de lo que leemos no basta con simplemente leer, sino que necesitamos leer con intencionalidad, para comprender y capturar la información y el mensaje que el autor original quiere comunicar a sus lectores. De esta forma, una práctica que podría ser productiva como leer la Biblia en un año, puede dar poco fruto, puesto que no sacamos ningún provecho de la misma. ¿Qué nos sería de mayor beneficio: completar menos pasajes pero entenderlos a cabalidad o leer un gran volumen de capítulos y no tener idea de lo que leímos? No dejemos que la motivación de sentir que leímos la Biblia completa sobreponga a la necesidad de comprender y profundizar en lo que leemos.

Diferencia entre memorizar y entender

Uno de los peligros principales de la práctica de memorizar versículos bíblicos es no saber el contexto en el que se encuentran, y por consiguiente aplicarlos erróneamente. Recibimos el verso del día de alguna aplicación en nuestros teléfonos o de alguna página que seguimos en Facebook. Se nos presenta aislado del resto del capítulo bíblico. Nuevamente, esto puede dar buen fruto, pero puede ser peligroso si lo aplicas erróneamente.

Imagínate que ese día estás a punto de participar en una carrera de 10 kilómetros. Entrenaste mucho tiempo en preparación para este día. Esa mañana en el texto del día recibes Filipenses 4:13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Entonces piensas, “Dios me está hablando, yo soy cabeza y no soy cola”. Llegas a la salida y te colocas junto a los corredores más rápidos de la competencia. Ellos salen a un paso de 5 minutos por milla. Luego de 800 metros no puedes correr más y tienes que recibir atención médica. ¿Qué sucedió? Aplicaste un texto fuera de contexto. Pablo no está hablando de proezas físicas; su mensaje radica en que, sea en abundancia o escasez, Dios nos da la gracia para vivir para Él en ambas circunstancias. Este es el peligro de vivir una vida de versículos aislados: no entiendes los contextos y puedes aplicar la Palabra de Dios de formas no diseñadas por el Autor original.

Estudiar y entender trae renovación

Como creyentes, es de suma importancia que estudiemos y entendamos la Palabra de Dios correctamente. Nuestra santificación por medio de la obra del Espíritu Santo depende de nuestra interacción con Su Palabra. Esto lo vemos plasmado en el énfasis del Nuevo Testamento y su mensaje de ser transformados por medio de la Palabra de Dios. Miremos varios ejemplos:

“Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto”, Romanos 12:2

“Espero que con esto sean alentados sus corazones, y unidos en amor, alcancen todas las riquezas que proceden de una plena seguridad de comprensión, resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Dios, es decir, de Cristo”, Colosenses 2:2.

“Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”, Juan 17:17.

“Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia”, 2 Pedro 1:3.

“…para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra”, Efesios 5:26

El énfasis mostrado en cada uno de estos pasajes dentro de sus contextos, el cual es el mismo énfasis a través del Nuevo Testamento, radica en que somos transformados por la renovación de nuestra mente por medio de la Palabra de Dios. No es el ejercicio mágico de leer un verso como un amuleto o leer la Biblia en un año para “cumplir con Dios”. Es la meditación, estudio y comprensión de las verdades bíblicas para que puedan ser escritas en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo.

Animar a estudiar

He leído la Biblia completa en múltiples ocasiones y pienso que es un gran ejercicio. Procuro memorizar versos que son importantes para mi vida y ministerio. Pero mi prioridad personal y para la iglesia que sirvo es estudiar la Biblia. Es mejor entender un libro de la Biblia que leer sin profundizar muchos. Personalmente, practico el ejercicio de memorizar bosquejos de libros de la Biblia. Cuando los estudio, veo el flujo del argumento del autor y me memorizo esto para poder entender las verdades que Dios quiere revelar. Más importante aún, leo y estudio cada libro a la luz del mensaje histórico redentor de toda la Biblia. ¿De qué me sirve memorizar Jeremías 29:11 si no entiendo lo que verdaderamente significa? Claro que Él tiene planes de bien para nosotros; se llama la vida eterna y entendemos eso cuando vemos ese verso en el contexto histórico redentor de la obra de Cristo. Así que leamos mucho, memoricemos lo que podamos, pero más importante aún, estudiemos y meditemos en el mensaje amplio de este glorioso libro.

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