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Hay un fenómeno extraño y lamentable dentro del movimiento reformado. Algunos les llaman “los calvinistas enojados” o “los reformados deformados”. Estos se caracterizan por una actitud negativa hacia otros cristianos con quienes no están de acuerdo (particularmente en asuntos de soteriología y la soberanía de Dios). También se caracterizan por una postura excesivamente entusiasta en cuanto al calvinismo, una disposición sarcástica con los demás, y una sensibilidad de elitismo teológico. Tal vez te has topado con uno. Alguna persona testaruda que siempre encuentra una forma de convertir cualquier conversación en un debate sobre el libre albedrío y la soberanía de Dios. Alguien que pasa mucho tiempo burlándose de los falsos maestros y de sus seguidores en los foros de Facebook o en la sección de comentarios en YouTube. O incluso aquel que no se asocia con ninguna persona que no tenga la misma postura teológica que él.

Ahora bien, ¡las doctrinas de la gracia son hermosas! Personalmente, ser un calvinista me ha dado una visión más grande de Dios, una apreciación más profunda del evangelio, y me ha ayudado a experimentar la gracia de Dios como nunca antes. Estas doctrinas son lentes que me han ayudado a entender verdaderamente el significado de la centralidad del evangelio.

Pero si esto es cierto, ¿por qué se vuelven algunos reformados en personas de tan poca gracia?

¿Por qué se deforman algunos de los reformados?

Antes que nada, debemos reconocer que estamos hablando de un estereotipo generalizado, no una verdad absoluta. Sí, hay calvinistas desagradables, pero no todos son así. Y de la misma manera en que se encuentran personas sarcásticas, enojadas, y obstinadas entre los reformados, puedes encontrar a personas de esta descripción en cada tribu de la Iglesia. Sin embargo, ¿por alguna razón existe el estereotipo, no? John Piper opina que hay tres razones por las que algunos que encuentran las doctrinas de la gracia se pueden convertir en personas de poca gracia.

  1. El rigor intelectual. La primera razón es que las doctrinas de la gracia tienden a atraer a personas por su rigor intelectual. Después de todo, son unas doctrinas muy coherentes y fuertes. Eso tiende a atraer a personas argumentativas. Entonces, algunos reformados actúan de esta manera porque aunque se adhirieren a una teología sana, sus corazones no están sanos. Las doctrinas de la gracia han llegado a sus mentes, pero no a sus corazones. Por esta razón, es muy importante no solo enfocarnos en la doctrina de un creyente, sino también en su carácter. De hecho, es totalmente posible que una persona tenga toda la información y teología correcta pero siga confiando en sí mismo para su salvación.
  2. El enojo por el engaño. La segunda razón que ofrece Piper es que algunos reformados pueden parecer enojados… ¡porque lo están! Están enojados porque pasaron tanto tiempo en iglesias donde nunca hablaron sobre la gracia de Dios o bajo el liderazgo de pastores abusivos que les robaron el tiempo, el dinero, y un entendimiento verdadero del evangelio. Están enojados por haber sido engañados por tanto tiempo. Si esta es tu historia, no estás solo(a). Hay muchos cristianos que han vivido engañados en sus iglesias por años antes de realmente conocer a Dios. Esto es trágico, pero cada uno debe ser cauteloso en no dejar que su enojo se convierta en pecado.
  3. Entusiasmo por evangelizar. La última razón por la cual los reformados a veces pueden parecer ser muy deformados es por su entusiasmo por compartir el calvinismo con los demás. Claro, no hay nada malo con tener entusiasmo por evangelizar! Más bien al contrario, a muchos de nosotros nos hace falta ese entusiasmo. Pero lo que caracteriza al deformado no es su entusiasmo por las personas que evangeliza, ni por el evangelio, sino por el calvinismo. No tanto quiere ver a personas llegar a Cristo, sino a una postura teológica sobre Cristo.

¿Cuál es el antídoto?

Interesantemente, el antídoto a la deformación del reformado es la misma que la fuente de su formación, o reformación. Si las doctrinas de la gracia han convertido a alguien en una persona que menosprecia a personas de otras posturas teológicas, que piensa que no puedes ser salvo al menos de que seas calvinista, que está enojada con la Iglesia por el dolor que te han causado, debe examinarlas un poco más cerca.

Al hacer eso el que vea la depravación total verá que enseña que es un terrible y absoluto pecador que inmerecedor, y que sin embargo, recibe la salvación de Dios (Ef. 2:1). Y esto lo comparte con todas las demás personas, incluyendo aquellos con quienes está en desacuerdo. Así se dará cuenta que ¡tienen algo en común después de todo!

El que vea la elección incondicional verá que significa que Dios le escogió no sobre la base de sus obras o conocimiento, sino sobre la base de Su conocimiento y buena voluntad (Ef. 1:3-6). Y no importa si comparten la misma postura que él, él debe mostrarles la misma gracia que le ha sido mostrada en Cristo.

El que vea la redención particular verá que enseña que Cristo cumplió toda la obra de salvación en nuestro lugar (1 Pe. 2:24), haciendo de ella una obra no simplemente posible, sino segura (Ro. 8:38-39). Y al proclamar el evangelio, lo hará sabiendo que es Cristo quien salva, no sus argumentos, estrategias, o habilidad.

El que vea la gracia irresistible de Dios verá que es la razón por la que cree en Él (1 Co. 4:17). Y nunca se felicitará por ser “mejor” o “más cristiano” que los demás, sino que reconocerá que es un recipiente de gracia que mucho ha recibido y mucho tiene para dar a los demás.

Finalmente, el que vea la perseverancia de los santos verá que es gracias a Dios, no a él. El terminará lo que inició en nosotros: nuestra redención, desde el principio hasta el fin (Fil. 1:6). Y Él preservará a todos quienes ha salvado, a pesar de que sean calvinistas o no.

Claro, se podría decir mucho más sobre las doctrinas de la gracia, pero el punto es que estas humillan al hombre, no lo enorgullecen. Nos hacen pequeño y a Dios grande. Creer en las doctrinas de la gracia significa creer que Su gracia es para todos los creyentes, incluso aquellos que no comparten la misma postura sobre las mismas. Entonces, no dejemos que las doctrinas de la gracia se vuelvan un punto de contención entre nosotros y otros cristianos, y no seamos evangelizadores de una postura cristiana. Dejemos que nos impulsen a amar al cuerpo de Cristo, y ser evangelizadores de Cristo.

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