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Hace poco menos de dos años di mi opinión (en inglés) sobre una encuesta de Twitter en la que preguntaba por qué las iglesias no son evangelísticas. Desde entonces, continué haciendo la misma pregunta a líderes de iglesias, tanto evangelísticas como no evangelísticas.

Podría citar una gran cantidad de estadísticas que demuestran la apatía por la evangelización que tienen la mayoría de nuestras iglesias en América del Norte. Pero realmente no creo que necesite mucho para convencerle.

En lugar de eso, basado en mis conversaciones, voy a compartir con ustedes esas razones clave por las que no somos evangelísticos. He aquí diez de ellas:

  1. No creer realmente que la gente necesita a Jesús. A menos que los miembros y los líderes de la iglesia crean realmente en la perdición de la humanidad sin Cristo, ellos no serán evangelísticos. Juan 14:6 es una clara afirmación bíblica sobre la exclusividad de Cristo para la salvación. Para demasiados líderes y miembros, este concepto es solo palabrería.
  2. El evangelismo es guerra espiritual. Desde un punto de vista carnal, la vida es más fácil sin ser evangelístico. La guerra espiritual es ardua. A veces parece que es más fácil huir de la batalla que luchar en las trincheras.
  3. Es un trabajo difícil. De vez en cuando alguien me pregunta, “¿Cuál es la forma más fácil de conseguir que nuestra iglesia participe en la evangelización?”. La respuesta es, “ninguna de las anteriores”. Demasiadas iglesias se han convertido en clubs egocéntricos en lugar de vasijas de sacrificio y obediencia a Dios.
  4. El evangelismo requiere intencionalidad. Dios no nos dijo, “compartan el evangelio mientras se quedan en donde están”. Él dijo “vayan” (Mateo 28:19). Cuando usted “va” tiene que saber a dónde ir. Eso requiere intencionalidad.
  5. A menudo, el evangelismo eficaz requiere que oremos por oportunidades. Considere este desafío. Comience cada día orando porque Dios ponga a gente en su camino (o que le ayude a verla) con la cual podrá compartir el evangelio en palabra y obra. Me ha sorprendido (aunque no debería) la forma en que Dios ha respondido a esta oración en mi propia vida.
  6. Demasiadas personas tienen demasiadas excusas. Uno de los miembros de la iglesia me dijo que en el condado donde él vive todos pertenecen a una iglesia. Incluso dijo que hay demasiadas iglesias. Y añadió que no hay oportunidades para evangelizar. Entonces le enseñé los datos demográficos demostrando que el 62% de las personas en su condado no pertenecen a una iglesia. ¿Su respuesta? “No lo creo”.
  7. Demasiadas iglesias están demasiado ocupadas para evangelizar. Si su iglesia tiene tantas actividades, reuniones, y programas que sus miembros nunca tienen tiempo para entablar relaciones y compartir el evangelio, su iglesia está demasiado ocupada. A veces, el instrumento más poderoso de Satanás es mantenernos ocupados haciendo las cosas buenas en lugar de las mejores.
  8. Los líderes de la iglesia no son evangelísticos. Si el pastor, el personal, los ancianos, diáconos, y maestros no son evangelísticos, es poco probable que la iglesia sea evangelística. Los miembros de la iglesia seguirán ese ejemplo de desobediencia.
  9. Muchos líderes y miembros de la iglesia no conocen su campo o área de ministerio. Jesús dijo: “La mies es mucha, pero los obreros son pocos” (Mateo 9:37). Entonces, ¿dónde está la mies? Demasiadas iglesias descuidan su comunidad debido a que no conocen a los que la integran ni saben cuáles son sus necesidades.
  10. El evangelismo es contracultural. Si quiere complacer a la gente, no sea evangelístico. La cultura odia el evangelio que afirma que solo hay un camino hacia la salvación. Pero si quiere complacer a Dios, comparta el evangelio. Podría morir si lo hace, pero ¡qué honor sería pagar tal precio!

Entonces, ¿qué es lo que la mayoría de nuestras iglesias están comunicando al mundo con nuestro egocentrismo y falta de fervor evangelístico? Es sencillo.

Estamos diciéndole al mundo que se vaya al infierno.

Que Dios nos persuada de nuestra apatía evangelística.


Publicado originalmente en Thom S. Rainer. Traducido por Juana Gervais
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