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“Y El les dijo: ‘Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco.’ Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer” (Marcos 6:31).

Vivimos en un mundo obsesionado con la eficiencia, la habilidad de poder hacer varias cosas al mismo tiempo, y tener al alcance de nuestros dedos el poder para tomar decisiones grandes e impactantes gracias a las tecnologías más rápidas y crecientes.

Esto nos da un sentido de dominio sobre nuestro medio ambiente, sobre nuestro destino, y últimamente sobre nuestra vida. Sin embargo, este es un sentido falso pues siempre estamos a la vuelta de la esquina de una crisis financiera, de salud, familiar, o emocional, que nos libera de este encantamiento.

Tal ritmo de actividad no es algo nuevo. En el evangelio de Marcos, podemos ver el énfasis que el autor hace para mostrar el grado de actividad de nuestro Señor Jesucristo. Una y otra vez lo vemos subir y bajar, entrar y salir, y moverse rápidamente de un lugar a otro. Vemos la realidad ministerial y de la vida, de imprevistos, necesidades apremiantes, y situaciones de crisis de las personas a su alrededor, que aun le impiden a Él y a sus discípulos tener el tiempo suficiente para comer.

Nosotros podemos vernos fácilmente en una esclavitud que ahoga nuestra vitalidad y salud espiritual. Quizá podamos ser valorados en este mundo y experimentar cierto éxito. Sin embargo, “¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?” (Mar. 8:36).

Por eso es que no solo vemos el ejemplo de nuestro Señor, quien después de despedir a la gente, se fue “al monte a orar” (v. 46) y tener comunión con el Padre. También vemos la invitación liberadora de venir y encontrar nuestro descanso en Él. Esta es una invitación a reconocer nuestras limitaciones, nuestras debilidades, y nuestra humanidad, para reconocer el señorío de Dios, su autoridad, soberanía, y divinidad.

Siempre habrá necesidades y situaciones que requieran nuestra atención. Quizá estas no sean cosas malas o menos importantes, “pero una sola cosa es necesaria”, le dijo Jesús a la afanada Marta cuando esta acusó a su hermana de no ayudarle y estar a los pies de Jesús. Nuestra relación con Dios es lo más importante. Jesús agregó, “María ha escogido la parte buena, la cual” en comparación al éxito, la eficiencia, la salud, el sentido de importancia, y la justicia propia, “no le será quitada” (Lucas 10:42).

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


Imagen: Lightstock.
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