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“Pero si Yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes”, Lucas 11:20.

¡Qué difícil es el ministerio! A veces siento que si tan solo mis hermanos vieran lo que para mí es obvio y cooperaran con mi gran visión, por fin cumpliríamos la gran comisión en esta ciudad y el mundo entero. Hasta que entiendo que yo soy el problema. Hasta que veo que, aún detrás de mis esfuerzos, convicciones, y visión, están también las luchas en mi propio corazón que vienen de buscar mi justificación, de raíz de orgullo e independencia. 

Es entonces cuando recuerdo que el ministerio no solo no es fácil, sino que también es prácticamente imposible. Si no fuera por la gracia de Dios obrando primero en mí y luego en mis hermanos, ninguna de ambas partes tendríamos esperanza y no podríamos llevar a cabo la gran comisión. Es un milagro que su iglesia exista y sus planes se cumplan. 

Las buenas noticias para ti y para mí son que nuestro amoroso Padre celestial está obrando en nuestras vidas con gran intencionalidad, al mismo tiempo que Él lleva a cabo la restauración de todas las cosas. Esta obra, que para nosotros es difícil a diario, para Dios solo representa el mover de su dedo, pues Él es ilimitado y todopoderoso. Él cumplirá su obra no solo en este mundo, sino también en nuestros corazones para su gloria y nuestra gran alegría.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


Imagen: Lightstock.
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