¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

En el día de ayer, mientras me encontraba de camino a celebrar el sexto cumpleaños de mi hijo Joey, me enteré del ataque terrorista en Boston. No puedo sacar de mi mente que uno de los sucesos de mayor gozo en mi vida, el nacimiento de mi hijo, está marcado con actos de violencia.  El 16 de abril del 2007 a las 3 de la tarde llegó al mundo José Luis Mercado; a quien todos llamamos Joey.

Él ha llenado nuestras vidas de alegría. Ese mismo día fue el violento ataque en el campus de Virginia Tech, donde 32 personas murieron en manos de un estudiante de esa universidad. Ayer, justo en el comienzo de la celebración del cumpleaños de mi hijo, detonan las bombas en Boston con el saldo al momento de 3 muertos y docenas de heridos. ¿Cómo debe pensar un cristiano sobre estos sucesos? Primeramente, les quiero decir cómo no debemos pensar. Es triste ver cómo en décadas anteriores, diversos líderes cristianos han hechos comentarios pocos sensibles en relación a sucesos dolorosos.

En varios incidentes donde muchas vidas fueron perdidas, lideres fundamentalistas quisieron atar las muertes con pecados específicos. Por ejemplo, cuando el huracán Katrina, Pat Robertson comentó que el huracán estaba atado a los abortos practicados en Estados Unidos, y Hal Lindsey expresó que este suceso era prueba del comienzo del juicio de Dios sobre esta nación. Este tipo de comentario puede ser criticado de diferentes ángulos teológicos, pero quiero compartir un pasaje donde Jesús nos muestra cómo debemos procesar incidentes donde hay pérdidas masivas de vidas:

“En esa misma ocasión había allí algunos que le contaron acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. 2Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto?  3Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4¿O pensáis que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:1-5 ).

Estas personas querían que Jesús afirmara que estos desastres sucedieron específicamente porque los que perecieron eran más pecadores que ellos. Utilizaron el incidente para de una forma orgullosa y de auto justicia sentirse mejor acerca de ellos mismos. Estaban diciendo “ellos son malditos y nosotros no”. Tanto de manera natural como en medio de calamidades, la muerte siempre nos recuerda el pecado; la muerte es la consecuencia del pecado de todos. Cuando vemos un desastre donde muchos mueren, nuestra actitud debe ser de humildad al ver que Dios en su misericordia nos ha salvado de la muerte venidera.

Y esto no es por nuestras obras o rectitud, esto es solo por gracia, para que nadie se gloríe (Ef. 2:8-9). Cuando vemos personas morir, la reacción no debe ser “se lo merecieron por pecadores”. Nuestra respuesta debe ser “Dios, ¿por qué no a mí, que soy un pecador?” Esta actitud, por la gracia de Dios, cultivará humildad y agradecimiento en nuestros corazones. En mi lectura sobre este suceso en Boston, he podido observar un sentido general en la población de que ellos merecen sentirse seguros. Pensamos que es un derecho el salir a las calles y vivir en paz. Yo veo que las Escrituras no presentan esto como un derecho, ni como algo que merecemos.

De ninguna manera estoy diciendo que no estamos agradecidos cuando podemos vivir en la gracia común de Dios, experimentando paz y tranquilidad en la sociedad que vivimos. Pero la Biblia no promete esto. La Palabra nos recuerda que en este mundo tendremos tribulaciones y pruebas. Lo que nos recuerda estas tragedias es que nuestra esperanza no está en este mundo, sino en lo que Dios está haciendo y hará en este mundo cuando el cielo nuevo y la tierra nueva sean nuestra morada. Estas tragedias deben de hacernos ver que cada vez que experimentamos paz es por la gracia de Dios.

Dios restringe el pecado en los hombres por medio de sus conciencias y la gracia común de la leyes del gobierno, que hacen que estos sucesos no ocurran diariamente. Podemos entender que el mundo vea en horror estas tragedias sin tener respuesta, y es posible que busque en nosotros los cristianos algún propósito a las tragedias. Nosotros podemos, y debemos, dar respuestas desde una cosmovisión bíblica, pero esas respuestas deben ser dadas en humildad y compasión. El evangelio nos recuerda que por gracia hemos sido salvados, y que es Su gracia la que nos sostiene.

Al final, estos sucesos deben llevarnos a la cruz. Es allí donde vemos que lo que merecemos es el juicio de Dios, pero por su misericordia el Hijo de Dios recibió este juicio por aquellos que habían de ser salvos. Así que aquellos que hemos experimentado la salvación de Dios en humildad vemos que no recibimos lo que merecemos. Merecemos morir, ya que todos hemos pecado, pero en Cristo recibimos vida, y vida en abundancia. Esto nos da esperanza en medio de un mundo donde experimentamos los efectos de la caída, y nos motiva a predicar esta esperanza a los que sufren.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando