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Una página web busca atraerte, que hagas clic, que te desplaces con el cursor, hagas un double tap, hacerte reír, llorar, compartir, y conseguir que te quedes en línea hasta tarde, y que luego te despiertes por la mañana y hagas lo mismo otra vez. Sería deshonesto si dijera que no quiero que nuestros artículos y los episodios de nuestros podcasts estén incluidos en tu rutina diaria. Por supuesto que sí, y me siento profundamente agradecido cuando lo son.

Así que este es un artículo contraintuitivo acerca de cómo dar un paso atrás de las redes sociales por un corto tiempo con el fin de volver a calibrar tus hábitos y prioridades en la vida. Quiero interactuar contigo, pero más importante que eso, quiero que encuentres salud digital y equilibrio en un mundo sin frenos digitales.

Con este fin, la mayoría de los usuarios de teléfonos inteligentes necesitamos tiempos de desintoxicación digital.

Desconéctate a propósito.

Al igual que la mayoría de ustedes, no puedo estar desconectado por completo, o escapar de mi portátil, mensajes de texto o correos electrónicos diarios, pero puedo desintoxicarme digitalmente y ayunar de las redes sociales por un periodo de dos semanas. Dos semanas parecen ser un buen tiempo, y si esto suena como una eternidad o algo imposible para ti, como si alguna parte de tu vida interior fuera a morir de desnutrición, entonces tu desintoxicación digital debería haberse hecho hace mucho tiempo.

Las estadísticas son alarmantes. El usuario regular de Facebook está involucrado en su gran familia de plataformas (Facebook, Instagram, Messenger) por cincuenta minutos cada día. Ese número va en aumento, todo por el brillante diseño de Mark Zuckerberg, quien lo único que quiere es atrapar más y más tu atención. Y muchos de nosotros estamos demasiado dispuestos a dársela.

Entonces, ¿cómo refrenar el impulso de tocar esos iconos de redes sociales en nuestros teléfonos? Aquí hay doce pasos:

1. Sé honesto ante el problema de las redes sociales.

El primer paso es admitir que muchos de nosotros caemos en una visión poco crítica e ingenua de los gigantes de Internet como Facebook. Necesitamos un momento para verificar la realidad, y una dosis de una buena charla cara a cara con el gurú del marketing Seth Godin (quien intencionalmente no está activo en ninguna de las redes sociales).

“Las redes sociales no se inventaron para hacer de ti una mejor persona, se inventaron para que la compañía gane mucho dinero”, dijo Godin recientemente, quizás exagerando el caso, pero ayudándonos a entender. Y continúa: “Ya que [por las redes sociales] te conviertes en un empleado de la empresa. Tú eres el producto que venden. Y te ponen en una pequeña rueda de hámster y te lanzan golosinas de vez en cuando… Las grandes compañías de redes sociales pasaron de ser beneficios públicos profundamente importantes y útiles que crearon un valor enorme, a convertirse en empresas públicas bajo mucha presión para hacer que el precio de las acciones suba”.

Y los precios de las acciones están subiendo. El valor de Twitter fluctúa, pero la compañía está valorada entre 10-40 mil millones de dólares. Pinterest está valorada ahora entre 10-16 mil millones de dólares. Snapchat tiene un valor de $16 mil millones. Pero en los $350 mil millones, Facebook es el gigante de las redes sociales, la sexta compañía más valiosa en América, y proyecta llegar a la marca de $1 billón en los próximos años.

Las plataformas de redes sociales llegan a valer miles de millones solo si los hámsteres siguen haciendo rodar el contenido, compartiéndo y dándole “me gusta”. Estas compañías se alimentan de ti y sacan ganancias de tu tiempo.

Sin mencionar que, así como nos dirigimos a las plataformas de redes sociales como Twitter y Facebook cada vez más como un filtro para las noticias importantes, esas plataformas controlan lo que vemos (y lo que no vemos), lo que lleva a las recientes acusaciones graves de imparcialidad.

2. Elimina esos íconos.

Dudo mucho que pudiera lograr una desintoxicación digital sin eliminar antes las aplicaciones de redes sociales de mi teléfono y portátil. Algunos usuarios esconden estas aplicaciones en una carpeta escondida. Pienso que lo mejor es deshacerse de ellas por completo (puedo volver a instalarlas en unos quince minutos). Fuera del alcance del cursor y de mis dedos, estas aplicaciones ahora son, para mí, inaccesibles. Y cuando Instagram no está accesible inmediatamente, mis hábitos con el teléfono cambian drásticamente.

3. Muere a una existencia centrada en lo digital.

De todas mis entrevistas e investigaciones sobre el comportamiento de cristianos con teléfonos inteligentes, el teólogo Kevin Vanhoozer fue quien me dejó con una frase más destacada. Dijo que el lema filosófico “pienso, luego existo”, ha sido reemplazado por el lema digital “me conecto, luego existo”. Y tiene razón.

Estamos acostumbrados a pensar que nuestra existencia se limita a la pantalla de 4 pulgadas de nuestros teléfonos. Si no estoy activo en las redes sociales, ¿será que existo?

Por dos semanas, tus rachas en Snapchat llegarán a su fin, y debes estar preparado para esta realidad si te vas a liberar de esas expectativas mutuas por una respuesta inmediata. Si las personas dependen de que estés en línea, hay que dejarles saber que estarás alejado por unas semanas.

Puedes alejarte. Vas a sobrevivir, te lo prometo.

4. Muere a la adicción de la alabanza personal.

Tal vez una frase aún más precisa sería: “Me dan likes, luego existo”.

Ansiamos la aprobación y nos alimentamos de todos los “me gusta” y los “compartir” que podemos obtener, pequeñas marcas de afirmación digital. Queremos ser vistos, aceptados, y queremos que nuestras imágenes, proverbios, e ingenio sean vistos, reconocidos y aplaudidos, buscando esa afirmación que queremos en cada “me gusta” y “compartir” que podamos obtener. Nos alimentamos de esto, y este deseo tiene que morir si queremos lograr una desintoxicación de las redes sociales.

5. Muere a la adrenalina.

También está ese apuro de ser los primeros en descubrir y compartir algún contenido, el conseguir la primicia, el ser el más oportuno y profético posible, el empezar una discusión ante un escenario escandaloso en las redes sociales y dejar su propio punto de vista ante lo ocurrido. Enviar ese mensaje en Twitter a la velocidad en la que un vaquero del Oeste saca el arma de su pistolera. La inmediatez de las redes sociales es muy adictiva rápidamente.

Y cuando la degeneración moral y cultural parece llegar a un punto máximo, como en Estados Unidos, es especialmente imposible imaginar cómo se va a arreglar el mundo si no estoy twiteando activamente.

Inhala profundamente. Exhala. Todo estará bien.

6. Desarrolla tus disciplinas espirituales con una mayor intencionalidad.

Mi encuesta a 8,000 cristianos demostró que una cosa es más concluyente que todas las demás: La mayoría de nosotros —creyentes conocedores de la tecnología— estamos dispuestos a posponer o intercambiar nuestros devocionales matutinos por distracciones digitales en las preciosas horas de la mañana.

Tomamos nuestro teléfono, desactivamos la alarma, y ​​luego empezar a hacer clic en cualquier cosa tratando de encontrar ese dulce digital. Mientras eliminamos las redes sociales de nuestras vidas y de nuestras mañanas, dejamos el teléfono a un lado, y con más ganas y más rápidamente nos centramos en las disciplinas. Una desintoxicación de dos semanas ayudará a restablecer esta prioridad en tu vida.

Independientemente de lo demás, lee Salmos, Proverbios, y todo el Nuevo Testamento durante esas dos semanas. Y quédate un momento en el Salmo 139, trata de empapar tu alma con capas y capas de preciosas verdades sobre la aceptación y el amor de Dios para tu vida, su poder sobre ti, y deja que esas promesas dominen cada pequeño deseo de reconocimiento digital y aceptación que buscas en línea.

7. Agarra los libros grandes.

Comienza a leer el tipo de libros que te llevarán muchos días de compromiso, el tipo de libros que van a exigir tu atención, que te detengas y y reinicies durante muchos días consecutivos.

Lee algo grande y monumental. Puedes tomar algo como El Señor de los Anillos de Tolkien. Deja que la brisa fresca de grandes libros limpie a través de tu vida para lavar la inmediatez digital de las noticias de última hora.

8. Empieza un proyecto grande.

En otras palabras, no desperdicies tu tiempo libre con lo que puedes encontrar en Netflix. Regresa a los objetivos claves de tu vida. Toma dos o tres días simplemente para definir el papel y las prioridades de Dios en tu vida. Luego, con base en esos llamamientos, esfuérzate en realizar un gran proyecto que se alinee con esos objetivos.

Para mí, la desintoxicación digital y el escribir un libro van mano a mano: uno llama al otro. Para otros, una desintoxicación digital lleva a unas vacaciones de verano con la familia y amigos. En otras palabras, debes encontrar buenas razones para no estar en las redes sociales.

9. Ten reuniones personales.

Estamos hechos para conocer y ser conocidos, y las redes sociales empiezan a reemplazar (para muchos de nosotros) las relaciones más importantes en nuestras vidas. Sé más intencional con el reunirte con amigos en persona. Véanse en persona, y llena tus dos semanas con almuerzos y cenas cara a cara con tus amigos.

10. Empieza una dieta de alimentos y de desintoxicación.

El ayuno de alimentos implica separarnos de nuestro amor por el azúcar. El ayuno digital es separarnos del azúcar de la autoaprobación. Ambas batallas son luchas contra la carne pecaminosa, y ambas experiencias son similares. Tan entrelazadas están estas batallas (contra la comida chatarra y contra los medios de comunicación chatarra), que es prudente pensar en hacer una dieta de alimentos físicos, o incluso ayunar, mientras te alejas de los medios sociales. No puedo explicarlo por completo, pero para mí es casi imposible reprimir el apetito de las redes sociales mientras sacio mi apetito físico.

Por supuesto que ayunar es difícil, sobre todo el primer día o dos. Será extremadamente difícil, pero luego se hace más fácil, y empezamos a ver los frutos en el tercer o cuarto día, y eso es exactamente lo que sucede con una desintoxicación digital. Duele el primer día o dos, pero después de un tiempo empezamos a experimentar los beneficios para la salud y los resultados se vuelven más evidentes.

11. Empieza un diario.

Toma un lápiz y un cuaderno, y ve registrando tu caminar a través de la experiencia. Si eres un adicto a tu teléfono, pocas cosas exponen tus amores, deseos, y antojos más que una desintoxicación digital. Dos semanas totalmente desconectado te obligarán a enfrentarte a tus inseguridades más profundas, para ver todos los deseos que alimentabas, y para hacerles frente directamente.

Durante dos semanas, será un tiempo de autodescubrimiento intenso, y es un tiempo que demanda un procesamiento cuidadoso de lo que sientes y lo que crees que vas a extrañar más (o menos) mientras van progresando los días. Vale la pena documentar la experiencia.

12. Por favor, no anuncies tu regreso.

Al final de las dos semanas todavía sentirás un fuerte deseo de ser visto y sentirte apreciado en línea, y te prometo que te sentirás obligado a escribir un mensaje en Facebook acerca de las 10 cosas aprendiste al estar fuera de las redes sociales durante dos semanas.

No lo hagas.

El punto de la desintoxicación de las redes sociales es experimentar la vida lejos de las tabulaciones digitales de autoaprobación y aceptación en línea, no de almacenar municiones para su uso posterior.

Si regresas con una composición de todas las lecciones que aprendiste, entonces has prostituido el tiempo que estuviste desconectado solo por un momento de atención en línea, y que hace que el experimento haya sido prácticamente tan inútil como decirle a todos que ayunaste de alimentos durante una semana con el único fin de ser visto y apreciado (ver Mateo 6:16-18).

Simplemente incorpórate.

Simplemente incorpórate de nuevo en Internet, ahora con hábitos mejores y más reflexivos. Te sorprenderás de la poca gente que se dará cuenta de que estuviste alejado. Regístralo en lo fondo de tu mente, e incluso ponlo en tu diario como una reflexión final del experimento para pensarlo más adelante. Y cuando regreses, toma nota del número de mensajes abiertos que realmente necesitaban una respuesta inmediata por parte tuya (y de cuántos no la necesitaban).

Me encanta mi teléfono, amo las redes sociales, y amo a todos los amigos que he conocido a través de los años en línea y que comparten los mismos intereses en el ministerio. No cambiaría los medios sociales por muchas cosas, pero sí renunciaría a ellas por un tiempo. Y sé de cristianos que han intentado una desintoxicación similar y jamás volvieron a las redes sociales. Ellos salieron de la rueda de hámster para siempre. Es una buena época para hacer esa determinación.

De cualquier manera —sea cual sea el resultado final— reserva un tiempo para una desintoxicación digital. Y si vuelves a las redes sociales, lo más probable es que veas el valor estratégico de tu actividad, y puedas analizarlo desde las prácticas digitales vanas de nuestras vidas. Y luego agarra el teléfono y úsalo para fines que glorifiquen a Dios. Ese tiempo da vida y libertad espiritual, da un nuevo enfoque, y expande nuestro horizonte.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Jhon Chavez.
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