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“Todos los sedientos, vengan a las aguas; Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman. Vengan, compren vino y leche Sin dinero y sin costo alguno” (Isaías 55:1 NBLH).

¡Qué increíble capítulo es Isaías 55 sobre la provisión de Dios para los suyos! Una y otra vez, vemos al profeta mostrar en diferentes maneras las muchas evidencias de la gracia de Dios para con su pueblo.

De este versículo en particular, me impacta la idea de que no solo los sedientos pueden encontrar provisión en Dios para su sed, sino también comprar para el sustento, ¡pero sin dinero!

Y es que estamos acostumbrados a que “nada es gratis” en este mundo. Nos relacionamos unos con otros siguiendo contratos sociales, a veces no verbales, para poder intercambiar ideas y “comerciar” de acuerdo a nuestros intereses. 

Sin embargo, la idea de decirle a alguien que compre para suplir para sus necesidades básicas, sabiendo que no tiene el dinero o los recursos para ese intercambio comercial, no solo es ofensivo, sino que también es inmoral y cruel.

El versículo nos lleva a reconocer que sí hay un costo, quizá no para nosotros, pero que debe que ser cubierto de alguna forma para que esos recursos puedan llegar a la persona que los necesita. 

Las buenas noticias para ti y para mí son que ese gran intercambio ya ha sido cubierto para nosotros; no solo el pago de nuestra deuda moral ante un Dios santo y justo, sino tambíen nuestro pecado ha sido intercambiado por su justicia y récord de perfección, de manera que ahora han sido aplicados a nuestro favor. 

Gracias a la obra de Cristo Jesús en la cruz del calvario por nosotros, no solo ya no debemos nada, sino que también tenemos un crédito ilimitado para suplir para todas nuestras necesidades. 

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


Imagen: Lightstock.
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