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Aquí una recopilación de 10 verdades de la Escritura que, puestas en conjunto, son de ayudan a un recién convertido en sus primeros pasos en la fe. Por supuesto, estas cosas también se aplican a los que tenemos más tiempo siendo cristianos.

1. Asiste a la iglesia

El creyente debe entender la importancia de asistir a su iglesia local para la adoración, el compañerismo y para ser alimentado en la Palabra de Dios. La biblia es muy enfática en este tema, diciendo “no dejando de congregarse, como algunos tienen por costumbre”(He. 10:25). Es por eso que debes asistir a tu iglesia fielmente cada semana.

2. Lee tu Biblia

La fe del creyente es edificada y fortalecida a través de la palabra de Dios. Somos limpiados (Juan 15:3), alumbrados (Salmos 119:105), liberados del engaño (Juan 8:32) y sobre todo somos renovados en nuestro entendimiento (Ro. 12:2) por la constante exposición de las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, debes desarrollar el hábito de la lectura diaria de la Biblia. Un consejo más: consigue una Biblia física; no es suficiente tenerla en tu celular.

3. Comparte tu fe

Antes de ascender al cielo, Jesús le dijo a sus discípulos “… Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15). Estas palabras se constituyen en un mandato a todos los creyentes en todas las épocas. El cristiano debe compartir su fe, predicando el evangelio y haciendo discípulos (Mt. 28:20). Esto tiene un valor especial cuando eres recién convertido, porque tienes un testimonio fresco; testimonio que debes cuidar (Mt. 5:16).

4. Abandona el pecado

El arrepentimiento implica una decisión voluntaria de apartarnos del pecado y abandonar los malos caminos. En este sentido, cuando los fariseos trajeron a Jesús una mujer sorprendida en adulterio, Jesús la despidió diciendo “¿Ninguno te condenó?…Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Jn. 8:10-11). Por eso debes marcar una distancia con los lugares, personas y todo aquello que te exponga al pecado. Mientras vas creciendo en santidad, es de vital importancia el alejarte lo más posible del pecado.

5. Busca un mentor

La figura de un mentor –puede ser tu pastor, un líder o quien te predicó el evangelio– es fundamental para guiar nuestros pasos. Los que nos preceden en la fe pueden ayudarnos a entender mejor las Escrituras, guiarnos, aconsejarnos y velar por nuestro crecimiento espiritual. Aunque siempre se necesita de un mentor, esto es de vital importancia al inicio de nuestra fe. Tener un predicador favorito en Youtube no se compara a tener un hermano más maduro cerca (Pr. 27:17).

6. Encuentra amistades cristianas

El rey Salomón decía “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado” (Pr. 13:20). Los creyentes debemos rodearnos de personas que sean de testimonio y de una sana influencia en la fe cristiana.

7. Ora en privado

La vida devocional es importante para el caminar cristiano, y en ese sentido la oración es una disciplina indispensable para tu desarrollo. Junto a la lectura diaria, la oración privada es un hábito que determina y contribuye al crecimiento espiritual. Ambas deben ser practicadas desde muy temprano en la fe (Mt. 6:1-6).

8. Busca contenido que te edifique

De seguro tenías muchas cosas que escuchabas y veías en tu tiempo libre para divertirte. Ahora como creyente debes procurar que la Palabra de Cristo more en abundancia en ti (Col. 3:16), y esto incluye lo que cantas, escuchas, lees y ves. Por tanto, busca música que te edifique, páginas de internet donde puedas conocer más de Jesús y libros que te sean de alimento espiritual.

9. Recuerda el evangelio

En tu búsqueda por santidad, puede que te sientas tentado a olvidar el evangelio que te salvó. Pero debes entender que el evangelio no es lo básico de la vida cristiana, sino el centro. Cuando peques o cuando triunfes contra el pecado, recuerda el evangelio (2 Ti. 2:8).

10. Ama a Dios

Lo más importante que nuestras vidas deben exhibir es un amor genuino, constante y creciente por Dios. Jesús dijo que el mandamiento principal es amar “al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mr. 12:30).

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