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‪Cómo mostrarle tu vida a una creyente más joven‬‬

La primera vez que una mujer mayor me invitó a reunirme con ella, yo estaba muy agradecida. Ella me ayudó a aprender sobre la vida como nueva creyente.

Unos años después, me preguntó si estaría dispuesta a dirigir un estudio bíblico con ella. Me conmovió que ella pensara que podía hacerlo. Estar junto a ella mientras modelaba la enseñanza y lideraba las mujeres me enseñaba mucho.

Pero lo que más me enseñó fue caminar con ella a través de la muerte de su hijo. Ver cómo las verdades bíblicas que me había transmitido brillaban a través de su vida, vi de primera mano lo que significa caminar por fe y no por vista.

Muchos están familiarizados con la lista de hombres y mujeres en Hebreos 11, que hace mucho tiempo vivieron por fe en un Dios que no podían ver. Conquistaron tierras y cerraron las bocas de leones. Algunos fueron salvos de la espada, y otros, por esa misma fe fuerte, murieron a cuchillo.

Francamente, no es un grupo al que siempre querríamos unirnos. Sus familias eran desordenadas. Sus fracasos y luchas se registran para que todos los lean. Pero también nos dan esperanza mostrando a un Dios amoroso que persevera con los pecadores débiles. Sobre todo, vi a los héroes de Hebreos 11 de lejos, hasta el día en que me encontré con Hebreos 13:7: “Acuérdate de tus líderes, los que te hablaron la Palabra de Dios”.

Muestra tu vida

Me di cuenta de que el autor está hablando de personas normales, como tú y yo, que dirigimos y enseñamos a otros. Tal vez tú estás dirigiendo estudios bíblicos y discipulando recién convertidos. Tal vez los más pequeños estén sentados a tus pies el domingo por la mañana mientras les hablas de esos hombres y mujeres de fe. O, tal vez estás en un juego de pelota sentada junto a alguien que decide abrir su corazón a ti con relación a sus luchas maritales. Los creyentes más jóvenes miran a los creyentes mayores y Hebreos 13:7 provee un recordatorio importante: “Consideren el resultado de su vida e imiten su fe”.

Aquellos que siguen nuestro ejemplo necesitan más que consejos y técnicas. Ellos están observando nuestras vidas. Quieren ver si alguna vez hemos enfrentado lo que les está causando frustración, o si también nos hemos perdido en el caos de opciones para nuestros hijos. Luchan con la vergüenza del pasado y los temores futuros. Y aunque tienen la Palabra de Dios como un testimonio de aquellos que han ido antes, se están preguntando si pueden creerlo por sí mismos hoy.

Aquí es donde entramos en su historia. Hemos superado la brecha entre hace mucho tiempo y hace solo unos años. Les mostramos que Dios fortalece a su pueblo hoy como lo hizo en tiempos antiguos. Compartimos formas específicas en las que lo hemos visto trabajar en el pasado. Pero también hacemos algo más.

Muéstrales tus luchas 

Debemos permitir también que los creyentes más jóvenes vean nuestras luchas actuales. Esto significa reconocer los deseos pecaminosos que todavía hacen la guerra contra nuestra alma, así como los temores que amenazan con abrumarnos como sueños del mañana que se desvanecen. Cuando derramamos lágrimas de dolor por las decisiones de nuestros seres queridos —aún con un rayo de esperanza en nuestros ojos— demostramos que caminar por fe es una realidad cotidiana, no un destino final.

‪Sería mucho menos arriesgado mostrar a otros solamente la versión “pulida” de nuestras familias, para dejarlos pensar que hemos encontrado la fórmula mágica para matrimonios y ministerios de éxito con personas que nunca nos causan dolor. Pero hacer eso les impediría obedecer ese simple mandamiento: imita su fe. Para ello, tienen que ver los lugares donde la fe es todo lo que tenemos.

Muestra a tu Salvador

En última instancia, nuestras vidas de fe ayudan a la siguiente generación a ver que “Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y por los siglos” (Heb. 13:8). El Dios de Moisés todavía usa personas quebradas y bocas tartamudeadas para revelar su carácter. La fe sigue siendo la sustancia de las cosas que se esperan, y sostendrá la iglesia mucho después de que nos hayamos ido. La esperanza para cada generación siempre será: Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y por los siglos.

Así que, hombres y mujeres mayores, abran sus vidas. Muestren a la generación más joven que por fe, no hay nada qué temer. Muéstrenles cómo arrastrarse fuera del barco para caminar hacia donde parecería tonto, o cómo acostarse al lado del Salvador y simplemente navegar la tormenta. Déjenlos ver sus hoy así como sus ayeres, para que puedan confiar en Él de quien vienen todos nuestros mañanas.

Como esa preciosa mujer mayor hizo por mí, deja a los que te rodean con su propio salón de hombres y mujeres fieles, extraños, y exiliados, que vieron las promesas de Dios y las saludaron desde lejos. Al marchar por la fe hacia esa tierra mucho mejor, muéstreles tu vida… toda tu vida… para que puedan imitar tu fe.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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