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Esta pregunta evidencia una preocupación real, y no solo durante el noviazgo.

Hace poco leía una biografía de John Newton en la que se menciona que él escribió en sus diarios sobre su temor de idolatrar a su amada esposa. Si un hombre como Newton, que estaba tan abrumado por la gracia y dulzura del amor de Dios, sentía que en su debilidad podía inclinarse a idolatrar a una persona importante para él, ¿qué hay de nosotros? “Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” (1 Cor. 10:12).

Si hemos entendido lo que la Biblia dice sobre nosotros y vemos lo fácil que se nos hace pecar, no nos resulta extraño que Calvino haya escrito en una ocasión que el corazón del hombre es “una fábrica continua de ídolos”.

Entonces, ¿qué podemos hacer para cuidarnos de idolatrar a una persona importante para nosotros, y más específicamente, a nuestra pareja?

Entendiendo la idolatría

En Romanos 1:25 vemos que nuestra idolatría (pecado) consiste en que todos los seres humanos “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos”.

En otras palabras, la idolatría es dar a algo o alguien la adoración y honra que solo Dios merece. ¿Cuando hemos llegado a hacer eso? Cuando buscamos nuestra satisfacción más profunda en lo creado, abandonando al Creador que sí puede saciarnos de verdad y para el cual fuimos hechos. Esa es la idea que transmite Jeremías 2:11,13, cuando Dios confronta a Israel por su idolatría:

“¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, Aunque ésos no son dioses? Pues Mi pueblo ha cambiado su gloria Por lo que no aprovecha… Porque dos males ha hecho Mi pueblo: Me han abandonado a Mí, Fuente de aguas vivas, Y han cavado para sí cisternas, Cisternas agrietadas que no retienen el agua”, Jeremías 2:11,13.

Hacemos un dios de aquello en lo que buscamos nuestro mayor gozo; sin embargo, nada en este mundo aparte del Dios verdadero puede satisfacernos.

Buscar nuestra más plena satisfacción en nuestra pareja puede lucir de varias maneras. Por ejemplo, a veces se expresa en la idea de que lo más importante en el mundo es lo que nuestra pareja piensa sobre nosotros, incluso por encima de Dios. También puede evidenciarse en la idea de que sin esa persona jamás podremos vivir vidas plenas. La idolatría tiene múltiples facetas, y ninguna de ellas saciará nuestros corazones.

Busca atesorar más a Dios

Cuando entendemos en qué consiste la idolatría —buscar satisfacción en algo aparte de Dios—, empezamos a ver el remedio: buscar nuestro mayor deleite en el Señor.

De esta manera, para guardar tu corazón de idolatrar a tu pareja (y cualquier otra persona o cosa) debes buscar conocer más a Dios a través de su Palabra, encontrando así tu máximo gozo en Él. Clama a Dios por ese gozo en Él. Ten tu mirada centrada en el Cristo que todo lo satisface y nos salvó para mostrar las riquezas de su gracia (Ef. 2:6). Esto es algo que todo cristiano está llamado a hacer. Necesitamos conocer más a Dios y estar satisfechos en Él.

De hecho, un consejo bien práctico que puedes hacer con tu pareja se relaciona a esto mismo: saquen tiempo juntos para conocer más al Señor. Lean algún buen libro cristiano cuando esté compartiendo; pasen tiempo escuchando buenos sermones; aprovechen el tiempo juntos para conocer mejor al Señor. Si ambos están poniendo su mirada en el cielo, sus corazones encontrarán satisfacción en lo de mayor importancia.

Como nada en nuestras vidas fue creado para ser adorado, ningún ídolo o pareja podrá soportar todo el peso de tus expectativas. Guardarte de la idolatría no solo te beneficiará a ti, sino que también librará a tu pareja de una presión demasiado grande para él o ella. La Biblia nos muestra que nuestro Señor nos ha amado tanto, que envió a su hijo como propiciación por nuestros pecados para que podamos tener vida eterna y empezar a vivir para su gloria aquí y ahora (Ro. 3:24-26; Jn. 3:16; 1 Cor. 10:31). Así que puedes confiar en que Él hay perdón para idolatras arrepentidos, y fortaleza para vivir apartándonos del pecado. El que empezó la obra en nosotros la terminará (Flp. 1:6).

Y cuando nuestra mayor satisfacción es Dios, podemos amar a las personas sin pretender usarlas para nuestro beneficio personal y sin idolatrarlas de alguna manera. Nuestras relaciones serán más sanas porque Cristo es suficiente para nosotros. Andando en el Espíritu, con la mirada puesta en Cristo, tendremos el fruto de su Espíritu que es “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gal. 5:22). Así podremos disfrutar mejor nuestras relaciones, no como ídolos, sino como regalos de Dios y espacios en los que podemos compartir lo que Dios hace por nosotros y en nosotros, al mismo tiempo que nos gozamos por lo que Él hace en los demás.

Cristo ha comprado para su pueblo maravillosas y preciosas promesas, que hacen que las promesas de la idolatría luzcan tan vacías como realmente son. Es por esas promesas que podemos vivir exaltando a Dios sobre todo lo demás, en medio de todas las etapas de nuestras vidas (2 Cor 1:20; 2 Pe. 1:3-4).


#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región.
Imagen: Lightstock
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