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Cómo debe el hombre amar a la mujer

“¿Cómo puedo amar a mi mujer correctamente?”. Maridos jóvenes con frecuencia me lo preguntan, y es una excelente pregunta para responder. A menudo se enfrentan a una larga lista de buenos consejos: priorizar las noches para salir juntos, tener tiempos de oración familiar, organizar devocionales vespertinos, salir juntos a caminar, comprarle flores, escribirle poesía, ayudar en el hogar, etcétera.

He encontrado que estas listas pueden convertirse en útiles ejemplos, o en leyes extremadamente tiranas. Si intentas ansiosamente cumplirlas todas, el estrés podría robarte la alegría de tu matrimonio.

¿Entonces qué hacemos? ¿Hay un principio rector que pueda ayudarnos a navegar bien en el matrimonio? Eso creo. Creo que lo vemos claramente en Génesis. 

Dios inicia

Génesis 1:2 nos presenta un problema: “La tierra estaba sin forma y vacía…”. “Sin forma” significa literalmente que carecía de una forma; que no tenía una estructura. “Vacía” significa que no tenía contenido. No estaba llena de nada. No había forma, ni estaba completa. Sin estructura, sin contenido. 

Entonces Dios inicia. Se pasa los tres primeros días creando la estructura del edificio: en primer lugar el aire, y luego el mar, después la tierra. Él formó los sistemas estáticos necesarios para mantener la vida. 

Luego, en los siguientes tres días, llenó esas estructuras de contenido. Llenó el aire con aves, el mar con criaturas del mar, y la tierra con animales. 

Dios ve la ausencia de forma y el vacío, y responde dando forma y plenitud. Él crea orden, pero no un orden cargado, sofocante. ¡Es un orden específicamente diseñado para maximizar el florecimiento de la vida! ¡Este es nuestro Dios! Aporta estructura, y después el contenido; la forma, y después la plenitud; el orden, y este florece.

Fundamentos para florecer 

Observamos un ritmo parecido en Génesis 2. Dios coloca al hombre en el jardín. Aunque el jardín es realmente un “deleite”, no es todo lo que podría ser. Por lo tanto Dios manda al hombre a “trabajar y mantenerlo” (Gén. 2:15). Dios le encarga al hombre tomar la materia prima que se le ha dado, y estructurar el ambiente de una manera tal que promueva el florecimiento de todos los seres vivos bajo su cuidado. ¡Este es el papel del hombre a la imagen de Dios!

Los hombres tienen el propósito de crear estructuras para que la vida pueda florecer. Creamos granjas donde las condiciones pueden ser perfectamente calibradas para maximizar la productividad de los árboles. Creamos ranchos donde los animales pueden crecer fuertes. Creamos estructuras financieras donde las inversiones puedan alcanzar su pleno potencial. Y en el hogar, creamos un ambiente donde nuestra esposa y niños puedan prosperar en todas las áreas ante los ojos de Dios. 

Esa es la mentalidad que debemos tener en nuestro matrimonio: “¿Cómo estructuro nuestra vida familiar para que todos puedan florecer?”. Ciertas constantes estarán presentes en todos los hogares cristianos: estudio de la Biblia, oración, tiempo juntos, tiempo separados, etcétera. Y sin embargo, tenemos la libertad de organizar estas constantes en la forma que mejor se adapte a nuestra esposa y a nuestros hijos.

Las preguntas cruciales que debes hacer 

Así que, como maridos, nos despertamos todos los días y nos preguntamos: ¿Cómo puedo organizar mejor el tiempo, energía, dinero, y las relaciones que el Señor me ha dado, para que mi esposa florezca mejor como mujer ante los ojos de Dios? En cuanto al tiempo, ¿le he dado suficiente tiempo a solas, lejos de los niños, para encontrarse con Dios devocionalmente? ¿Cuánto tiempo necesita? ¿Cómo voy a crear ese espacio? 

¿Le he dado tiempo suficiente para reunirse con otras mujeres, y así recibir apoyo y aliento? ¿Le he dado suficiente tiempo conmigo? En relación con nuestro dinero, ¿lo he asignado de la mejor manera con el fin de financiar esas cosas que despiertan su afecto por el Señor? ¿Cómo puedo hacer que eso suceda? ¿Qué le ayuda a descansar mejor? ¿Vacaciones? ¿Hobbies? ¿Libros? 

Para algunos de ustedes, el mejor regalo que pueden darle a su esposa es una noche en donde se vistan elegantemente y salgan a cenar. Otros de ustedes podrían tener una cita más barata y usar esos fondos para comprar un poco de madera y construir una mesa de picnic (no se rían, ¡eso le encanta a mi esposa!). 

Con este enfoque, no estamos tiranizando una lista de cosas que se supone debemos hacer, sino que somos libres para entender bien a nuestras esposas. Somos libres para considerar cómo podemos utilizar los recursos que Dios nos ha dado para amarla mejor. 

Como Jesús

En muchos sentidos, eso es lo que Jesús hizo por nosotros. Dio su vida con el fin de crear un ambiente donde podamos florecer a los ojos de Dios. ¿Qué necesitamos para estar completamente vivos en Dios? ¿La palabra de Dios? Él vino a predicarla. ¿La erradicación de nuestro pecado? Él se lo llevó en la cruz. ¿El poder interior del Espíritu de Dios? ¡Él liberó el Espíritu en nosotros! ¿Una comunidad de hermanos y hermanas? Él creó la Iglesia.

Jesucristo dio todo con el fin de crear las condiciones ideales para que nosotros florezcamos como hijos de Dios. Nosotros, los esposos, somos llamados a amar a nuestras esposas de la misma manera. Le damos nuestros recursos para que puedan ser todo lo que estaban destinadas a ser como hijas de Dios. Esto le agrada a Él, y las bendice a ellas.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Sergio Paz.
Imagen: Lightstock.
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