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Si no tuviera que trabajar, podría dedicarme completamente al servicio a Dios en la iglesia.

Si eres un cristiano apasionado por el Señor y su reino, probablemente te has quejado de esta manera. Muchos vemos el trabajo como un mal necesario. Ocho horas diarias que desaparecen entre estrés, tareas aparentemente insignificantes, y jefes malhumorados.

Oh, si tan solo pudiera “servir a Dios de tiempo completo”.

Si pudiéramos elegir, abandonaríamos la oficina y nos dedicaríamos a las cosas que son realmente “espirituales”. Pero tengo una buena noticia para ti. Si el Señor te ha salvado, también te ha llamado para servir en la obra de su reino… ahí, en el lugar en donde estás. Esta no es una verdad solo para pastores y misioneros, sino para todos los hijos de Dios.

Trabajo y redención” de Tom Nelson nos ayuda a dejar de ver el trabajo como una carga y verlo como lo que es: un llamado de Dios. Cuando sales de la iglesia el domingo, no tienes que esperar toda una semana para que Dios trabaje en ti y a través de ti. Lo que haces el lunes también es adoración.

“El diseño y deseo original de Dios es que no haya una división entre nuestro trabajo y nuestra adoración. […] El deseo y la intención de Dios es que nuestro trabajo y llamado vocacional sean un acto de adoración que le honre” (p. 23).

El trabajo no es fruto de la caída; el trabajo es algo para lo que fuimos hechos. Desde el Edén, el hombre fue puesto para nutrir, conservar, y proteger la creación. Por supuesto, en un mundo que ha sido corrompido por el pecado, trabajar no será fácil. Sin embargo, nuestro Dios es un Dios trabajador y fuimos hechos a su imagen para mostrarle al mundo justamente eso.

Después de mucho tiempo en el que se pensó equivocadamente que los líderes religiosos tenían trabajos más “espirituales” que todos los demás, los reformadores entendieron y enseñaron que todos los creyentes somos sacerdotes, y todos trabajamos para la gloria de Dios en donde sea que estemos.

“En lugar de ser un obstáculo o un impedimento para la obra de Dios en nuestras vidas, Lutero entendió que la vocación es la vida principal que Dios utiliza para transformarlas” (p. 106).

El trabajo no nos roba tiempo o energía para que Dios haga su obra en nosotros y a través de nosotros… ¡es justo en nuestro trabajo que su obra será hecha!


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