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En el libro tres de “Mero cristianismo”, C. S. Lewis invierte 12 capítulos en describir el comportamiento cristiano. Empezamos conociendo las tres partes de la moral y terminamos con la virtud teologal de la fe.

Contrario a lo primero que uno podría pensar, Lewis no está dándonos una lista de reglas que dictan cómo debemos vivir. A fin de cuentas, “no se puede hacer buenos a los hombres por ley” (p. 89). Su propósito es que lleguemos a la siguiente conclusión: No podemos ser cristianos sin un milagro divino.

Conocer lo que es bueno e intentar vivir conforme a ello nos hará darnos cuenta que simplemente no podemos hacerlo.

“Jamás averiguamos la fuerza del impulso del mal dentro de nosotros hasta que intentamos luchar contra él […]. Lo más importante que aprendemos de un intento serio de practicar las virtudes cristianas es que fracasamos” (p. 154).

Y es aquí cuando clamamos, ¿qué debo hacer para ser salvo (Hch. 16:30)?

Ser para hacer

Finalmente, en el último capítulo del libro tres, Lewis expone hermosamente las verdades del trabajo de Dios en nosotros y la responsabilidad del hombre. “Estoy intrigado”, dice Lewis acerca de este misterio, “pero no sorprendido”.

El cristianismo no es una serie de reglas a las cuales tenemos que alinearnos. Lo que Dios quiere hacer con nosotros va mucho más allá de eso. Nuestra transformación no será solo lo que hacemos, sino lo que somos.

“Lo que a Dios le importa no son exactamente nuestras acciones. Lo que le importa es que seamos criaturas de cierta calidad —la clase de criaturas que Él quiso que fuéramos—, criaturas relacionadas con Él de una cierta manera” (p. 157).

Y eso fue lo que Jesús hizo posible en la cruz. A través de su perfecta obediencia, muerte, y resurrección, Cristo rasgó el velo y quitó el pecado que nos separaba de Dios.

“Cristo nos ofrece algo por nada. Incluso nos lo ofrece todo por nada. En cierto modo, toda la vida cristiana consiste en aceptar este asombroso ofrecimiento” (p. 159).

La vida cristiana es recibir la gracia de Dios en Jesucristo, y vivir glorificando al Señor por ella.


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