Para concluir con nuestra lectura de “Encuentros con Jesús” de Tim Keller, leímos sobre dos acontecimientos de la vida de Jesús de los que no se habla mucho: la ascensión y la anunciación.
A la diestra del Padre
Imagina la escena: los discípulos de Jesús habían pasado unas semanas intensas. Su maestro había sido azotado, colgado en una cruz hasta la muerte, sepultado, y finalmente había resucitado con poder. Después de ese fin de semana de intensas emociones, Jesús había permanecido con ellos durante cuarenta días, hablándoles acerca del reino de Dios.
De pronto, mientras les hablaba, el Señor fue elevado y desapareció.
La ascensión de Jesús suele parecer algo triste, un maestro dejando atrás a los seguidores que tanto le amaban, pero en realidad es todo lo contrario: Es una coronación. Jesús está ahora reinando con poder sobre todo el universo.
“No importa quién hayas sido o lo que hayas hecho. No importa cuán defectuoso o necio seas. Cuando los ojos del padre te miran, ven a Jesús resucitado; cuando te escuchan, lo escuchan a Él”.
No hay razón alguna para estar ansiosos. Jesús no solo vivió, murió, y resucitó por nosotros, Él también ascendió al cielo y reina a nuestro favor.
La valentía de María
“María era insignificante y se convirtió en una persona muy importante, simplemente porque Dios vino a ella y ella respondió de la manera más humilde”.
Cerramos está lectura mensual analizando el ejemplo que María nos da al responder a la anunciación de que llevaría en su vientre al Hijo de Dios.
Ella razonó, dudó, se rindió, y se conectó con otros. No era una persona extraordinaria; ella misma reconoció su bajeza delante del Señor (Lucas 1:48). Ella es definitivamente un ejemplo de fe para nosotros, nuestra hermana y sierva de Dios. Se entregó completamente, igual que debemos hacerlo nosotros.
“Si realmente deseas a Jesús en tu vida, debes obedecerlo incondicionalmente. Debes ceder el control de tu vida y olvidarte de tus condiciones. […] Si quieres a Jesús contigo, tienes que renunciar al derecho de dirigir tu propia vida”.
Ese es el resultado de un verdadero encuentro con Jesús: una vida completamente entregada. ¿Ya te encontraste con Él?
