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Nota del editor: 

Este artículo originalmente fue publicado en inglés por The Banner of Truth. Para aquellos interesados en leerlo en inglés, con más documentación, pueden encontrarlo aquí.

El consenso común a lo largo de varias generaciones, si no siglos, ha sido que la Reforma del siglo XVI pasó de largo la nación de España. Sin embargo, aunque no hay dudas de que fue un progreso lento y un declinado rápido, sí hubo un movimiento protestante en España en el siglo XVI.

Una figura clave fue Cipriano de Valera (1532 – 1602), más conocido por su revisión de la Biblia española (la Reina-Valera), que es todavía hoy la Biblia de mayor uso en el mundo hispanohablante. Si bien sabemos poco acerca de la vida personal de Valera, podemos tener cierta idea del hombre a través de sus escritos. Entre todos, existen unas siete obras publicadas, que incluyen en su mayoría traducciones de obras de otros autores, prefacios originales, y adaptaciones de distintos tratados.

Al examinar dos de sus obras, su tratado sobre el papado y la misa y su prefacio a la Institución de Calvino, podemos conocer mejor a este protestante español olvidado, y poner particular atención en su amor evangelístico por sus compatriotas.

Breve bosquejo biográfico

Como miembro de la orden de los jerónimos en las afueras de Sevilla, en España, Valera quedó convencido junto con otros del pensamiento protestante. En 1557, huyó a Ginebra para evitar el alcance de la Inquisición. Con el ascenso de la reina Isabel al trono en 1558, Valera se trasladó a Londres, donde estudió y recibió una beca en Cambridge, obteniendo después una maestría en Oxford. Después de eso hay un relativo silencio en los siguientes veinte años, pero sabemos que regresó a Londres y fue miembro de una iglesia para extranjeros aprobada por el estado, fundada por Casiodoro de Reina.

La invasión fallida de la armada española en 1588 impulsó un esfuerzo concentrado de parte de los ingleses por producir libros y panfletos en español. Esta salida propagandista, apadrinada por los ingleses, tenía la intención de contrarrestar el poder creciente de España. En ese año, alrededor de los 56 años de edad, Valera comenzó su carrera como autor, cuando publicó un polémico tratado atacando al papado y la misa.

Ataque al papado y la misa (1588)

El tratado titulado “Dos Tratados, El primero es del Papa … El sugundo es de la Missa ...”, argumentaba que la Iglesia Católica Romana estaba edificada sobre dos pilares: el papado y la misa. Valera decía que si se golpeaba una de esas dos columnas, toda la estructura se derrumbaría, siendo la misa el pilar más esencial del edificio católico. Valera oraba para que Dios enviase al “verdadero Samson, que es Cristo”, para derribar las columnas por la Palabra de Dios.

En su prefacio de apertura dirigido “al lector cristiano”, Valera escribió acerca de cuánto le dolía ver a su nación a la que Dios había bendecido tan ricamente con “ingenio, habilidad, i entendimiento para las cosas del mundo”, ser tan sorda y ciega a las cosas de Dios. Según Valera, España había sido arrastrada y se había dejado “gobernar, atropellar i tiranizar por el Papa, del hombre de pecado, del hijo de perdizion, del Anticristo, que está sentado en el templo de Dios como Dios, haziéndose parezer Dios”.

Valera deseó que su nación disfrutase de las mismas misericordias que los otros países europeos circundantes habían experimentado, sin duda refiriéndose a las otras reformas. Lo que más deseaba era una “libertad de conziencia” para vivir libremente ante el Señor. Esta libertad, decía Valera, era “no para rienda suelta servir á las concupiszenzias de la carne: sino para en espíritu i en verdad servir al Dios viviente, al cual servir es reinar”.

Aunque esta obra es polémica por naturaleza, Valera apelaba con frecuencia directamente a sus compatriotas a abrir sus ojos al error del sistema católico romano:

“Abre tus ojos, España; o mejor dezir, ábratelos Dios, i mira en qué estima el Papa tenga al sacramento, al cual, él mismo te vende por tu dinero, diziendo que es tu Dios.

Señor, juzga tu causa: libera a tu pobre pueblo digna de las manos destos encantadores, falsos profetas i embaidores [ocharlatanes]. Abre, España, los ojos, i vee: cree á quien con grande amor te avisa: mira si esto que digo es verdad, ó no.

Abre los ojos, España, i acaba de entender quién sea el Papa, a quien adoras como á Dios en la tierra”.

No es sorprendente que Valera fuese quemado en efigie el 26 de abril de 1562, y que fuese el único nombrado por el Índice como “el hereje español”.

La Institución de Juan Calvino (1597)

En 1597 Valera publicó una traducción de la quinta edición de la Institución de Juan Calvino (1559). Según Valera, Dios levantó a Calvino, el “doctísimo intérprete de la sagrada Escritura” para ser uno de los varios “instrumentos de su grazia” en su iglesia. Según Valera, Calvino trata en su Institución los puntos de la doctrina en una forma “pura i sinzeramente”, enseñando todo lo que está en la Palabra de Dios, y refutando el error y la herejía.

En su prefacio, dirigido “a todos los fieles de la nazion española”, Valera es fuertemente doctrinal, sazonando todo el texto con alusiones e historias bíblicas. Valera comienza destacando el don supremo de Dios, es decir, el verdadero conocimiento de Dios en el Señor Jesucristo. Este conocimiento, destaca, ofrece a los hombres “una grande alegría i quietud de corazon en esta vida, i la eterna gloria i felizidad despues desta vida”. Abreviando, nada hay más necesario que este conocimiento. Valera enfatiza que Satanás busca ocultar la verdad desde la creación hasta el tiempo presente. Se refiere a los enemigos de fuera y también a los domésticos que “se glorían de ser el pueblo de Dios, i que tienen las aparenzias externas”, sin duda refiriéndose a la Inquisición y a la infraestructura de la Iglesia Católica Romana que la apoyaba.

En apuntes firmemente anti papales, Valera escribió que la Iglesia Católica Romana había abandonado el camino de los apóstoles y los mandamientos de Cristo, y no solo no se preocupaba de las ovejas, sino que las ahogaba en ignorancia. Estos líderes afirmaban ser los “vicarios de Cristo”, pero en realidad alejaban a la gente de la obediencia y el verdadero conocimiento de Cristo.

Valera advirtió acerca de los falsos maestros, llamando a sus lectores a despertar de la ignorancia y renunciar a aquellos que los engañaban con idolatrías y supersticiones. En uno de sus momentos más expresivos, escribió que incluso “con todos los fuegos, cárzeles i cuchillos de los perseguidores no ha sido apagada la luz de la verdad”. En lugar de eso, la verdad se había esparcido por los reinos y ciudades de la tierra. Luego cita el dicho bien conocido de Tertuliano: “La sangre de los Mártires es la semilla de la Iglesia”.

Valera dedicó esta traducción de la Institución de Calvino a todos los españoles fieles, a aquellos que estaban viviendo aún bajo el yugo de la Inquisición, y a aquellos que habían sido desterrados de su patria. Enumeró tres razones que lo motivaban a realizar esta obra. La primera era la gratitud a Dios, que lo libró de la potestad de las tinieblas y lo trasladó al reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13). Aquí Valera citaba las palabras de Jesús a Pedro en Lucas 22:32 (“una vez que hayas regresado, confirma a tus hermanos”) como motivación a sus esfuerzos por producir esta obra en español. La segunda razón era el “enzendido deseo” de “adelantar por todos los medios que puedo, la conversion, el conforto i la salud de mi nazion”. La tercera motivación por su traducción era “la gran falta, carestía i nezesidad que nuestra España tiene de libros que contengan la sana doctrina, por los cuales los hombres puedan ser instruidos en la doctrina de piedad”. Cada una de estas motivaciones revela a un hombre que, aun desplazado de su patria, avivó en una llama un celo por sus propios compatriotas durante toda su vida.

Valera concluía con la siguiente exhortación:

“Abrid, pues, los ojos oh Españoles, i dejando á los que os engañan, obedezed á Cristo i á su palabra, la cual sola es firme i inmudable para siempre. Estribad i fundad vuestra fé sobre el verdadero fundamento de los Profetas i Apóstoles, i la sola Cabeza de su Iglesia”.

Aliento para el día de hoy

Vemos en Cipriano de Valera a un hombre que mantuvo un celo evangelístico por su propio pueblo durante toda su vida. Como el apóstol Pablo en Romanos 9, Valera experimentó “gran tristeza y continuo dolor en mi corazón” (Ro. 9:2) por sus compañeros españoles, sus “parientes según la carne” (Ro. 9:3). Aunque dejó España con 25 años, Valera nunca dejó de identificarse como español, ni paró de anhelar la salvación de su pueblo. Dedicó sus esfuerzos a escribir, traducir y publicar obras que ponían las verdades evangélicas ante los lectores de su lengua nativa, siendo la corona de su pluma su revisión de La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina, que dio origen a lo tan amada Biblia Reina-Valera.

En años recientes ha resurgido un interés por la teología reformada en el mundo anglosajón. Aunque estamos agradecidos por por este mover, hay necesidad de la misma renovación entre los hispanohablantes. Un estudio sobre los protestantes españoles del siglo XVI, incluyendo a Cipriano de Valera, es una gran fuente de aliento, así como un recordatorio, de que la predicación del evangelio y las verdades reformadas no han sido desconocidos en nuestra lengua española.

Con Valera, igual clamamos que el Señor abra muchos ojos en el mundo hispanohablante a un conocimiento verdaderamente salvador de Cristo.

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