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Coalición por el Evangelio está comprometido con proveer a los cristianos hispanohablantes con recursos relevantes para nuestra vida y estudio, que estén fundamentados en la Escritura y que sean explícitamente centrados en el evangelio. Ahora, ¿qué quiere decir esto de estar centrados en el evangelio?

Todo se trata de Jesús                                      

A través de la historia, el Señor ha recordado constantemente a su pueblo quién es Él y qué Él ha hecho. Independientemente de cuántas veces Dios salvó a los israelitas de una situación desesperanzadora, siempre va a su pueblo y le dice: “¡Recuerden!”, “Construyan altares, tráiganme ofrendas y sacrificios, levanten piedras y cuéntenles a sus hijos las historias de cómo Dios los salvó de su sufrimiento”. Sin embargo, según se desenvuelven los sucesos, Israel falla y no se recuerda de Dios, ni de sus promesas, y olvida que Él es fiel en mantenerlas. Al olvidarse de Dios y sus obras, las vidas, las comunidades y la fe de los israelitas terminan en un desastre caótico y pecaminoso.

Pasamos al Nuevo Testamento y Cristo trasciende la escena de manera sobrenatural. Todas las promesas de Dios se cumplen y se hacen realidad en Él. Con su vida, muerte y resurrección, Él lleva a cabo la redención y restauración de todos aquellos que creen y de toda la creación. Mientras caminaba en esta tierra con sus discípulos, les explicaba todas las cosas acerca de Él que se encuentran en las Escrituras, y al escuchar el misterio de la Biblia que se revelaba ante ellos, leemos que sus corazones ardían (Lucas 24:13-35).

Así, Cristo los comisionó y facultó para llevar la verdad a todas las naciones: que Dios salva al pecador. La obra está concluida en Cristo. Arrepiéntanse y confíen en Él.

La iglesia nació por el evangelio, pero el evangelio también es lo que hace crecer a la iglesia. Es interesante ver que todo el Nuevo Testamento está dirigido a los creyentes, pero los apóstoles repetidamente prescriben un mensaje para tratar con su condición de pecadores y un mensaje para facultarlos hacia la santidad: el evangelio.

El evangelio para toda la vida

El evangelio no es simplemente un mensaje introductorio para los cristianos: es el mensaje universal tanto para los creyentes como los no creyentes. Nuestra enseñanza siempre debe dirigirse al evangelio, porque necesitamos el poder salvador de Cristo diariamente.

Como de seguro has notado, nosotros, al igual que los israelitas, sufrimos de amnesia. Olvidamos procurar que lo que es fundamental siga siendo fundamental. Rápidamente olvidamos qué es lo que realmente yace en el centro de nuestra identidad, nuestra fe, nuestras comunidades, nuestra teología, nuestras relaciones y nuestras vidas. Pablo confronta a la iglesia en Galacia: “Estoy maravillado de que tan pronto se hayan alejado del que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gá. 1:6). Les pregunta: “conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que se vuelven de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales se quieren volver a esclavizar?” (Gá. 4:9).

Jesús los ha libertado; ¿por qué quieren volver a esclavizarse por las cosas que no los pueden salvar? Los Gálatas estaban sufriendo las consecuencias de no mantener el evangelio en el centro.

Gálatas en el Siglo XXI

Lamentablemente, muchos se sientan a esperar una revelación de Dios, en vez de tomarse el tiempo para conocer lo que Él ya nos ha revelado. La iglesia hoy sufre amnesia del evangelio. Fallamos en recordar lo que Dios ha dicho y prometido. En su lugar, regresamos a unos principios elementales débiles y sin valor, creados por el hombre y no por Dios. En vez de enfocarnos en el evangelio:

  • Buscamos formas pragmáticas de hacer crecer nuestras iglesias.
  • Andamos detrás de nuevas técnicas y revelaciones.
  • Predicamos más de nuestras experiencias personales que de las Escrituras.
  • Enseñamos moralismo para mejorar nuestro ser y encontrar sanidad interior.
  • Establecemos reglas y leyes que Dios nunca ha ordenado.

En vez de escuchar mensajes que nos lleven al arrepentimiento de nuestros pecados y creer en Jesucristo, queremos oír prédicas “bonitas” que nos hagan sentir bien. O en vez de presentar lo que Jesús ya ha hecho y nos ha capacitado para hacer, buscamos una regla o vestimenta que sea lo que realmente nos marque como cristianos. Y luego nos preguntamos por qué los jóvenes andan desorientados y por qué nos sentimos alejados de Dios.  Y es que todo acerca de uno mismo encuentra su propósito en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

¿Qué significa estar centrados en el evangelio?

La centralidad en el evangelio significa que en el centro de la revelación de Dios yace el evangelio. Es lo más importante en nuestra fe, en nuestras vidas y en nuestras comunidades (1 Corintios 15:3). Significa seguir una vida donde el cristiano experimenta una dependencia continua en el evangelio, que lo protege de depender de su propio desenvolvimiento religioso y de ser seducido y abrumado por ídolos.

El evangelio es el lente primario a través del cual se observa todo lo demás. Como el apóstol Pablo en 1 Corintios 2:2, profesamos que no hay nada más importante en la vida que conocer a “Cristo y a este crucificado”. Con la ayuda del Espíritu de Dios, procuramos ver todas las cosas a través de los lentes de Cristo, buscamos someter todas nuestras decisiones y ministerios a Jesús, y entonces damos toda la gloria a Dios con nuestra manera de vivir.

El estar centrados en el evangelio es una manera más explícita de comunicar que estamos centrados en Cristo. Porque el evangelio tiene en el centro a la persona de Jesús. Significa profundizar en la persona y obra de Cristo, al proclamar sus palabras y las cosas que hizo por el bien de su misión. Significa que las buenas nuevas de la cruz son nuestra principal ambición y nuestra mayor motivación. Significa que Jesús es nuestra mayor esperanza y gloria, nuestro mayor anhelo y gozo, y nuestra canción más apasionada. El evangelio es lo que nos define como cristianos, nos une como hermanos y hermanas, nos cambia de pecadores a santos, y nos envía como pueblo de Dios en una misión.

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