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“Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ‘¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!’” Lucas 5:8 NBLH.

A veces tenemos la idea de que hay personas “allá afuera” buscando a Dios. Romanos 3:11 dice más bien que naturalmente “no hay quien busque a Dios”, pues en realidad todos estamos muertos espiritualmente. Solo una obra de gracia del Espíritu de Dios puede despertar en nosotros una conciencia a su obra en nuestras vidas. 

Aún en esa condición espiritual del hombre, Dios muestra su gracia en que Él haya “determinado sus tiempos y las fronteras de los lugares donde viven, para que buscaran a Dios, y de alguna manera, palpando, lo hallen.” (Hechos 17:26-27). Y es que nada en este mundo puede satisfacer esa búsqueda “a ciegas”, y aún sin saberlo, de Dios mismo y por ese anhelo de eternidad que Él puso en el corazón del hombre. 

Sin embargo, es importante reconocer que, aún como personas redimidas, tendemos a alejarnos de la presencia de Dios si no entendemos funcionalmente la obra de Cristo por nosotros. Y es que la influencia del mundo, los ataques del enemigo, y la creciente conciencia de pecado (algo natural en el proceso de santificación) nos puede llevar, como a Adán, a escondernos de Él.

Las Buenas Noticias para ti y para mí son que “Él no está lejos de ninguno de nosotros” (Hechos 16:26-27). La obra de su Espíritu nos atrae una vez más a la comunión con nuestro amoroso Padre celestial y entonces podemos acercarnos a Dios con confianza. Gracias al gran intercambio de la justicia de nuestro Señor Jesucristo por nuestro pecado y culpa, siempre seremos bienvenidos en su presencia. 

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

Foto: Lightstock.
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