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Hay cristianos que dudan celebrar la Reforma Protestante. Unos señalan las divisiones, guerras, y fragmentaciones que surgieron en la Iglesia a partir de la Reforma, con sus secuelas aún hoy. Y sí, eso es lamentable. En cada evento humano siempre está el factor del pecado. Sin embargo, al pesar la balanza, sostengo que la Reforma Protestante ha sido el avivamiento más grande de la historia de la Iglesia desde Pentecostés. Si eres cristiano, creo que harías bien en celebrar la Reforma, ¡por lo menos en el corazón!

Aquí te doy seis razones para celebrar la Reforma:

1. Si aprecias tener una copia de la Biblia en tu idioma, deberías celebrar la Reforma.

¿Los nombres Cipriano de Valera y Casiodoro de Reina te suenan familiares? Son los traductores de la Biblia Reina-Valera, que es la versión más leída en todas las iglesias hispanas. Aunque, como dice David Sills, la Reforma nunca cruzó los Pirineos de manera significativa, también es verdad que hubo pocos pero grandes reformadores españoles, como Valera y Reina, que se dieron a la tarea de proveer una traducción magistral al castellano. Si esta mañana has leído tu Biblia en español, dale gracias a Dios por la Reforma.

2. Si eres pastor y estás casado, deberías celebrar la Reforma.

Antes de la Reforma, los clérigos lo tenían prohibido. Roma enseñaba —y aún enseña— que el celibato es el estado civil más santo, y por lo tanto lo requiere de sus sacerdotes, monjas, y monjes. Lutero, tras leer la Biblia detenidamente, escribió: “No existe nada en la Escritura que requiera el celibato. De hecho, la Biblia quiere que la gente ‘se fructifique y multiplique‘“. Lutero no solo abogó por la abolición del celibato para los clérigos, sino que ayudó a una monja a escaparse de un convento y se casó con ella para probar su punto. ¡Bendito Lutero!

3. Si sabes que tu trabajo secular glorifica a Dios tanto como el trabajo de un pastor, deberías celebrar la Reforma.

Un ingeniero cristiano que hace su trabajo con excelencia es tan amado por Dios como John Piper. Ambos tienen una tarea por hacer en el reino de Dios. Los reformadores se esmeraron mucho en elevar las tareas cotidianas hechas para el Señor. “No solo son las personas dentro de la iglesia las que hacen la obra de Dios”, comenta Lutero sobre 1 Pedro 2:9. “Oh, no. Todos somos sacerdotes. Por tanto, todos hacemos la obra de Dios”.

4. Si aprecias la predicación expositiva de las Escrituras, deberías celebrar la Reforma.

Una de las historias más fascinantes durante la Reforma es la de Juan Calvino. Cuando Calvino fue exiliado de Ginebra por el concilio de la ciudad a causa de sus múltiples reformas, se fue a Estrasburgo, Francia, donde hacía lo que más le gustaba hacer: leer y escribir. Tres años le duró el gusto, porque Ginebra lo llamó de regreso. Al volver, en vez de reprender a los que lo exiliaron, comenzó a predicar en el verso en el que se había quedado tres años atrás. El mensaje era claro: Calvino no tenía ninguna agenda personal, sino predicar expositivamente la Escritura. ¡Gracias a Dios por hombres como Calvino que se dedicaron a predicar todo el consejo de Dios!

5. Si estás acostumbrado a escuchar el evangelio de la justificación por gracia a través de la fe, deberías celebrar la Reforma.

La Reforma era necesaria porque recuperó el evangelio. La pregunta fundamental para la humanidad es, ¿qué debo hacer para ser salvo? Y la iglesia medieval titubeaba al responder. Aunque siempre debemos orar por una reforma pacífica, el evangelio debe ser retenido a todo costo. ¿Cuántos han entrado a la eternidad pensando que su posición delante de Dios estaba bien debido a ciertos ritos y obras? La Reforma recuperó la proclamación clara de que somos reconciliados con Dios solo a través de la fe en Cristo.

6. Si te regocijas al ver el evangelio predicado por todo el mundo, deberías celebrar la Reforma.

La Biblia fue traducida al vernáculo para que la gente tuviera acceso a la Escritura. Esto, a su vez, provocó un imperativo misionero, el cual fue testigo de muchos predicadores enviados a toda Europa, Norteamérica, India, y hasta Sudamérica. Nosotros hoy, a 500 años de la Reforma Protestante, continuamos recibiendo bendición de lo que Dios hizo allí.

Por estas razones y muchas otras, celebremos la Reforma Protestante. ¡Celebremos que el evangelio ha llegado hasta los confines de la Tierra!


Imagen: Lightstock

 

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