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He tenido el privilegio de servir en el ministerio de adoración musical por varios años. Entre más aprendo, más me doy cuenta que todavía tengo mucho que aprender. Más de una vez canté canciones cuyo significado realmente no entendía, y otras veces canté algunas que ni siquiera tenían mucho sentido. Afortunadamente, Dios sigue trabajando conmigo, y una de las formas en las que lo ha hecho es a través de “Nuestra adoración importa” de Bob Kauflin.

Este libro está lleno de ideas prácticas para cualquiera que esté interesado en el ministerio de la música; más que eso, está saturado de la Palabra de Dios. En cada página somos exhortados y confrontados para ser diligentes en la tarea que Dios nos ha encomendado.

Comparto con ustedes cinco de las muchas cosas que este libro nos enseña.

1. No se trata de ti.

“Si no te sientes adecuado para la tarea… estás en el lugar correcto para que Dios te use”. (p. 21)

Cuando pensamos en lo que realmente significa pararse delante de un grupo de personas una o dos veces a la semana, y guiarlos para que adoren con sus voces al único Dios verdadero, es fácil quedarnos paralizados.  La buena noticia es que no se trata de nosotros. Si estamos en el lugar donde estamos es porque Dios nos ha llamado. Él es quien hace la obra en nosotros, hasta el final (1 Tes. 5:24).

En “Nuestra adoración importa”, Bob Kauflin nos ayuda a ver la magnitud de nuestro privilegio y responsabilidad, y también a descansar en que no se trata de nosotros, sino del Señor.

2. La Escritura es nuestra guía en todo lo que hacemos, y la adoración musical no es la excepción.

“Solo Dios determina cómo nos acercamos a Él, cómo lo llamamos y cómo nos relacionamos con Él. Jesús es el único Salvador, quien murió y resucitó por aquellos que se arrepienten de sus pecados y confían en Su sacrificio expiatorio para el perdón. Adorar a Dios es imposible sin el poder del Espíritu”. (p. 152)

El área de la música es probablemente una de las más controversiales entre los cristianos. Mientras unos regresan al himnario, otros prefieren la adoración contemporánea. A unos les encanta expresar su gozo con diversos ritmos, y otros no quieren ni ver una batería. Perderíamos el tiempo si buscamos conciliar todas las opiniones y gustos personales.

Sin embargo, hay cosas que no son negociables en la adoración. La Escritura —al ser nuestra guía infalible— será la que arroje luz sobre cualquier confusión. Creo que Kauflin ha hecho un excelente trabajo para mostrarnos cómo aplicar fielmente los principios bíblicos en el tiempo de música de nuestras congregaciones. La parte tres del libro (“Tensiones saludables”) es una herramienta especialmente útil para “entender, buscar y disfrutar todas las maneras en que Dios nos ha capacitado para que lo adoremos” (p. 153).

3. La música nos ayuda a expresarnos, pero la Palabra es la que debe moldear nuestra alabanza.

“Los sentimientos o emociones que produce la música se desvanecerán, pero la Palabra viva y eficaz de Dios continuará operando en nuestros corazones, renovando nuestras mentes y fortaleciendo nuestra fe”. (p. 102)

¡Que no te pase (porque sí pasa)!: “Yo no soy teólogo, soy músico”. Te sorprenderías de lo mucho que aprende la congregación cuando canta.

La música es una herramienta poderosa que nos ayuda a expresarnos delante de Dios, así como a memorizar verdades eternas. Con todo, y aunque es un elemento importante, no es el más importante.

Cuando estamos detrás del micrófono o de nuestro instrumento, estamos enseñando y modelando adoración a Dios. Debemos cuidar lo que declaran nuestros labios, ya sea en canción o en oración. Necesitamos elegir nuestra música por su contenido, no por su popularidad o ritmo. ¡Asegurémonos de que nuestra música esté saturada de verdades de la Palabra!

4. Debemos siempre servir estando sometidos a nuestros pastores y en armonía con ellos.

“Servir a tu pastor no anula tu iniciativa o creatividad. Simplemente da propósito y definición a tu creatividad. […] Si eres líder en la iglesia, todos se benefician cuando creces. Y todos sufren cuando no lo haces. Particularmente tu pastor” (p. 228-229).

¿Cuál es tu relación con el pastor de tu congregación? ¿Trabajas en conjunto con él o simplemente lo ignoras porque “tú eres el que sabes”? Es importante que adoremos a Dios sometiéndonos a nuestras autoridades y que trabajemos con ellas para ver cómo podemos servir mejor a la congregación. Escucha la correción y abrázala para mejorar. Pide consejo. Bendice con tus labios a tu pastor.

5. Mi trabajo no se acaba cuando suelto la guitarra y digo “amén”.

“Si no estamos ejemplificando un genuino anhelo de glorificar a Dios que toque cada aspecto de nuestra existencia, entonces no debemos dirigir la adoración los domingos”. (p. 50)

Si decimos y realmente creemos que la adoración no es solo música, tenemos que vivir como tal.

Si cuando se encienden las bocinas somos personas totalmente diferentes que cuando nos llaman a limpiar los baños, seremos un gran tropiezo en lugar de guías para la congregación. ¡Oremos porque Dios nos dé un corazón humilde para adorarle en cada momento!

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