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Los padres tenemos la gran oportunidad y responsabilidad de ser maestros y guías espirituales de nuestros hijos. Dios nos ha encomendado esta importantísima tarea y debemos de ser diligentes en ella.

En un artículo anterior reflexionamos acerca de este tema, partiendo de Deuteronomio 6:4-9, el pasaje que los judíos conocen como el Shemá.

“Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas”.

En el Shemá, Moisés nos llama al reconocimiento de Yahweh como el único Dios verdadero. Nos llama a reflexionar sobre la esencia monoteísta de Dios, y nos exhorta amarlo con todo nuestro corazón, alma, y fuerza. También nos manda guardar sus palabras en nuestro corazón siempre y enseñarlas fielmente a nuestros hijos en todo tiempo.

Tú eres responsable de tus hijos

Sabemos que la familia es el núcleo social más importante y de mayor impacto; ahí es donde se forman las mujeres y hombres que mañana construirán la sociedad. Los padres (y no los maestros de niños en la iglesia) somos los responsables de la formación espiritual de nuestros hijos. Sin embargo, es posible que muchos nos sintamos abrumados por la tarea. Nos preguntamos, “¡¿cómo?!”. ¿Por dónde empiezo? ¿Qué debo hacer?

Quiero brindar algunos consejos para aquellos padres que desean instruir con fidelidad a sus hijos en el camino de la sabiduría. Creo que serán útiles tanto para los que apenas quieran comenzar como para los que ya tengan tiempo haciéndolo y necesiten ánimo o nuevas estrategias.

1. Sé ejemplo.

Primero que todo, tú, como padre y líder espiritual de tu familia, debes de reconocer al Señor como aquel que merece tu adoración. Para esto debes de ser diligente en tu propio estudio de la Palabra de Dios; así podrás conocer a Jesús y amarle cada vez más. Luego podrás enseñar —con pasión y con el ejemplo— la bendición que es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Enséñales lo que tú mismo vives. Que tu vida sea el modelo de lo que ellos quieren para sus propias vidas.

2. Lee y explica.

Aparta algún momento del día o la semana para reunir a tu esposa e hijos y leer juntos la Biblia. Tú eres su pastor, así que tú leerás algún pasaje de la Biblia para ellos. Pueden ser dos o tres versículos, no tiene que ser nada extenso. Es muy importante aclarar que esto no requiere de ningún tipo de preparación anticipada. Simplemente elige un libro de la Biblia y comienza a leer; la siguiente vez que se reúnan, continuarás la lectura en el lugar que te quedaste.

Luego de terminar de leer, pídele a tus hijos que te pregunten algo acerca de lo que leyeron, para que tú les respondas. También puedes preguntarles a ellos algo sencillo, y así los comprometes a poner atención. Además, pueden charlar un poco sobre cómo aplicar lo leído a la vida de cada uno. La dinámica variará dependiendo de las edades de los niños, pero lo importante es la costumbre de tener un tiempo juntos como familia meditando en la Palabra de Dios.

3. Oren juntos.

Después de leer la Biblia, puedes pedir peticiones de oración a tus hijos y orar por ellos. Dependiendo de la edad, pueden orar ellos también. El objetivo es orar por las necesidades de cada uno y reconocer juntos que dependen de Dios.

No olvides que estás tratando con niños. Este tiempo no tiene que ser “perfecto”, sino real, genuino, y lleno de amor. Déjalos ser niños delante de Dios

4. Canten juntos.

Pueden memorizar alguna canción, o poner alabanzas que ellos disfruten en YouTube o Spotify. Alaben y canten juntos al Señor. El pueblo de Dios siempre se ha caracterizado por ser un pueblo que también adora con música. Tú querrás enseñar eso a tus hijos desde temprana edad. Además, ¿qué bendición puede ser más grande que adorar a Dios juntos como familia?

Más ideas y recursos

En los primeros años probablemente quieras leerles —de preferencia todos los días— libros de historias bíblicas. De esta manera, ellos empezarán a conocer la Biblia y al Dios de la Biblia. Conforme vayan creciendo, puedes darle alimento más sólido. También puedes jugar con ellos a memorizar versículos. Dependiendo del desarrollo de cada niño, a partir quizá de los ocho o nueve, puedas empezar a enseñarles doctrina, para que el fundamento de su fe se fortalezca.

Leer con ellos otros libros además de la Biblia puede ser muy provechoso. “El progreso del peregrino” de John Bunyan es una buena opción; también puedes leerles biografías de grandes hombres y mujeres de Dios en la historia.

La misión es poner un base sólida en sus vidas desde temprano, para que luego tengan con qué sostenerse y caminar solos. Queremos ser diligentes y disciplinados ahora que los tenemos en casa, para poder luego soltarlos con confianza.

Este es un tema de suma importancia, y del cual hay mucho que decir. Si quieres seguir aprendiendo sobre la adoración en familia, estos recursos pueden ayudarte a profundizar:


Imagen: Lightstock
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