¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Los que estábamos vivos y conscientes hacia finales del año 1999 recordamos que abundaban las profecías sobre lo que pasaría cuando los relojes marcaran el inicio del año 2000. ¿Se acabaría el mundo? ¿Seríamos invadidos por extraterrestres? ¿Volvería Cristo? O —lo que para algunos era peor—, ¿colapsarían las redes de comunicación, dejándonos a todos sin internet? Lo cierto es que eran pocos los que querían que el segundo milenio llegara a su fin.

Los que estábamos vivos y conscientes hacia finales del año 2016 recordamos que abundaban las conversaciones sobre si ese año habría sido el peor en la historia reciente. Y es que el año pasado presenciamos acontecimientos terribles y complicados de todo tipo en el mundo: emergencias de salud a nivel internacional (p. ej. el virus zika), atentados violentos (p. ej. en Pakistán y Alemania), tensiones interétnicas (p. ej. en Estados Unidos), relaciones diplomáticas complicadas (p. ej. en Irán, y Brexit en el Reino Unido), accidentes aéreos (p. ej. en Colombia e Indonesia), crisis económicas y políticas (p. ej. Siria, Venezuela, Colombia), elecciones controversiales (p. ej. Clinton versus Trump en Estados Unidos), actos de injusticia, “progresos” ideológicos y morales (p. ej. el matrimonio homosexual y la agenda LGBTQ en varios países), corrupción (p. ej. Brasil, República Dominicana, Guatemala, y México), y muerte de personajes famosos (p. ej. Mohamed Ali, David Bowie, Juan Gabriel, Fidel Castro, George Michael, Carrie Fisher), solo para mencionar unos pocos. (Aquí, aquí, aquí algunos resúmenes generales de lo que pasó el año pasado.) Lo cierto es que eran muchos los que querían que el 2016 se acabara ya.

Mucho se podría especular con respecto a esta reacción. ¿En qué se basan nuestras esperanzas de que el 2017 vaya a ser mejor que el 2016? ¿Cuán capaces somos de evaluar la realidad actual sensatamente y desde una perspectiva histórica? ¿Qué revela esta reacción acerca de la naturaleza y la condición humana?

Esas son preguntas importantes e interesantes, pero, por ahora, me gustaría compartir, no una especulación, sino unas breves palabras de aliento basadas en la verdad inmutable para aquellos que confesamos el nombre de Cristo.

La Historia está en manos de Dios

Cuando nos enteramos de eventos como los del año pasado, nuestra tendencia es desesperarnos, dudar, echarle la culpa a otros, cuestionar si es que hay alguien al timón de este mundo, o a cuestionar el poder y las intenciones de ese Alguien. Tratamos de tomar el control, pero pronto nos damos cuenta que nuestros esfuerzos son en vano, y nos sentimos frustrados.

¿Sabías que Dios nunca se siente así? Él nos dice en Isaías 46:9-10, “Yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: ‘Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré’”.

A Dios nada le toma por sorpresa. No busca responsables. Nada le desespera. Nada le frustra. Él tiene todo planificado, todo bajo control, todo avanzando en la dirección correcta para cumplir sus propósitos. Todo —lo bueno y lo malo que pasó en el 2016— encaja y tiene parte en su plan bueno y perfecto en una manera que escapa nuestro entendimiento. Él es Dios; no hay nadie como Él. La Historia no puede estar en mejores manos. Por eso, pase lo que pase, podemos estar firmes y confiados (Is. 46:8).

Tu historia está en manos de Dios

No debemos olvidar que lo que para algunos son noticias, para otros son la realidad. El zika en las Américas, el conflicto en Siria, la crisis en Venezuela, los atentados en Bélgica, la violencia en México; muchos nos enteramos de estas cosas por los medios de comunicación. Pero otros las experimentamos en carne propia.

Dentro de la Historia, hay millones y millones de subhistorias de las cuales el mundo jamás se va a enterar. Quizás tú seas uno de aquellos cuyo nombre no apareció en las noticias del 2016, pero cuya realidad cotidiana fue y sigue siendo afectada por los eventos reportados. O quizás, simplemente, la realidad en la que viviste fue terrible pero no “digna” de aparecer en las noticias. Si la vida vida fuera una película, tú serías un extra.

¿Sabías que Dios conoce cada una esas subhistorias? Dios conoce cada detalle, cada ángulo, cada matiz de ellas. Es más, Dios conoce hasta lo que está en el corazón y en la mente de los que viven esas subhistorias: de ti y de mí. Y no solamente eso: Dios causa, dirige, y utiliza todas esas cosas. No entendemos cómo, pero así es. Sin embargo, como dice Pablo en Romanos 8:28, “sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”. Todas las cosas, incluso las del año pasado. Y de los que vendrán.

Para Dios, tú no eres un extra. Tú eres su hijo, su hija. Aunque nadie más se entere por lo que estás pasando, Dios lo sabe todo. El fin de tu historia, Dios lo declara desde el principio; Él establecerá sus propósitos, para su gloria y para tu bien. Puedes estar firme y confiado.

En medio de todo, Dios siempre está obrando

Puede que el 2016 haya sido un año difícil para el mundo en general y para ti personalmente. Y puede que aquello te haya hecho perder el enfoque sobre lo que Dios hizo en ti, en los que te rodean, y en el mundo. Por naturaleza, las noticias son selectivas y editadas, y por lo tanto no son un indicador confiable del actuar de Dios. Además, el reino de Dios es como una semilla de mostaza y como la levadura (Lc. 13:18-21): imperceptible a los ojos del mundo, pero siempre actuando segura y poderosamente.

¿Dónde podemos encontrar un indicador confiable? En su gracia común: Dios siguió sosteniendo su creación, creando nueva vida, proveyendo para sus criaturas, e impidiendo que la maldad humana tome control absoluto. ¿Dónde más? En su gracia particular: Dios siguió salvando a pecadores por medio del evangelio de su Hijo, y siguió hablando, alimentando, edificando, santificando a su pueblo por medio de la proclamación de su Palabra y el poder de su Espíritu. Y todo eso lo hizo a través de las prédicas, oraciones, palabras de aliento, palabras de exhortación, esfuerzos de evangelización, y del servicio fiel en los que tú y tus hermanos en Cristo en tu contexto inmediato y alrededor del mundo participaron; es decir, a través de todo lo que no salió en las noticias.

En medio de todo lo que aconteció el 2016, Dios siguió obrando. Pase lo que pase en el 2017, podemos estar firmes y confiados que Dios continuará su obra hasta que la complete plenamente.


Crédito de imagen: Lightstock.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando