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El pastor y autor Tim Keller fue nuestro invitado esta semana en el podcast Ask Pastor John [Preguntele al pastor John]. Keller tiene un nuevo libro acerca de la oración, titulado “La oración: Experimentando asombro e intimidad con Dios”.

Él conversó con nosotros desde su oficina en la ciudad de Nueva York acerca de esta disciplina, a menudo abandonada, y nosotros le lanzamos 10 preguntas rápidas.

Aquí hay una transcripción ligeramente editada de nuestra conversación.

Pregunta 1: Carencia de oración

¿Cuán extendida está la carencia de oración entre los cristianos de hoy; y qué revela esto acerca de nuestra salud espiritual?

Por estudios seculares empíricos, sabemos que, en la actualidad, todo el mundo en nuestra sociedad occidental tiene menos tiempo a solas. Cada vez hay menos y menos de nuestros días o nuestros meses o nuestras semanas en que estemos desconectados, en que no estemos escuchando algo o hablando con alguien o texteando. Esto se debe a la extensión del uso de los medios sociales, el Internet y varios tipos de dispositivos electrónicos. En el pasado, la mayoría de las personas no podía evadir tiempos a solas. Pero ahora estos escasean.

Esto es anecdótico, pero todas las personas con las que hablo parecen estar tan ocupadas y comunicarse tan incesantemente y todo el tiempo, que creo que debe haber más y más carencia de oración. Hay menos y menos tiempo para que la gente vaya a un lugar solitario a orar. Estoy seguro de que carecemos de la oración más que en el pasado y eso nos dice que nuestra salud espiritual está en decadencia.

Pregunta 2: Orar los Salmos

Su nuevo libro es claro: una vida de oración beneficiosa es imposible sin tiempo a solas, pero también es imposible sin la Palabra de Dios. Usted habla de un tiempo en su vida cuando fue impulsado por la desesperación a orar y, entonces, abrió y oró los Salmos. Explíquenos cómo hizo esto y qué aprendió de este tiempo.

Me alegra poder hablar de esto. Me di cuenta de que los Salmos son muy importantes para la oración. Quizás, porque, hace unos años, leí un libro de Eugene Peterson llamado Answering God [Respondiéndole a Dios]. Él provee un poderoso argumento a favor de que sólo oramos bien si estamos sumergidos en La Escritura. Aprendemos nuestro vocabulario para orar de la misma manera en que los niños aprenden su vocabulario: al sumergirnos en el lenguaje para luego hablarlo. Él dice que el libro de oración de la Biblia es Salmos, y nuestra vida de oración se enriquecería inmensurablemente si nos sumergiéramos en los Salmos. Ese fue el primer paso. Me di cuenta de que necesitaba hacer eso, pero no sabía cómo.

Después dediqué un par de años a estudiar los Salmos. En cierto punto, me di cuenta de que un buen número de los salmos parecían repetitivos o difíciles de entender, así que no podía usarlos en oración. Entonces decidí estudiar todos los 150 salmos. Usé los pequeños comentarios de los Salmos de Derek Kidner (Tyndale Old Testament Commentaries), el comentario de los Salmos de Alec Motyer (The New Bible Commentary, 21st century edition) y el comentario de los Salmos de Michael Wilcock (Bible Speaks Today).

Estudié los 150 salmos y escribí un pequeño resumen y una pequeña descripción de lo que yo entendía que el salmo decía, y versículos clave que pensaba podían ser útiles para orar. Usando letra tamaño nueve, básicamente resumí los salmos en unas 20 páginas que ahora uso en las mañanas cuando oro.

Por cierto, uso el calendario del Libro de Oración Común. Yo leo los Salmos en la mañana y en la noche y luego oro. A veces, de hecho, oro el salmo, pero muchas veces simplemente leo el salmo y después oro. Hago esto cada mañana y noche y leo los 150 Salmos cada mes. Así que eso es lo que aprendí y eso es lo que hago ahora.

Me encanta este método intencional y disciplinado. Supongo que con el tiempo vio que lo que decía Peterson era verdad, que esta práctica le dio forma a su lenguaje de oración.

Sí. Esa es la razón por la que no necesitamos tomar el salmo literalmente y volverlo una oración, aunque esto puede ser poderoso muchas veces. Solo leer todos los Salmos cada mes, y luego orar después de haber leído el salmo, cambia nuestro vocabulario, nuestro lenguaje, nuestra actitud.

Por un lado, los Salmos en realidad le muestran que puede estar descontento en la presencia de Dios. Los Salmos, en un sentido, le dan permiso para verter sus quejas en una manera que podemos considerar inapropiada, si no estuviera ahí, en las Escrituras. Pero, por otro lado, los Salmos demandan que al final usted se incline ante la soberanía de Dios de una manera contraria a lo que la cultura moderna nos llevaría a pensar.

Alec Motyer dijo que los Salmos están escritos por gente que conocía mucho menos acerca de Dios que nosotros, y amaba a Dios mucho más que nosotros. Con eso, él quiso decir que, porque no sabían acerca de la cruz, hay algunos lugares donde podría decirse que no saben tanto acerca de los propósitos de salvación de Dios como yo ahora. Pero, él dice que, aunque muchos de los salmistas no conocen a Dios tan bien como nosotros, ellos lo amaban más que nosotros.

Pregunta 3: Meditación

A lo largo de su nuevo libro acerca de la oración, usted advierte a sus lectores de moverse del estudio bíblico a la oración saltándose un paso crucial, la meditación. ¿Por qué nos saltamos la meditación tan fácilmente?

Es posible que obviemos este paso fácilmente, porque vivimos en una cultura que no exhorta a la soledad y a la reflexión. También es posible que el evangelicalismo esté demasiado conformado a la racionalidad del Racionalismo. Esto hace que a veces vayamos a la Biblia buscando obtener el significado a través de la exégesis gramatical e histórica y, una vez obtenemos el significado, ya tenemos lo que necesitamos, y no lo hacemos bajar a nuestro corazón.

Me preocupan las estrategias de lectura bíblica que dicen: lee la Biblia, pero no pienses en teología, solo permite que Dios te hable. Esto me preocupa porque Dios nos habla a través de la Biblia después de hacer una buena exégesis y comprender lo que el texto dice. Martín Lutero creía que debemos tomar la verdad que hemos aprendido a través de una buena exégesis y, una vez entendida, aprender a dar calor a nuestro corazón con ella; debemos guardarla en nuestro corazón.

Nuestra vida de oración es reducida porque nuestros corazones están fríos cuando empezamos a orar. Sin meditación, tendemos a pedir y suplicar de inmediato, y adoramos y confesamos poco. Cuando le damos calor al corazón, comenzamos a adorar a Dios y a confesarnos. Cuando el corazón está frío, como lo está si usted sólo estudia la Biblia y pasa directo a la oración, hay una probabilidad mucho mayor de que invierta su tiempo en su lista de oración y realmente no involucre su corazón.

Entonces, la clave para una oración fructífera es la convicción de que la Biblia fue escrita en verdad para mí, de manera personal.

Sí, lo es. Deuteronomio 29:29 dice: «Las cosas secretas pertenecen a Dios, mas las cosas reveladas han sido reveladas a fin de que las hagamos». La Biblia contiene la parte de la voluntad y la mente de Dios que Él quiere que sepamos. Pero la manera en que determinamos lo que Él dice en las Escrituras es a través de una exégesis teológica sensata. Entonces, una vez discernido el significado, debemos bajarlo a nuestro corazón para asegurarnos de que se vuelva un mensaje personal para nosotros y no sólo un concepto en nuestra mente.

Pregunta 4: Distracciones durante la oración

El pasado diciembre le preguntaron en Twitter: «¿Por qué cree que los adultos jóvenes cristianos batallan más fuertemente con Dios como una realidad personal en sus vidas?» Usted respondió: «Ruido y distracción. Es más fácil tuitear que orar!» Es lamentable, pero cierto. Somos personas cambiantes. A pesar de los beneficios que tiene la tecnología digital, somos tentados a distraernos de la oración por tweets y posts de Facebook y mensajes de texto e emails en nuestro teléfono. En un sentido, ¡queremos estar distraídos! Usted ya ha mencionado este problema antes. Pero, entonces, ¿que consejo le daría a un cristiano que se ve atraído hacia las distracciones cuando trata de orar?

Quizás acabo de responder esa pregunta. Lo que quiero decir es que, no hay forma de evadir el simplemente decir: Esto es algo a lo que tengo que dedicar tiempo.

En el libro cuento la historia de cómo mi esposa usó una ilustración conmigo: Si el doctor te dijera que tienes una condición fatal y, a menos de que tomes esta medicina cada noche de 11:00 a 11:15 y tragues estas pastillas, estarás muerto en la mañana; si este fuera el caso, dijo ella, nunca olvidarías hacerlo. Nunca dirías: «estaba muy cansado» o «no alcancé a hacerlo» o «estaba viendo una película» ni «no tuve tiempo». Nunca lo harías.

Así que cuando las personas preguntan: «¿Cómo voy a lograr orar? ¿Cómo voy a lidiar con [las distracciones]?», yo les digo: «quizás no crees que necesitas orar». Este es un problema teológico y espiritual y no hay nada que yo pueda hacer, excepto decirte que reformes tu corazón y tu mente.

Habiendo dicho esto, una vez usted determina que debe hacerlo, es difícil evitar distraerse durante el tiempo de oración. Aquí es donde la meditación ayuda. Martín Lutero dijo que si damos calor a nuestro corazón a través de la meditación en Las Escrituras de tal manera que nuestro corazón realmente se alegre, empezamos a orar porque queremos orar, porque queremos adorarlo por lo que vemos y queremos confesar nuestros pecados.

Meditar en un pasaje de Las Escrituras evita que me distraiga durante la oración. Usted dice: Okey, ¿qué significa esto para mí? ¿Cómo alabo a Dios por esto? ¿Cómo confieso esto? ¿Cómo pido esto otro? La meditación da calor al corazón y cautiva la mente de manera que no me distraigo tanto.

De manera que la respuesta tiene dos caras. Debe decidir que la oración es algo que tiene que hacer, y en esto no lo puedo ayudar. Pero, una vez usted está haciéndolo, la meditación evita que su mente divague.

Pregunta 5: Infeliz delante de Dios

De regreso a la infelicidad en la presencia de Dios: En el libro usted habla de lamentarse delante de Dios —extender nuestras quejas a Él— por cómo son las cosas en la tierra. Sabemos que Dios está en control de todo. Así que, ¿cuándo y cómo debemos expresar lamento en la oración como el salmista? En otras palabras, ¿cómo se quejan buenos calvinistas?

Mi creencia es que los calvinistas entienden que, aunque el decreto de Dios es en últimas la razón final por la que todo ocurre, hay una concurrencia. Esto quiere decir que la voluntad de Dios y nuestras decisiones responsables encajan una con la otra. Dios predestina las cosas a través de nuestras decisiones. No debemos simplificar las cosas hasta el punto en que básicamente creemos que nuestro esfuerzo y nuestro llanto y nuestras peticiones y nuestras acciones, en realidad, no importan. De acuerdo a La Escritura, sí importan. Ambos, el libro de Don Carson, Divine Sovereignty and Human Responsibility [La soberanía divina y la responsabilidad humana] y el clásico de J.I. Packer El Evangelismo y la Soberanía de Dios señalan el hecho de que estas dos cosas parecen estar en tensión en nuestra mente, pero no en la mente de Dios.

No debemos inclinarnos completamente por lo uno o por lo otro, o decir que no hay razón para clamar porque, en últimas, todo es la voluntad de Dios. Dios va a hacer lo que Él quiera; entonces, ¿para qué orar?

Si usted afirma un tipo de Calvinismo plano y dice que Dios está en control de todas las cosas, entonces la oración sería inútil. Asi que, si la oración no es inútil, ¿por qué serían inútiles los lamentos? Si pedirle a Dios por el pan diario no es inútil, ¿por qué sería inútil clamar y quejarse acerca de lo que está pasando? No lo sería. Por lo tanto, debe mantener estas cosas unidas.

Entonces, ¿cómo se ve esto es su vida? ¿Podría compartir con nosotros un tiempo de su vida cuando usted se quejó a Dios en oración? ¿Cómo se ve su lamento?

Cuando las personas mueren y, al parecer, es seguro que esto no ayudará al reino, soy afectado en gran manera. La iglesia cristiana no tiene grandes líderes creciendo en los árboles, y cuando ocurre algo que saca a un líder de comisión, ya sea muerte u otra cosa, yo lucho con ello y le digo a Dios: Dios, no parece que supieras lo que estás haciendo.

Ahora, es horrible decir una cosa así, pero los Salmos están llenos de este tipo de cosas. Así que, ha habido tiempos en mi vida cuando he lidiado y luchado diciendo: Tu sabes, Señor, hágase tu voluntad y tu sabes lo mejor, pero honestamente estoy batallando. Esto no hace sentido para mi.

Pregunta 6: Entrar en la felicidad de Dios

El libro está empapado de gozo centrado en Dios. En la página 68, usted escribe: «La oración es nuestra manera de entrar en la felicidad de Dios mismo». Aclare esa oración para nosotros.

Menciono esto donde estoy hablando de la gran obra de Jonathan Edwards The End for Which God Created the World [El fin por el cual Dios creó el mundo]. La tesis de Edwards, que, por su puesto, John Piper ha estado enfatizando y promoviendo, a su propia manera, por décadas, es que Dios es feliz porque Él disfruta de Su propia gloria. Esto tiene que ver la trinidad —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se dan gloria uno al otro—.

Pero la realidad es que Dios es infinitamente feliz por quien Él es, y Él es feliz en Su propia gloria: cuando usted está glorificándolo, cuando usted lo adora y lo glorifica, quiero decir, cuando usted, en cierto sentido, está entrando en Su felicidad porque usted está haciendo lo mismo que Él hace y está experimentando el mismo gozo que Él tiene. Aquí es donde hablo de eso.

Pregunta 7: Orarle a un Padre

Tenemos pasajes como Lucas 11:11-13 que parecen decir que una vida fructífera de oración requiere una convicción fundacional de que Dios es mi Padre, Él está completamente a mi favor sin ninguna duda de su parte, Él está por completo a favor de mi bien. ¿Qué tan central es esta convicción para nuestra vida de oración?

Debe ser el cimiento de la misma, o Jesús no habría comenzado El Padre Nuestro con las palabras «Padre nuestro». Puede ser que algunos estudiosos de la Biblia encuentren una excepción a lo que voy a decir, pero no creo que Jesús se haya dirigido a Dios nunca sin llamarlo Padre. Entonces, esto debe ser fundacional. Yo también diría que es fundacional porque en la palabra Padre —que tú eres mi Padre— está el evangelio en miniatura. Si Dios es mi jefe o mi empleador, entonces, aunque Él puede ser un buen jefe o empleador, aun así, al final, Él no está comprometido incondicionalmente conmigo. Si hago una rabieta, Él puede pasarlo por alto una o dos veces, pero eventualmente mi jefe me despedirá.

Así que, si olvido que Dios es mi Padre, es posible que venga a Él en oración de manera mercenaria, diciendo: Voy a hacer esto y esto y esto, y, ahora, tu me debes esto y esto y esto. Primero, eso destruye la habilidad de adorar a Dios. Usted está solo pidiendo. Segundo, convierte la oración en una manera de manipular a Dios.

Yo tengo tres hijos y, mientras crecían, estaban siempre en diferentes etapas. Pero, si uno de ellos estaba haciendo una rabieta, si uno de ellos estaba, en realidad, siendo un poco más desobediente, un poco más rebelde o algo así, como padre, mi corazón se daba más a Él. De hecho, esto hacía que me involucrara más con Él, porque no soy su jefe, soy su padre. Entonces, sé que cuando llamo a Dios Padre, sé que vengo en el nombre de Jesús. Vengo solo por la gracia de Dios. Sé que, porque Jesús murió por mí, ahora Dios está comprometido conmigo.

Por cierto, decir que Dios es mi Padre y que siempre sé que me va a escuchar y que puedo descansar y adorarlo no significa que puedo pecar de todas maneras. La razón es, por supuesto, que si rompes las reglas de tu jefe no lo hieres a él tanto como herirías a tu padre si rompieras las de él.

Así que, yo diría que llamar a Dios Padre significa, por un lado, que tengo la seguridad de recibir gracia y que Dios siempre me va a oír. Eso hace mis peticiones más fuertes. Pero, por otro lado, también significa que tengo que confesar mis pecados. ¿Por qué? Porque este maravilloso Dios que ha hecho todo esto por mí y me ha unido a Su familia por el costo infinito del sacrificio de Jesucristo; tengo que obedecerlo por su buena gracia.

Llamar a Dios Padre mejora todo lo que hace cuando ora. Si no sabe que Dios es su Padre, usted aplana y reduce y debilita toda oración.

Pregunta 8: La oración y el conocimiento propio

Esto es lo que menos esperaba aprender y lo que más me sorprendió encontrar en su libro. Usted dice que la oración nos da un conocimiento acertado de nosotros mismos. Explíquenos esto. ¿Cómo la oración nos puede dar conocimiento de nosotros mismos?

C.S. Lewis me da una imagen. Si usted es una persona orgullosa, nunca va a poder ver a Dios, porque una persona orgullosa que menosprecia (y mira hacia abajo) a los demás no puede ver lo que está arriba de él, lo que es más grande que él. Y de esta imagen, entiendo que es en la presencia de Dios donde aprendo humildad. En realidad, no se que tan pecador soy, a menos que esté en la presencia de un Dios santo. Eso es lo que le pasó a Isaías. Cuando Isaías está en la presencia del Dios «Santo, santo, santo» en Isaías 6, ¿qué es lo primero que dice? Él no dice: «Oh, tú eres tan santo». Él dice: «soy hombre de labios inmundos» (Isaías 6:5). Así que, de inmediato, él siente su pecado, de la misma manera en que usted, entre más brillante es una luz, más puede ver la suciedad en sus manos.

Entre más hermosa es una persona, mejor vemos los feos que no somos bien parecidos. En otras palabras, cuando uno se acerca a lo excepcional, uno ve sus defectos. Así que, no hay ninguna manera en que usted sabrá que es, en verdad, un pecador ni todo lo que está mal en usted, a menos de que se acerque a un Dios santo en oración.

¿Es por eso que no oramos? ¿No queremos ver la suciedad en nosotros?

Sí. La oración nos hace humildes. Por ejemplo, si estoy muy molesto, es difícil que permanezca molesto cuando venga a la presencia de Dios, porque digo: Señor, tú eres sabio y yo, en realidad, no tengo que estar así de molesto. Tú sabes lo que estás haciendo. Es difícil permanecer en una actitud de superioridad y fariseísmo, y luego darse la vuelta y orar. Se te bajan los humos de inmediato.

Pregunta 9: Oraciones que no funcionan

En pasajes como Santiago 4:3, se nos dice que hay un tipo de oración que no funciona, una oración centrada en los ídolos, pedir algo por los motivos equivocados. ¿Puede explicar esto? ¿Qué tipo de oración no funciona?

Yo diría que, cuando Santiago habla de oraciones en las que usted pide por algo de manera egoísta o simplemente para gastarlo en sus propios deseos egoístas, estamos hablando de un subtítulo bajo un título más grande.

Dios no le va a dar algo que es malo para usted, al igual que yo, como padre, no le daría a mis hijos aquello que piden si no pueden ver que no es seguro y probablemente se lastimarían. J.I. Packer, en su libro acerca de la oración dice que, en última instancia, no existe tal cosa como una oración no contestada. Aun Juan Calvino dice que Dios concede nuestra oración, aunque no siempre responda a la forma exacta de nuestra petición. Es asombroso que Calvino pueda decir esto.

Lo que Calvino y Packer están diciendo es que podemos pedir algo que sencillamente no es bueno para nosotros, y Dios, que es un buen padre, trata de darnos lo que habríamos pedido si supiéramos todo lo que Él sabe, o de darnos aquello que buscamos, aunque no de la manera en que lo pedimos.

Esto está bajo el título general de cosas que son malas para nosotros. Pero dentro, hay algunas cosas que pedimos con malas motivaciones. Nosotros no lo sabemos en el momento. Puede ser egoísmo u orgullo, o quizás hay cosas en que asumimos una evaluación exagerada de nuestros propios dones. Estas peticiones que están mal motivadas, Dios no nos las puede conceder, porque sólo alimentarían nuestro orgullo. Así que diría que este es un subtítulo. Es algo que no es bueno para nosotros.

Ahora, usted podría pedir algo que no es bueno para usted con los mejores motivos. No está siendo egoísta. No está motivado por ídolos. Sencillamente es insensato y Él no se lo va a dar. Más aún, el tipo de peticiones motivadas por los ídolos serían peores y Él simplemente no lo hará.

Pregunta 10: El nuevo libro

Desde luego, hay muchos libros sobre la oración y algunos muy buenos. ¿Qué cree que sorprenderá a los lectores de su libro? O, ¿qué cree que lo hace único?

Le daré tres, y creo que la gente va a llevarse por lo menos una de estas tres cosas.

Primero, es un libro más amplio. La razón por la que lo escribí es porque hay mucho libros buenos sobre la oración, pero estos hablan, o de la teología de la oración o de la práctica o tratan de dar soluciones. Yo no tenía un libro que le pudiera dar a la gente que cubriera estas tres áreas —un enfoque bíblico de la oración, la teología de la oración y métodos de oración—. Así que, algunas personas podrán decir que es balanceado y amplio, sin ser muy largo.

Segundo, y esto puede ser sorpresivo, trato con John Owen muy profundamente; no solo con su libro acerca del rol del Espíritu Santo en la oración, sino también con su libro acerca de la gracia y la responsabilidad de tener una mente espiritual. John Owen es místico. Él cree que uno en verdad puede tener un vistazo de fe de Jescristo —ver de verdad la gloria de Dios—, no con ojos físicos, sino con los ojos del corazón. Él dice que nuestras emociones deben estar involucradas. Debe haber un gozo profundo, profundo, profundo en la oración. Él es místico en ese sentido. Pero al mismo tiempo, él está en contra del misticismo católico y de las muchas maneras en que los evangélicos están tratando de introducir prácticas católicas de oración contemplativa.

Eso es inusual en este libro. La mayoría de los libros que conozco que critican la oración contemplativa, como yo, no se vuelven para darnos una visión robusta, reformada y protestante, de la oración y la meditación afectuosas. Martín Lutero, Jonathan Edwards y John Owen nos dan eso. Pero, muchas personas, al tratar de alejarse de las prácticas de la oración contemplativa, tienen temor de siquiera hablar de la meditación, y tienen miedo de hablar de experiencias y encuentros con Dios profundos. Yo trato de decir: No, tenemos que llegar allí. Y hablo de buenos hombres. Pero, al mismo tiempo, necesitamos ser bien críticos de de muchas de las prácticas de la oración contemplativa que están siendo introducidas en la iglesia ahora. Creo que esto es lo que pienso que muchos probablemente encontrarán muy interesante.

Tercero, al final, el libro es práctico. He visto que una gran cantidad de libros tienen temor de decir: ésta es una manera de pasar 15 a 20 minutos en oración. Trato de ser bien práctico al final. Creo que algunas personas esperarían que alguien reformado y evangélico como yo dijera algo como: aquí está la exégesis, ahora vaya y aplíquela usted mismo.


El libro es sorprendentemente práctico y amplio. Usted ha logrado algo extraordinario con este libro. “La oración: Experimentando asombro e intimidad con Dios” será publicado el 1ro de noviembre. Cómprelo, léalo e, incluso, también léalo con un amigo o un grupo de amigos.

Imagen: Lightstock
Publicado originalmente en Desiring God.
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