¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

El teólogo puritano John Owen escribió en 1656 la obra clásica llamada The Mortification of Sin (La Mortificación del Pecado) para analizar y aplicar lo que Pablo dijo en Romanos 8:13 “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.

Owen tiene mucho que compartir acerca del importante tema de hacer morir nuestro pecado, incluyendo lo que necesitamos creer acerca de nuestra lucha común, lo que el mortificar el pecado es y no es, y los principios prácticos para hacer morir su pecado. Abajo se encuentra una oración basada en el libro, que puede ayudarnos a mortificar nuestro pecado y a vivir en gozosa obediencia a Cristo:

Padre celestial lleno de gracia:

Yo vengo a ti como un pecador necesitado y contrito,
sin poder propio para hacer morir las acciones del cuerpo.

Necesito de ti diariamente, que vengas en mi ayuda para hacer de mi obligación
el mortificar el poder del pecado que vive en mi vida.

Que nunca intente mortificarlo en mis propias fuerzas,
olvidando que sin tu Espíritu mis esfuerzos serán en vano.

Señor, a través de tu Espíritu ayúdame a hacer morir
la sutil y astuta fuerza del enemigo.

Al despertarme cada día, dame la fuerza para recordar mi tarea de hacer morir el pecado,
y recordar que el pecado me matará a mí si yo no lo hago morir a él.

Protégeme de nunca claudicar en mi batalla con el pecado,
sabiendo constantemente que el pecado tomará ventaja.

Ayuda a mi corazón a abundar en gracia que fluya de tu Espíritu,
y destruye en mi corazón la incontenible lujuria por pecar.

Dame una vida caracterizada por la mortificación del pecado,
y dame vida, vigor y consuelo para mi vida y para esta batalla.

Señor, recuérdame cada día a esforzarme por tener total obediencia,
y así debilita el poder del pecado en mi vida.

Ayúdame a conocer los métodos y las ocasiones del éxito del pecado,
y a luchar y a esforzarme constantemente por la santidad.

Que yo pueda constantemente estar consciente de la culpa, el peligro, y lo malo del pecado,
sabiendo que sin ti, caigo en una consciencia cauterizada, en dureza de corazón, y engaño mi alma.

Señor permite que tu santa ley esté siempre en mi mente,
para que me pueda guiar y producir temor por ti.

Por la gracia de tu Espíritu,
implanta humildad que debilite el orgullo,
pureza de mente para limpiar lo sucio,
mentalidad celestial para contrarrestar el amor a este mundo.

Que tu Espíritu produzca que mi corazón abunde en gracia,
y en los frutos que son contrarios a la carne,
consume y exhibe la raíz de mi pecado,
trae la cruz de Cristo a mi corazón a través de la fe.

Porque es solo al contemplar la gracia desplegada en la cruz de Cristo
que seré capaz de experimentar su poder aniquilador del pecado.

Oro esto en el poderoso nombre de Jesucristo, el que está sobre todo nombre,
AMÉN.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando