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Creo que responder a la pregunta “¿Qué papel significativo puede y debe desempeñar la mujer en la vida de la congregación?” es una cuestión importante, práctica y espiritual que podemos considerar. Es una cuestión que afecta al menos a la mitad (por lo general mucho más) de nuestras congregaciones. Es un tema que afecta directamente la vida de la congregación. Es una pregunta que potencialmente restringe o amplía la libertad cristiana para las mujeres en nuestras iglesias. Es una pregunta que o bien emplea o desemplea los dones que el Señor mismo concede soberanamente a nuestras hermanas.

‪La forma en que respondemos a la pregunta debe ser formada y limitada por la Palabra de Dios. Pero nos acercamos a la Palabra con suposiciones, prejuicios, interpretaciones históricas, y filtros personales. Ninguno de nosotros viene a la Palabra como pizarras vacías; tenemos “inclinaciones” que pueden o no ser conocidas por nosotros. Es por eso que la humildad, la apertura y la comunidad se vuelven tan importantes en debates como estos. Necesitamos de los demás para ayudarnos a ver y aprender.

‪Una nota personal

‪Dado que reconozco que llegamos a estos temas con experiencias y supuestos históricos y personales, tal vez, cuando menos, debería enumerar algunos de los míos. Antes de mi conversión, asistimos periódicamente una pequeña iglesia bautista con un pastor principal y diáconos. Los diáconos de la iglesia eran todos hombres y había una especie de espíritu “complementarianista” en la iglesia. La iglesia celebraba el liderazgo masculino, pero no recuerdo ninguna enseñanza intencional al respecto. Las mujeres servían en una gran cantidad de comités y eran las “madres de la iglesia”, una especie de oficio informal compuesto por las señoras mayores de la iglesia.

‪Mi siguiente experiencia de iglesia fue muy similar. Una vez más, un pastor principal acompañado de un fuerte grupo de ancianos que “dirigían la iglesia”. Esta segunda iglesia era ligeramente diferente en este aspecto. En la primera iglesia, “el pastor estaba a cargo” y los diáconos en gran medida lo ayudaban, aunque determinaban cosas como sueldos y presupuestos de vivienda. En la segunda iglesia, no había duda de la autoridad de los diáconos en el gobierno de la iglesia. Las mujeres no eran diáconos de esta iglesia tampoco, y no había “madres de la iglesia”.

‪‪Luego vino un período con una plantación de iglesia. Mi familia y yo tuvimos el privilegio de servir con el grupo central de las familias que ayudaron a lanzar la iglesia. Lo que es más, tuve el privilegio de ayudar a adoptar la declaración de fe de la iglesia y la constitución, identificando dos oficios del Nuevo Testamento: los ancianos y los diáconos. La iglesia tenía un énfasis sano en una pluralidad de ancianos e hizo distinciones importantes entre el trabajo de los ancianos (la oración, enseñanza, supervisión, etc.) y la de los diáconos (cuidado práctico del cuerpo). Las mujeres tampoco servían como ancianos o diáconos en este trabajo.

‪Después, pasé varios años como miembro y anciano en Capitol Hill Baptist Church. Al igual que aquella plantación de iglesia, CHBC tiene ancianos y diáconos. Los ancianos lideran a través de la oración, enseñanza, supervisión, etc.;mientras que los diáconos son asignados a áreas específicas de ministerio (es decir, el cuidado de niños, audio/vídeo, etc.). En CHBC, el anciano se restringe a los hombres cualificados y dotados. Sin embargo, las mujeres sirven como diáconos.

‪Por último, tengo la alegría y el honor de servir como pastor de la Primera Iglesia Bautista de Gran Caimán en las Islas Caimán. Aquí, también, la congregación es dirigida por una pluralidad de ancianos y servida por diáconos asignados a determinadas zonas de ministerio (es decir, las finanzas, la escuela, etc.). Y aquí, las mujeres pueden y han servido como diáconos.

‪Entonces, este es el trasfondo que traigo a esta discusión. El Señor me ha dado el privilegio de estar en una variedad de entornos, siendo testigo de una serie de enfoques sobre la cuestión de las mujeres que sirven como diáconos. Todas estas iglesias de alguna manera se definen a sí mismas como “complementarianistas”, sin embargo tenían diferentes puntos de vista sobre cómo las hermanas podrían servir.

Entonces, ¿pueden las mujeres ser diáconos?

‪La respuesta corta a eso, en mi opinión, es “sí, las mujeres pueden servir y deben servir como diaconizas”. Eso no va a ser polémico para muchos de ustedes. Están actualmente involucrados en iglesias donde esto es la práctica y la forma de entender la Escritura. Pero para algunos de ustedes, eso puede ser una idea nueva o puede que no sea la práctica de su iglesia. Por lo tanto, permítanme ofrecer solo un boceto del soporte bíblico para esta posición, y luego ofrecer una advertencia importante‪

‪Un breve caso a favor las mujeres diaconizas

‪1 Timoteo 3:8-13 contiene algunas instrucciones claves en este tema. Para mí, la cuestión gira, en parte, en el versículo 11: “Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras sino moderadas y dignas de toda confianza” (NVI). O como la NBLH lo pone, “Sus mujeres (diaconizas) igualmente deben ser dignas, no calumniadoras, sino prudentes, fieles en todo”.

La NBLH contiene esa nota marginal para la palabra “mujeres”, indicando que pudiera referirse a diaconizas. El texto podría bien tener en cuenta las esposas de los diáconos (si aceptas el suministro de “sus” en el versículo), las mujeres diáconos, o las mujeres que asisten a los diáconos, pero no son en sí mismos diáconos. Debido a que “sus” no está explícito en el texto, y la palabra “igualmente” parece indicar otra categoría en la lista, me inclino con muchos otros en la comprensión de este versículo para referirse a las mujeres diáconos o por lo menos las mujeres que asisten a los diáconos.

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‪Aún más, hay casos en el Nuevo Testamento en otros lugares que parecen indicar que la iglesia apostólica tenía mujeres diáconos. Pienso en Romanos 16:1, donde Febe es descrita como un “diácono”. Es cierto que la palabra “diácono” tiene una gama de significados más amplia que el oficio mismo. Pablo podría referirse a su propio ministerio como apóstol usando la palabra “diácono” (1 Tim. 1:12).

La mayoría de las prohibiciones tienen que ver con los requisitos para varones diáconos “marido de una sola mujer”. Pero si los supuestos que hago en el párrafo anterior son correctos, entonces parecería que la Biblia no prohíbe a las mujeres el tener este papel.

‪Una advertencia importante

‪Como ya conté anteriormente, he sido miembro de iglesias que no tienen ancianos, pero se rigen por un grupo de diáconos. Si la iglesia no tiene ancianos, y los diáconos realizan las responsabilidades de enseñanza y supervisión bíblica pertenecientes a los ancianos, entonces, las mujeres no deben servir como diáconos en esa congregación. Soy un complementarianista, así que creo que el patrón básico de liderazgo masculino cualificado en la iglesia debe mantenerse en gozosa obediencia al Señor.

‪Pero dicho esto, la “solución” más importante para una situación así no es restringir a las mujeres de servir en lo que puede ser un área permisible de servicio en la iglesia, sino conformar la iglesia bajo el patrón del Nuevo Testamento. No debemos restringir a las mujeres en un esfuerzo para mantener nuestro gobierno irregular; debemos formar nuestro gobierno de la iglesia conforme a la Palabra de Dios y permitir a las mujeres servir dónde y cuándo sea apropiado‪

‪Una súplica

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‪A mis hermanos que sirven en iglesias sin ancianos y con diáconos que gobiernan, para la bendición de una congregación bien ordenada, por la libertad de nuestras hermanas, y para el florecimiento del ministerio evangélico, vuelvan a examinar por qué omiten tan claramente un oficio del Nuevo Testamento como el cargo de ancianos, que se estableció en todas las iglesias apostólicas (1 Tim. 1:3; Tito 1), y pruébense a sí mismos para ver si el hecho de no obedecer la Palabra del Señor sobre los ancianos está negando a nuestras hermanas la oportunidad de servir a su Señor y sus iglesias como diáconos. Las estructuras sí importan. A veces las estructuras equivocadas impiden el crecimiento espiritual, el servicio, y el avance del evangelio.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Johanna de Veiga.
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