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Lo único que Marcos Witt tiene que hacer para vender miles de discos es lanzar uno. Luego de más de 30 producciones, y una carrera sin igual en la música cristiana en Latinoamérica, no hay duda que Witt sabe de música. Ahora, en Sigues Siendo Dios, el cantante decidió irse por otro camino: en vez de quedarse en las líneas de la música de adoración contemporánea y quizás hacer una que otra balada, esta producción está cargada de Música Electrónica.

No es el propósito de esta reseña el afirmar o criticar el uso de este tipo de música: eso en sí mismo requiere un artículo (o una serie de artículos), y al final es más un asunto de discernimiento que de exégesis. Pero sí debemos analizar esta producción por lo que está totalmente claro en las Escrituras: el evangelio y la centralidad de Dios en toda la historia. Además, debido a que nuestro Dios es un Dios hermoso y de excelencia, podemos observar la calidad musical de esta producción.

Analizando el contenido

Sigues siendo Dios es un disco de estudio que contiene 12 canciones, compuestas por música electrónica y baladas. La primera composición, Alabemos, te da el tono de la producción: con un arreglo resonante, líricas simples y un poco de rap, te deja saber qué es lo que vas a encontrar en las próximas canciones. No me cabe duda que muchos se van a alejar de esta producción desde que escuchen este sencillo.

Sigues siendo Dios

Sigues siendo Dios

La tercera canción, Nuestro Salvador, es otra sustancia. Me parece, por mucho, lo mejor de la producción, y por momentos hasta se siente en una liga aparte —probablemente porque es un cover de una canción anterior. De hermosas letras, dice de manera sencilla verdades profundas, es fácil de cantar y está centrada en el Cordero. Aquí Marcos está en su mejor momento, logrando introducir ciertos elementos electrónicos en una canción congregacional:

“Alto y sublime, eres el Señor, Poderoso, invencible, incomparable eres, oh Rey. Nuestro Salvador. Reinas con justicia, reinas con poder, Eres Dios de nuestra vida, somos fruto de tu amor. Nuestro Salvador”.

Creo que ninguna otra canción muestra el ADN de este disco mejor que Mayor es él. “En las pruebas, las tormentas, en mis luchas, solo tú…Me encontraba destrozado, me llevaste a tus brazos. Nada puede impedir tu amor”, nos dice. La canción va aumentando en su volumen, introduciendo sonidos electrónicos para llevarnos al puente: “Declararé, la cabeza yo soy. Declararé, por encima yo estoy. Declararé, soy más que vencedor. Declararé, que Jesús es Señor”. El porqué tomar una canción titulada Mayor es él  y llevar su cumbre a declaraciones de la grandeza del hombre –para luego concluir con un “Jesús es Señor”– es algo que no entiendo. ¿Se trata de Dios  por ser Dios, o de Dios por ser el Dios que nos bendice? Quizás por eso dice el coro: “Mayor es él, mayor es él, mayor es el…que está en mí”. En esta ocasión podemos ver algo que, lamentablemente, ha caracterizado al Marcos Witt en los últimos años: la peligrosa mezcla de grandes verdades de la Palabra con ideas que, francamente, no tienen ningún fundamento bíblico.

La canción que da título al álbum es la típica balada de Marcos Witt. Junto con Esperaré y La bendición, probablemente son las más llamativas al público en general, ya que no tienen elementos electrónicos, sino que están más bien adornadas con cuerdas, con letras sencillas y fáciles de recordar y cantar.

Eres Santo inicia de manera interesante: “Siendo pecador, él me levantó, lavó mis pies. Él me redimió, santo me nombró, bueno es él”. Es la única vez que el pecado es llamado por nombre, un concepto muy poco utilizado en la adoración contemporánea. Uno pensaría que al llamarse “Eres Santo” igual se haría mención de la santidad de Dios, pero no. Y aquí está la gran debilidad de la canción (y del álbum en general, en verdad): no hay énfasis en lo que hace que Dios sea Dios. Es como decía mi hermano Lucas Almeida en su reseña de “Confesiones de un corazón agradecido”: la inmanencia de Dios es presentada, pero su trascendencia es ignorada.

En Tiempo pa’ brincar, el cantante trata de hacer una apología al uso de música electrónica y rap en su disco. Marcos sabe que la canción (y el disco) será controversial, por lo que se defiende:

“Hay maneras diferentes de mostrar mi reverencia, De adorarle, y acercarme, y entregarle mi alabanza. Hay un tiempo para todo, y este tiempo he apartado, para adorarle de esta manera, haciendo ruido y brincadera”.

Sin duda, Latinoamérica tiene muchos prejuicios religiosos y una tendencia al legalismo que debemos superar. Creo es que posible usar diversos géneros musicales para expresar adoración a Dios, siempre que pueda hacerse en orden y con excelencia. Ahora, lo más importante, el contenido, es lo que está más débil aquí. La esencia de la canción es un rap de el autodenominado “general de la música con ciencia”, T-Bone, donde dice que Dios lo sacó de la calle y por eso le alaba. Pero esta presentación no es clara ni mucho menos Cristocéntrica. Y lo peor, ¿la respuesta de Witt a los que no les guste? “Me da igual, me lo mismo”. Esta actitud desluce la próxima canción, Somos, que habla de la iglesia como un solo pueblo. Si somos un solo pueblo, ¿realmente debo celebrar que me dé “igual y lo mismo” lo que piensan mis hermanos?

Pensamientos finales

Sigues siendo Dios es sin duda el trabajo de un experto. Hay una maestría en el uso de la voz, en crear letras y melodías fáciles de cantar, y en introducir nuevos elementos musicales. Se nota a leguas que el cantante sabe de iglesia, sabe de música y sabe qué decir. Lo que no es tan evidente es que el cantante entiende las Escrituras. Con pocas excepciones, Sigues siendo Dios nos llama a alabar a un Dios que no describe. El disco tiene la energía, pero no la sustancia. Como músico, puedo encomiar este trabajo. Pero como cristiano, no puedo quitarme el mal sabor de ver una oportunidad desperdiciada de contar la hermosa historia del Dios de la Biblia.

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