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“Sin verdad, todos somos vulnerables a la manipulación.” – Os Guinness

En una época donde la disciplina, el respeto al prójimo, el valor sagrado de la vida humana, y las relaciones sexuales dentro del matrimonio parecen haber mutado de la mano del relativismo a un “nivel superior”, los cristianos contemporáneos no podemos quedarnos atrás.

Es hora de que exponer nuestra reintepretación de los pasajes bíblicos con una mirada más humana para mostrar el verdadero amor de Dios “que todo lo puede”, dejando de lado las miradas más “conservadoras” y de paso, sintonizando con las voces de aquellos lideres de opinión que por estos días gritan libertad. En consecuencia, siguiendo la lógica del discurso y en honor a la coherencia, quisiera manifestar públicamente mi postura pro aborto.

¿Cuál es el propósito del aborto?

Sé que mi punto de vista puede resultar algo confuso para quienes, se supone, compartimos la misma fe, la fe en el Autor de la Vida (Hechos 3:15). Sin embargo, permítanme delinear algunas ideas antes de ser vituperado, porque podría anticipar que muchos de ustedes al final del texto –extrañamente- llegarán a coincidir conmigo.

Hasta donde mis lecturas me lo permiten, el propósito del aborto podría resumirse en la aniquilación de la vida y, por tanto, la existencia humana. Desde luego, y como de costumbre, aparecerán interpretaciones que intentarán justificar el aborto desde otros puntos de vista, entre los cuales los más conocidos están “el alivio de la mujer violada”, “el derecho de la mujer sobre su cuerpo” y “el derecho a decidir”.

Lo cierto, es que esos discursos con apariencia de verdad, en la práctica, se desvanecen cuando la luz del día alumbra el proceso abortivo que solo apunta a terminar con la existencia del ser en gestación. Es un hecho que los instrumentos usados en el procedimiento no se usan contra la madre o algún órgano de ella. Entonces, no hay dos, tres o cuatro lecturas. Hay una clara intención de eliminar la vida y por tanto de la existencia humana, así de sencillo. El alivio, el derecho, la libertad y otras tantas pseudo afirmaciones deben ser llevadas a otro pabellón, si se insiste en dejar afuera el verdadero objeto del aborto.

El proceso de aborto

En realidad, mi objetivo es exponer las cosas tal cual son, porque si vamos a asumir una postura pro aborto, los cristianos debemos aprender a argumentar con una epistemología acorde con la idea que la verdad última procede de la Sagrada Escritura. Antes, tal vez, es prudente conocer los distintos tipos de procedimientos abortivos para tener conciencia y hacer un poco más gráfico el diálogo. Por tanto, quisiera intentar una especie de paráfrasis de un capítulo del libro “Respuesta a los Dilemas Morales de Hoy”, de J. Kerby Anderson, cuyo trabajo resume de manera descriptiva los procedimientos abortivos.

  • Dilatación y curetaje, es uno de los métodos. El procedimiento consiste en dilatar el cuello uterino para permitir la inserción de un cuchillo circular llamado legra. Se raspa la placenta y se desmiembra al feto, posteriormente, los pedazos se retiran para no causar una infección en la matriz.
  • Succión-aspiración. Se dilata el cuello uterino, se inserta un tubo con una fuerza de succión veintiocho veces más fuerte que una aspiradora casera, que literalmente despedaza el embrión y la placenta; los pedazos se recogen en un recipiente. Inyección salina o envenenamiento salido. Una solución salina, se inyecta a través de la pared abdominal de la madre al líquido amniótico que rodea el feto, éste aspira y traga la solución que lo envenena y quema. En pocas horas, la madre entra en trabajo de parto y da a luz al niño muerto o moribundo.
  • Prostaglandinas. Por medio de un supositorio vaginal, hace que el útero se contraiga y provoque un nacimiento prematuro. Dilatación y evacuación. Otra vez, se dilata la cérvix y se introducen los fórceps. El doctor alcanza al feto, aprieta sus piernas y brazos, desmiembra el cuerpo y aplasta el cráneo para poder retirarlo, el resto se retira por succión.
  • Histerotomía. Se realiza en los últimos tres meses de embarazo. Se abre la matriz por cirugía y se retira al niño. Dilatación y extracción. Se dilata, se retira el cuerpo del niño pero no la cabeza. Después, el doctor corta con unas tijeras el cráneo del bebé y aspira el cerebro (Anderson, 1998).

Luego de visualizar las escenas dantescas de la cita anterior, es evidente que la primera parte del texto ha sido un examen provocador porque es imposible que una persona con una clara perspectiva del Dios de la vida, apoye la cultura de la muerte. Diciendo, sí al aborto de seres que no tienen la oportunidad de exclamar: ¡Basta! ¡Paren! ¡No más!, ignorando la exhortación” “Abre tu boca por los mudos, por los derechos de todos los desdichados.” (Pro. 31:8).

Ahora, aunque explícitamente no existan alusiones directas al acto del aborto como lo conocemos actualmente, excepto Éxodo 21: 22-25 que demanda castigo al abortista, la Biblia sí sostiene que hemos sido hechos por Dios y a imagen de Él (Gn. 1:26-27; 9:6). También, deja en claro que del Señor viene la muerte y la vida (1 Sam. 2:6). Por tanto, estaríamos en condiciones de afirmar que Jesús, el Dios encarnado (Fil. 2: 6-11) y Autor de la vida, no apoya el aborto en ninguna de sus causales. Al contrario: ama al paralítico, al ciego, al cojo, al niño con síndrome de Down, al amarillo, al negro, al índio, la enana, la mujer violada y al hijo de ésta e incluso a los que tienen las manos manchadas de sangre. Al mismo tiempo, no pasará por alto los actos que atentan contra su naturaleza y justicia (Apocalipsis 20: 11-15).

Sí al aborto, pero de las malas prácticas, ideas y malos hábitos. 

Hasta aquí, he querido usar el aborto para aprovechar su profuso simbolismo y reutilizarlo como una especie de representación mental y como una analogía para promover otro tipo de abortos. Porque una lectura pausada del texto evidenciará que nunca me he inclinado ante la idea de favorecer la aniquilación de la vida humana. En el mismo sentido, al igual que el Autor de la vida, no apoyo el aborto de criaturas indefensas bajo ninguna circunstancia. Por curioso que parezca, tampoco estoy retractándome de la idea de acabar con la vida y la existencia, pero sí de los vicios que están contaminando nuestras familias, iglesias y sociedades. Queda meridianamente claro entonces que mantengo mi postura pro aborto, pero contra las malas prácticas, ideas y hábitos deshonestos.

Por consiguiente:

  • Sí al aborto de las ideas relativistas que están contaminando nuestra generación. Contrarrestemos sus efectos, siendo más profundos con el estudio y la aplicación de la Palabra de Dios.
  • Sí al aborto de enseñanzas liberales de maestros y seminarios que han abandonado el theopneustos de Dios (2 Tim. 3:16), por la finitud del pensamiento antropocéntrico, la eisegesis y la reinterpretación. Preparémonos para responder con la Palabra de verdad.
  • Sí al aborto de sentirse intimidado cuando se nos dice conservadores, porque si ser conservador significa preservar el diseño original de la familia, oponerse a los experimentos genéticos que traspasan los límites de la ética y guardarse puro hasta el matrimonio, quiero ser conservador.
  • Sí al aborto y desmembramiento, de gobiernos que han sido establecidos por Dios para impartir justicia (Ro. 13: 1-6), pero que se han desviado en el camino abusando a quienes tenían el mandato de servir. Los que siembran injusticia cosecharán desgracia, y su régimen de terror se acabará (Pro. 22:8). Necesitamos cristianos honestos alumbrando en la esfera de la política. Sí al aborto y succión de prácticas dolosas, de empresarios usureros que han exprimido la vida de la gente. Oremos por emprendedores cristianos justos que cuiden de las personas.
  • Sí al aborto con inyección salina, a las doctrinas animalistas que circulan en redes sociales sobreponiendo la vida de un perro a la humana. “Hagamos al hombre a nuestra imagen… y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Gn. 1:26).
  • Sí al aborto con fórceps, a plantar iglesias sacando miembros de otras congregaciones, sin salir a la calle a predicar y hacer discípulos de Cristo. No más predicaciones motivacionales, engaños y traiciones entre hermanos. Dios no puede ser burlado.
  • Sí al aborto de leyes que protegen el narcotráfico, el abuso de mujeres, el maltrato infantil, el énfasis en los derechos y no en los deberes. Los principios de Dios son inmutables y actuales, volvamos a exponerlos convincentemente.
  • Sí al aborto del lenguaje y las imágenes obscenas de los medios de comunicación. Presionemos escribiendo y desarrollando contenido alternativo y creativo, inspirado en las sublimes verdades de la Palabra de Dios.
  • Sí al aborto por extracción, de los malos hábitos que han adquirido las familias cristianas, transando la educación de sus hijos por la vida cómoda, el consumo desmesurado y el placer. Jesús dijo: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt. 22:37). Finalmente, sí al aborto de legislaciones que promueven la cultura de la muerte, a través de la absolutización de la libertad, la eutanasia y el aborto. Dios es vida (Jn. 14: 6).

“¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!”, (Isaías 5:20).

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