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Sé pronto para leer y tardo para comentar

Todos hemos sido parte de una conversación en la que cierta persona está a la espera de que demos un respiro para interrumpirnos. No nos escucha. Su misión es que el tema de conversación gire a su alrededor. Es frustrante e irrespetuoso. Y muy probablemente, yo también he hecho lo mismo con otros en más ocasiones de las que me gustaría admitirlo.

La Escritura nos ordena ser “pronto[s] para oír, tardo[s] para hablar” (Santiago 1:19). ¿La razón? Pues bien, es una forma de mostrar amor por nuestro prójimo. Escuchar toma tiempo —tu tiempo— y transmite que valoras a la otra persona. Pero también nos recuerda que somos creaturas dependientes y que debemos ser humildes. No lo sabemos todo. Necesitamos de los demás. Y, principalmente, necesitamos a Dios. Pablo nos dice que “la fe viene por el oír…” (Romanos 10:17). Ser tardos para oír puede tener consecuencias eternas.

¿Cómo podemos “escuchar” en la red?

Usando nuestros ojos. Leemos artículos, blogs, y actualizaciones de estado. También usamos la razón. Tomamos en cuenta el contexto de las palabras del autor y reflexionamos en estas para asegurarnos de que hemos “escuchado” correctamente. O al menos, eso es lo que deberíamos hacer. Si Santiago estuviera escribiendo en nuestros días, tal vez nos exhortaría a ser prontos para leer y tardos para comentar.

En el 2014, NPR (Radio Pública Nacional) llevó a cabo un experimento en el Día de los Inocentes. Publicaron un artículo en Facebook titulado, “¿Por qué los estadounidenses ya no leen?”. Enseguida, una oleada de comentarios en Facebook fueron publicados en respuesta.

“Leo todos los días, y todos mis amigos y miembros de mi familia hacen lo mismo. ¿Acaso nosotros no somos estadounidenses? ¿O es este tan solo un intento fallido de publicar algo?”

“El hecho de que la gente no opte por leer una copia polvorienta de “Guerra y Paz” no significa que nos esté costando trabajo usar la cabeza”.

“NPR, sequen esas gotas de sudor de su nerviosa frente, siéntense, o pónganse a leer y realicen una investigación en una biblioteca para otro artículo de NPR. Hay un montón de ratones de biblioteca, solo tienen que buscarlos”.

Si uno daba clic en el artículo para “escuchar” el argumento de NPR y la evidencia detrás de dicha declaración, entonces un “Felicidades, verdaderos lectores…” aparecía inesperadamente. NPR luego explicaba: “A veces tenemos la sensación de que algunas personas comentan en las historias de NPR sin haberlas siquiera leído”. Cada uno de esos comentarios comprobó su sospecha y reveló la razón por la que Santiago escribió esas palabras en Santiago 1:19. Como criaturas caídas, somos tardos para oír y prontos para hablar.

Los resultados de este experimento no competen solamente a páginas seculares de Facebook. Los cristianos también pueden llegar a ser prontos para publicar comentarios que son desagradables o que buscan reprender a otros. A menudo, estos comentarios atacan argumentos que ¡ni siquiera fueron hechos por el autor!

Cuando un cristiano publica un comentario sin haber leído antes el artículo, sugiere que no valora a su hermano o hermana en Cristo. Comentar antes de tomarte el tiempo de leer un artículo es elevar tus palabras por encima de las del autor. Y para hacer esto aún más deshonroso, a menudo comentan en plataformas en línea del propio autor: después de todo, es su blog o página de Facebook.

Es lamentable cuando los cristianos, no los no creyentes, son los culpables de que muchos blogs cristianos desactiven su sección de comentarios. ¿Sería mucho pedir si solamente comentáramos en artículos que leímos en su totalidad? ¿Y que esos comentarios demostraran que hemos escuchado al autor? Recuerda, abstenerse de comentar también puede ser sabio: “En las muchas palabras, la transgresión es inevitable” (Proverbios 10:19).

Por la gracia de Dios, esforcémonos en ser “pronto[s] para oír, [y] tardo[s] para hablar”, tanto en nuestras conversaciones diarias como en línea.


Publicado originalmente en Nathan W. Bingham. Traducido por Carolina López Ortiz
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