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Satanás. ¿Qué imágenes se te vienen a la mente cuando escuchas esa palabra? ¿Una criatura maligna con cuernos, una cola, y una horca? ¿Un lindo niño con una capa roja, sonando el timbre de la puerta en Halloween?

Fuera de las caricaturas de nuestra cultura, Satanás es el ser personal que los cristianos conocen como el gran engañador, el archienemigo de Dios y su pueblo.

La Escritura dice mucho sobre su carácter y acciones —quién es y lo que hace— pero, ¿qué sobre sus orígenes? ¿De dónde vino? ¿Quién creó al Diablo?

Serpiente que habla

La historia de la Biblia comienza con la creación, Dios hablando el universo a la existencia. Los dos primeros capítulos son una escena impresionante de orden y de plenitud y de prosperidad. No es extraño que el Creador observa la creación y le llama “bueno en gran manera” (Gén. 1:31).

Entonces, de repente, una serpiente. Pero esta no es ninguna serpiente ordinaria; esta habla. De hecho, habla mucho. Antes de darnos cuenta, la criatura, deslizándose, ha entablado una conversación con Eva, atrayendo a ella y a su marido en silencio; y a ti y a mí, en una rebelión contra Dios. A medida que se desarrolla la historia, se pone de manifiesto que esta antigua serpiente escamosa es una manifestación del mismo Satanás (Apo. 12:9).

Génesis del Diablo

La Biblia nunca nos dice explícitamente dónde se originó Satanás. Es de suponer que entró en existencia en algún momento después de la creación del mundo perfecto de Dios (Gén. 1:31) antes de su aparición en el Edén (Gén. 3:1). A pesar de estas incógnitas, sin embargo, hay por lo menos cinco cosas que podemos decir con certeza.

1. Dios lo creó.

La Escritura proclama que todo ha sido creado por Dios y para Dios (Rom. 11:36; 1 Cor. 8:6; Col.1:16-17). Tiene sentido, entonces, que esta categoría comprensiva —“todas las cosas”— incluye incluso al diablo. Después de todo, si Dios no estaba “detrás” de la creación de Satanás, entonces, ¿quién fue? ¿Otro ser poderoso? Si es así, entonces ese ser estaría, de alguna manera, a cargo. Habría un reino sobre el cual Dios no estaría en control total.

2. Dios lo creó bueno.

Como la fuente de toda bondad, belleza, y verdad, Dios crea solo lo que es coherente con su naturaleza, cosas que son a su vez buenas, bellas, y verdaderas. Todas las facetas de la creación, sea en el cielo o en la tierra, eran originalmente “muy buenas”. Como Pablo simplemente observa: “Todo lo creado por Dios es bueno” (1 Tim. 4:4). Su carácter es enteramente puro; no hay ni una pizca de oscuridad o engaño en Él (1 Jn. 1:5; Stgo. 1:13). Y Satanás fue creado como un ángel para servir y honrar a este gran Dios.

Obviamente, algo salió mal.

3. Algunos ángeles creados se rebelaron contra Dios.

En dos ocasiones el Nuevo Testamento habla de un tiempo cuando los ángeles se volvieron contra Dios y cayeron en la maldad;

Dios no perdonó a [los] ángeles que pecaron, sino que los envió al infierno, poniéndolos en prisiones de oscuridad para ser reservados al juicio (2 Ped. 2:4).

Los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas bajo tinieblas, para el juicio del gran día (Jud. 6).

Según la Escritura, una vez hubo una insurrección angelical contra el Rey de los cielos.

4. Satanás tiene autoridad en el reino de los demonios.

Como el “príncipe de los demonios”, parece probable que Satanás puso en marcha y dirigió esta rebelión celestial (Mat. 12:24). Satanás, entonces, fue el primer pecador; de hecho, él ha estado “pecando desde el principio” (1 Jn. 3:8).

La posición del Diablo como capitán de las fuerzas demoníacas es inconfundible. Las Escrituras se refieren a él como “el maligno” (Mat. 13:19), “El príncipe de este mundo” (Jn. 12:31), “el dios de este siglo” (2 Cor. 4:4), y “el príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2). Somos testigos que él encabeza ataques contra el pueblo de Dios (Job 1:6; 1 Crón. 21:1; Zac. 3:1), con “poder” (Hch. 26:18) para “atar” (Luc. 13:16) y “oprimir” (Hch. 10:38).

“Los ángeles caídos no son tratados como una mala creación, sino como seguidores de Satanás en su rebelión”, explica Michael Horton. “En algún momento, el agente angelical más glorioso y poderoso –Satanás– se llenó de orgullo y conspiró en un intento de golpe de estado celestial”.

5. El mal de Satanás vino de dentro de sí mismo.

No había nadie alrededor para tentar y engañar a Satanás a pecar; su mal surgió dentro de sí mismo. No es de extrañar, entonces, que Jesús le llama “el padre de la mentira” y “un asesino desde el principio” (Jn. 8:44), características que vemos desde el comienzo de la historia.

¿Qué pasa con Lucifer?

Hay una posible alusión a la caída de Satanás del cielo en el libro de Isaías. Cuando el profeta está describiendo el juicio de Dios sobre el rey de Babilonia, se desvía en un lenguaje que parece demasiado grandioso para referirse a cualquier simple humano:

¡Cómo has caído del cielo,
Oh lucero de la mañana, hijo de la aurora!
Has sido derribado por tierra,
Tú que debilitabas a las naciones.
Pero tú dijiste en tu corazón:
‘Subiré al cielo,
Por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono,
Y me sentaré en el monte de la asamblea,
En el extremo norte.
Subiré sobre las alturas de las nubes,
Me haré semejante al Altísimo.’
Sin embargo, serás derribado al Seol,
A lo más remoto del abismo. (Isa. 14:12-15; cp. Ez. 28:1-19).

La versión King James traduce “lucero de la mañana”, como “Lucifer”, un nombre que significa “portador de luz”. Aunque común en lengua vernácula religiosa, este nombre no aparece en la mayoría de las traducciones modernas de la Biblia.

En resumen, si bien no es seguro que este pasaje alude al orgullo de Satanás y la posterior caída del cielo, sin duda podría ser el caso.

Preguntas persistentes

“Hay dos errores iguales y opuestos en las que nuestra raza puede caer sobre los demonios”, señala CS Lewis en Las cartas del diablo a su sobrino. “Uno es no creer en su existencia. El otra es creer y sentir un interés excesivo y poco saludable por ellos”.

Estamos nadando en la parte profunda y misteriosa de la piscina, con muchas preguntas sin respuesta en la que las Escrituras simplemente se mantienen en silencio. ¿Cómo es posible que una criatura moralmente pura se rebele contra Dios? ¿Por qué los otros ángeles se unieron a la rebelión? ¿Cuándo fue que sucedió todo esto?

A pesar de que los cristianos no saben todas las respuestas, conocemos al Dios que sí las sabe. Y sabemos que “la razón por la que el Hijo de Dios se manifestó fue para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8).

Si estás siguiendo al Rey Jesús, no te desanimes. Tu enemigo fue derrotado (Col. 2:13-15), está siendo derrotado (Ef. 6:10-20), y será derrotado (Rom. 16:20). Sí, él “ronda como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8), pero en la muerte de Jesús le fueron quitados sus colmillos, y al regreso de Jesús será destruido.

Mientras tanto, su caos se extiende solo hasta donde la mano de Dios lo permite.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Hugo Ochoa
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